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Querida Familia de Schoenstatt, en este jubileo quesieramos compartir tantos frutos que nacen de nuestro ideal Cenáculo. Es por eso que los invitamos a cada uno de ustedes a enviar fotos sobre estos frutos, por ejemplo, una foto de algún grupo que su ideal tenga relación "Cenáculo ", "Pentecostés" , "Espíritu Santo" , o algún apostolado que haya surgido, etc. Todas estas fotos van a exponerse el día de la celebración.

Les pedimos que hagan llegar las fotos al mail: celebracioncenaculo@gmail.com, y que puedan poner una breve descripción, para saber de qué se trata la foto.

El Cenáculo histórico es el lugar en el que Jesús realiza con sus apóstoles la última cena (Lc 22,7-20). Es también el lugar en el que, después de la Ascensión del Señor, estos mismos apóstoles asustados y "a puerta cerrada" perseveraban en oración junto a María en espera del Espíritu Santo que irrumpe en forma de lenguas de fuego, el día de Pentecostés (Hech 2, 1-25). Desde ese momento, la Iglesia zarpa hacia el mundo para renovarlo desde sus cimientos.

 
El 7 de julio de 1947, la entonces pequeña Comunidad de las Hermanas de María (17 Hermanas en ese año) llegadas desde Alemania en 1936, descubrieron que su ideal de Provincia era ser Cenáculo. Este año se cumplen 75 años desde esa irrupción de gracias, que tal como en el Cenáculo histórico ocurre en lo escondido y en lo pequeño.  Esto ocurrió en presencia del Padre y Fundador, en su primera visita después de la II guerra mundial, a 11 años de la llegada de estas. Por eso, la Comunidad de Hermanas, lo recibió como un regalo fundacional.

 
El primer Santuario en Chile, el Santuario del 3er hito de la historia de Schoenstatt es, asimismo, un Cenáculo, pues fue consagrado como tal. Esto ha marcado la vida de toda la Obra: el Movimiento, los Institutos y Federaciones y de cada peregrino que llega hasta ese Santuario; de todos aquellos que se unen a esta corriente de gracias. De este modo, en estos 75 años, el ideal de Cenáculo Ha dejado de ser pertenencia "exclusiva" de la Comunidad de las Hermanas de María y ha pasado a ser posesión, con pleno derecho, de cada hijo de Schoenstatt.

 
La Providencia Divina ha permitido que cuando se cumplen 75 años de este ideal entretejido en nuestro corazón, nos remezcan las dudas y la incertidumbre con relación a la persona de nuestro Padre y Fundador; un hecho que no ha dejado indiferente a nadie, tampoco a aquellos que quizás no se sienten tan cercanos al Fundador.

 
En un contexto más amplio, miramos estupefactos como miles de personas mueren en Ucrania y vamos sintiendo, poco a poco, las repercusiones y consecuencias de la guerra en nuestra vida cotidiana. Del mismo modo, la crisis climática se yergue como una amenaza constante ante la que nos sentimos impotentes.

 
Nuestro país atraviesa una crisis social, económica y cultural fuertemente marcada por la violencia, la pobreza, la crisis migratoria y la desunión entre hermanos. La incertidumbre y el miedo ante la amenaza de cambios nos afecta y nos tocan también en nuestras decisiones personales y familiares. No menos importantes son las repercusiones aún actuantes, que la pandemia ha dejado en nuestra psiquis, nuestras relaciones, nuestra vida y de la de nuestros seres queridos. Muchos han perdido a sus seres queridos durante estos dos años.

 
Con dolor, hemos asistido a la desconfianza creciente ante nuestra Iglesia. Vivenciamos, en ocasiones, que esa falta de confianza también se traslada a nosotros cuando nos confesamos católicos.

 
Todos estos afectos o sentimientos que se despiertan en nuestro corazón, que nos hacen reconocernos vulnerables, desvalidos y pobres, como lo estuvieron los apóstoles, en la hora de Pentecostés, y nuestras primeras Hermanas en Chile, más nuestra unión con María, en la Alianza de Amor, son el almácigo perfecto, la situación más propicia para atraer al Espíritu Santo, capaz de transformarlo todo, de renovarlo todo, de consolar, fortalecer, esclarecer, enriquecer el alma, regalar libertad interior, creatividad, unión, ímpetu apostólico... Sea Él el regalo que podemos hacerle a nuestra Patria en estos momentos:

 
¡Ven Espíritu Santo y haz de nuestra Patria, un Cenáculo!