Acta del 31 de Mayo - 1949
PLÁTICA DEL 31 DE MAYO DE 1949 TEXTO DE LA PLÁTICA DEL PADRE KENTENICH DADA EL DÍA 31 DE MAYO DE 1949 EN EL SANTUARIO DE BELLAVISTA 1. Es como si el ambiente del hogar nos rodeara en es...
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PLÁTICA DEL 31 DE MAYO DE 1949
TEXTO DE LA PLÁTICA DEL PADRE KENTENICH DADA
EL DÍA 31 DE MAYO DE 1949 EN EL SANTUARIO DE BELLAVISTA
1. Es como si el ambiente del hogar nos rodeara en estos momentos; como si ángeles estuviesen en medio de nosotros y nos dijesen: "Quítate el calzado, porque el lugar que pisas es tierra santa".
Sí, santo es este lugar, y seguirá haciéndose más y más santo; tierra santa es ésta, porque la Sma. Virgen ha escogido este terruño; tierra santa, porque en el transcurso de os años, de los decenios y de los siglos, desde este lugar surgirán, crecerán y trabajarán fecundamente hombres santos. Este es un lugar santo, finalmente, porque desde aquí se impondrán santas tareas, es decir, tareas que santifican, sobre débiles hombros.
2. Es un hecho histórico que Schoenstatt ha venido hasta nosotros; el Schoenstatt originario al nuevo Schoenstatt. Desde hoy en adelante, otro hecho ha de llegar a ser realidad histórica: desde hoy - así me parece - tenemos que cuidar, desde aquí, que el nuevo Schoenstatt encuentre su camino hacia el Schoenstatt de origen. El torrente de gracias que vino desde allá en la plenitud de la Tercera Acta de Fundación, y que sigue derramándose, quiere volver a la fuente primitiva, llevándole abundante bendición. Este es el profundo sentido de esta fiesta.
3. Ella tiene un doble carácter: de obsequio feliz y de pesada misión. Nos hemos reunido aquí en esta silenciosa hora vespertina, para entregarle solemnemente a la Stma. Virgen el trabajo que para ella hemos hecho en común. Digo que fue un trabajo hecho en común, porque, mientras yo escribía día y noche, ustedes imploraban para mí, silenciosamente, el Espíritu Santo en nuestro Cenáculo. Ustedes no se cansaron de hacer abundantes sacrificios por la misma intención y, más que nada, se esforzaron por tomar en serio la Inscriptio en el día de trabajo.
4. Con la entrega solemne que hacemos de este trabajo aceptamos una carga que hombros humanos no pueden llevar por sí solos. Pero también esperamos para Occidente, sobre todo para Alemania, una gran bendición. Desde allá fuimos enviados como instrumentos en las manos de la Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt para ayudar a realizar acá los planes de sabiduría y de amor divinos. Tratamos de hacer todo lo que estuvo en nuestras fuerzas.
5. ¿Será acaso un don que nos hace en pago, un reconocimiento y un honor para nosotros, si creemos que Ella nos quiere usar desde acá, a partir de este día, para ganar una influencia más poderosa en la forjación de los destinos de la Iglesia en el espacio cultural de Occidente? Es claro que cuando escuchamos la palabra "Occidente" pensamos siempre, en primer lugar, en Alemania.
6. Séame permitido expresar lo que mueve nuestras almas en estos momentos y revestir de palabras lo que sienten nuestros corazones. Venimos para dar y recibir. Queremos intercambiar con la Sma. Virgen todo nuestro desvalimiento, nuestra buena voluntad y nuestra fidelidad. Le damos nuestra buena voluntad y ella nos da su buena voluntad. Le damos nuestra fidelidad y ella nos da su fidelidad.
