CONVERSACIÓN DEL P. PATRICIO MOORE CON LOS JEFES DE RAMA DE FAMILIAS DE LA ZONA CORDILLERA

Lamentablemente, la introducción de la charla tuvo graves problemas de audio, por lo que tuvimos que eliminarla del video. Por esto, y para poder entender el contexto de la charla, la ponemos a su disposición transcrita en el texto a continuación:

Muy buenas tardes. Les damos la bienvenida a todos los que se encuentran conectados hoy para ser parte de este encuentro con el padre Patricio Moore.

 
Somos Jorge Matte y Verónica Ochagavía, jefes de la Rama de Familias de la Zona Cordillera de Santiago, Chile.

 
Nos parece importante contarles cómo surgió este conversatorio que evidentemente no tiene mucho que ver con lo que originalmente pensamos. Al conocer las declaraciones de la historiadora y teóloga italiana referidas al padre José Kentenich, pensamos que sería muy importante ofrecer a los matrimonios de la Rama la posibilidad de plantear sus inquietudes y manifestar su sentir frente a lo que estábamos conociendo. Ese era nuestro objetivo, pero Dios tenía otra cosa dispuesta: hoy están conectadas en este momento familias de todo nuestro país, así como también algunos miembros de Schoenstatt de Argentina, Bolivia, Ecuador y Costa Rica.

 
Si tienen dudas, o sienten que sus inquietudes no encontraron una respuesta hoy, los invitamos a contactarse con los padres, hermanas y consagradas del Movimiento en sus respectivos lugares de origen. Estamos ciertos que existe plena disponibilidad a responder y acoger todo lo que se quiera preguntar en el espíritu de transparencia y claridad que exigen los tiempos actuales.

 
Este puede ser un primer encuentro de otros que organicen uds. y sus comunidades. Si hay algo que hemos aprendido en este tiempo de pandemia, es que ya no existen las distancias y podemos contar con la presencia de los responsables del Movimiento con un solo click.

 
¿Por qué hacer esto? Quizás nuestra primera motivación fue dar una respuesta a lo que estamos experimentando todos frente a una revelación que nos pilló completamente por sorpresa. Difícil resumir lo que hemos sentido en estos dos días: incredulidad, desaliento, perplejidad, horror... Quizás lo que nos une a casi todos los que estamos hoy reunidos es la sensación de sentirnos "engañados". Cómo, después de tantos años como miembros de la Familia de Schoenstatt, nos enteramos de esto que, además, resulta que se sabía...

 
Hoy esperamos que después de terminar nuestro encuentro tengamos mayor claridad respecto de lo que sucedió: queremos saber lo que pasó, y aclarar los episodios que tienen relación con el exilio del PK que siempre atribuimos a la incomprensión de los obispos alemanes con la pedagogía y las propuestas del fundador y un cuestionamiento a su forma de relacionarse con las hermanas. Nunca imaginamos que ese cuestionamiento tenía relación con acusaciones concretas de abuso de poder, de conciencia e incluso de abuso sexual.

 
Esperamos también comprender lo que Dios nos está hablando en todos estos hechos que se desencadenaron hace dos días. Quizás, la necesidad de asumir la historia del fundador con toda su verdad; con sus luces y sombras; aceptar que en el camino han pasado cosas... Los tiempos exigen transparencia y eso tenemos que aplicarlo a nuestra propia historia de Schoenstatt.

 
Hechas las aclaraciones, y antes de empezar, queremos invitarlos a silenciar el corazón y pedirle al Espíritu Santo que nos regale la paz y la sabiduría para acoger y comprender lo que hoy escucharemos.

 
Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre.
Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios. Amén