10 razones para ir a Schoenstatt y Roma el 2014
¿Qué tan importante es el Jubileo de Schoenstatt el año que viene? ¿Qué tiene de especial el festejo? ¿Todos debemos ser partícipes? El P. Patricio Moore nos da 10 razones para no quedarnos afuera de este gran acontecimiento.
| Padre Patricio Moore I. Padre Patricio Moore I.1.- Celebrar juntos como familia. Cuando decimos que somos una familia de Schoenstatt no estamos articulando una premisa filosófica, sino que expresamos un anhelo y una realidad. Para ser familia tenemos que conocernos, saber de nuestros hermanos en la Alianza que viven en Bangalore, Buyumbura, Lisboa o Querétaro. Vamos a Schoenstatt a celebrar juntos, a conversar y cantar; rezar e intercambiar; a tomar conciencia que tenemos hermanos por los cinco continentes que sueñan y aman la misma misión y al mismo fundador.
2.- Agradecer a Dios por cien años de historia. Todo jubileo es en primer lugar un momento privilegiado para darle gracias a la Virgen María, porque se ha establecido en un lugar real y desde este lugar ha cambiado nuestras vidas para siempre. A este lugar quiero venir para decir simplemente gracias por todo tu amor.
3.- Recibir las gracias del jubileo. La gracia aquí entendida como el amor libre y fiel de Dios a los hombres, que se expresa a través de la historia en acontecimientos y dones para la salvación del hombre (W. Beinert). Aquí Dios se ha hecho presente en la persona de María regalando milagros de transformación interior, acogimiento y envío misionero para la felicidad de cada uno de nosotros. Venir a Schoenstatt significa encontrarse con Dios y la Virgen María en un lugar donde ellos nos regalan amor en abundancia.
4.- Renovarse en la fuente. Todo jubileo significa recordar, agradecer y renovarse en el carisma original. La vida crece si nos renovamos permanentemente. Así como el amor florece cuando se lo cuida y renueva, el amor a Schoenstatt también se mantiene joven si lo renovamos. Ésta es una oportunidad maravillosa para visitar, tocar la fuente y beber de ella para inundar de agua viva nuestra alma.
5.- Visitar al fundador y experimentar su fecundidad en el mundo. En Schoenstatt se palpa especialmente el espíritu del Fundador. El padre Kentenich nos espera, no solamente en su tumba, sino también en todas las obras que han surgido de su carisma. Aquí veremos cómo Schoenstatt se ha desarrollado sirviendo a la Iglesia, aportando con sus colegios a la pedagogía de nuestro tiempo, educando jóvenes en muchos países, apoyando a la familia con cientos de iniciativas y cooperando en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
6.- Encuentro con el Papa Francisco. El padre Kentenich al final de su vida nos invitaba a amar una Iglesia pobre, humilde, alejada de la pompa, fraternal y, sobre todo, guidada por el Espíritu Santo. Esta visión de la Iglesia hoy encuentra un profundo eco en las palabras y los gestos del Papa Francisco. Si queremos celebrar los cien años de Schoenstatt con el Papa en Roma, nos presentamos ante él humildes, pidiendo perdón, con la alegría del Espíritu Santo, sin arrogancias ni frases altisonantes, sino que con el gozo de servir a una Iglesia que amamos.
7.- Experimentar que somos en primer lugar Iglesia. No peregrinamos a Roma como extraños, sino que peregrinamos a la casa de la Madre y Maestra que nos acoge como hijos. Vamos a visitar la casa paterna y materna trayendo nuestros regalos y buscando su sabiduría. Somos Iglesia y dentro de esa Iglesia somos un Movimiento a su servicio.
8.- Visitar los Santuarios de Roma. Hay dos Santuarios en Roma, Belmonte y Cor Ecclesiae. En ambos se expresa nuestro anhelo de ser fieles hijos de la Iglesia, en Roma queremos ser el corazón de nuestra Madre. El padre Kentenich soñó con estos Santuarios que ahora son una bella realidad.
9.- Cumplir la promesa de nuestro Fundador. El padre Kentenich le prometió a Pablo VI en 1965 que Schoenstatt trabajaría intensamente por plasmar y hacer realidad el Concilio Vaticano II. Nuestros proyectos de servicio a la Iglesia, a la familia, los jóvenes, el nuevo orden social y la pedagogía son caminos visibles para cumplir esta gran promesa.
10.- Ser enviados a ser alma del mundo. La Iglesia es misión, ella quiere ser sal y luz del mundo. Estamos llamados a anunciar y vivir el Evangelio como Buena Noticia para todos. Este envío contiene un sello especial si acontece desde Roma. Desde el centro de la Iglesia miramos el futuro de Schoenstatt con esperanza y gozo. Desde allí nos comprometemos a construir un mundo mejor en Cristo y en María.