7. Esta contraposición nos recuerda espontáneamente que el pensamiento central que nos mueve, que nos impulsa constantemente, y que nos asegura una paz inalterable en todas las situaciones, es el pensamiento de la Alianza. También ahora él está en el primer plano de nuestros intereses. El nos da la respuesta a todas las preguntas que esperan una solución. Los dos contrayentes que desde hace tanto tiempo van unidos, se vuelven a enfrentar de nuevo en este lugar santo. ¿Y qué es lo que quieren?...
9. El desvalimiento de uno de los contrayentes se debe sobre todo a la angustia por la pesadísima tarea que ahora se le vuelve a encomendar para Occidente...
12. Hace poco señalaba la gran tarea que tenemos aquí en Chile como pequeña Familia. Sin embargo, el motivo que nos reúne hoy en esta tarde, indica que el Padre Dios nos ha confiado una gran tarea para todo el mundo, especialmente para Europa, para el Occidente. ¿De qué tarea se trata? Se trata de desenmascarar y sanar radicalmente el germen de la enfermedad que aqueja al alma occidental: el pensar mecanicista.
13 Tengo bastantes razones para suponer que Dios ha impuesto en este sentido una carga pesada a nuestra Familia. La ley de la puerta abierta me persuade de ello. Quien tiene una misión, debe serle fiel y cumplirla.
14. ¡Desvalimiento! Si recuerdo cómo todo ha ido creciendo: todo es un regalo extraordinariamente grande que el Padre Dios me ha dado: la mentalidad orgánica opuesta a la manera de pensar mecanicista. Esta fue la lucha personal de mi juventud. Esta fue la lucha personal de mi juventud. En ella pude vencer aquello que hoy conmueve a Occidente hasta en sus raíces más profundas. Dios me dio inteligencia clara. Por eso tuve que pasar durante años por pruebas de fe. Lo que guardó mi fe durante esos años fue un amor profundo y sencillo a María. El amor a María regala siempre de por sí esta manera de pensar orgánica. Las luchas terminaron cuando fui ordenado sacerdote y pude proyectar, formar y modelar en otros, el mundo que llevaba en mi interior. El constante especular encontró un saneamiento en la vida cotidiana. Este es además el motivo por qué conozco tan bien el alma moderna, aquello que causa tanto mal en Occidente. ¿A quién debo agradecer todo esto? Viene de arriba. Sin duda de la Sma. Virgen. Ella es el gran regalo. De este modo pude, además de la enfermedad, experimentar también en mi propia persona, y muy abundantemente, la medicina...
16. La misión tan manifiesta de Schoenstatt para el Occidente, especialmente para nuestra patria, frente al colectivismo que avanza poderosamente y que destruye todo, se encuentra frente a un muro que sólo puede ser abierto si se aleja y vence el mencionado bacilo...
19. Ustedes, a su manera, pueden ayudarme a llevar la responsabilidad y compartir la misión de la Familia. Pero tenemos que contar con que este trabajo hiere nobles corazones allá en la patria, que despierte una violenta indignación y haga que en respuesta se nos den fuertes y duros contragolpes. No nos admiremos si se forma un frente común poderoso y unido de hombres influyentes en contra mía y de la Familia. Humanamente considerado, tenemos que contar por último con que nuestro intento fracase completamente. Y, sin embargo, no podemos sentirnos dispensados de correr este riesgo. Quien tiene una misión ha de cumplirla, aunque un salto mortal siga a otro. La misión de profeta trae siempre consigo suerte de profeta.
20. Vemos como el Occidente camina a la ruina y creemos que estamos llamados desde aquí a realizar un trabajo de salvataje, de construcción y de edificación. Creemos que tenemos que ofrecernos como instrumentos para impulsar una contra-corriente que vuelva a los países de los cuales también nosotros hemos sido abundantemente beneficiados...
23. Por eso es que tenemos el valor de exclamar con Pablo: ¡No puedo dejar de predicar! (1) No puedo hacer otra cosa, debo esgrimir la palabra, ustedes comprenden cuán grande es esta gigantesca tarea para nuestro desvalimiento. Tenemos que pensar en David enfrentándose con Goliat. Pienso en el salto mortal que me atreví a dar en 1942 y estoy consciente que esta vez se repite. Si no contáramos con la buena voluntad de la Sma. Virgen, nunca nos atreveríamos a dar este arriesgado paso...
25. Por otra parte, si ustedes me comprenden bien, podría agregar que no sólo yo, no sólo nosotros, sino también la Sma. Virgen está desvalida ante la situación. Es cierto que ella es la Omnipotencia Suplicante ante el trono de Dios, pero también es cierto que en los planes de amor divino, ella está supeditada a instrumentos humanos dóciles y de buena voluntad. Si es que por el Primer Documento de Fundación, ha aceptado la tarea de mostrarse en Alemania, desde nuestro Santuario, en forma preclara como la vencedora de los errores colectivistas, entonces ella - me expreso a la manera humana - busca ansiosa con su mirada instrumentos que la ayuden a realizar esta tarea.
¿Qué nos queda sino ponernos sin reservas a su disposición, en el sentido de nuestra consagración, aceptar sus deseos, nuevamente entregarnos a ella y dejarle a ella la responsabilidad de su gran obra, en la cual nosotros, dependiendo de ella y por interés en su misión, queremos cooperar, sufrir, sacrificarnos y rezar? ... La Sma. Virgen está desvalida, ella sola nada puede. Es un honor para nosotros poder ayudarla.
26. La Sma. Virgen tiene una gran tarea frente al Occidente. Una vez que me hizo comprender esto, me pidió que yo también le entregase todo. Esto es lo hermoso, lo grande, que nuevamente nos une: Presentamos a la Sma. Virgen nuestro desvalimiento y ella nos regala también su desvalimiento, pero también su buena voluntad. ¿Qué pide en cambio de nosotros? El reconocimiento de nuestro desvalimiento...
28. Ella viene hasta nosotros como la gran educadora. Nos ofrece su capacidad, poder y fuerza de educadora. Cuando el Padre Dios nos haya bendecido un poco más aún, de modo que podamos tener la Adoración junto al Santuario, entonces podremos esperar más todavía. Si buscamos el Reino de Dios, todo lo demás se nos dará por añadidura.
29. La Sma. Virgen permanece fiel. No tienen por qué angustiarse. Es cierto que en general hay poca fidelidad. Pero la Sma. Virgen es la "Virgo fidelis", la Virgen fiel. Ella nos ama aunque no andemos con un traje tan limpio, incluso si alguna vez le hemos vuelto las espaldas, ella nos es fiel. Su fidelidad termina sólo cuando nos sabe allá arriba en el cielo...
30. Estamos en una hora decisiva en la historia de la Familia. Si no tenemos la suerte de derribar el mencionado muro, la Sma. Virgen quitará a nuestro terruño su misión para Alemania y emprenderá una obra de salvataje desde los santuarios filiales. Ella queda fiel a su Alianza. Si ramas de nuestra Familia por cobardía y debilidad no pagan fidelidad con fidelidad, podemos suponer que su misión se traspasa a nosotros.
31. Dos pensamientos deben conducirnos a la lucha, dos lemas que como estrellas deben brillar en nuestra vida. Uno es: Tua res agitur! Clarifícate! ¡Se trata de tu misión, de tu tarea, ahora, por tanto, glorifícate tú y tu Obra! El segundo lema es: Mater perfectam habebit curam. La Sma. Virgen se glorificará de la manera más perfecta si nosotros nos esforzamos donde quiera que sea por tirar de su carro de triunfo. Entonces ella cuidará de nosotros y de su Obra de Schoenstatt y la guiará victoriosa a través de las luchas, tal como lo ha venido haciendo a través de los años pasados de persecución...
32. Es como si sólo ahora empezáramos a vivir, como si todo lo que hemos vivido hasta este momento fuese sólo un trozo de prehistoria. Ahora comienza propiamente la historia, la historia del nuevo Schoenstatt. Así como en Schoenstatt en los años 1914/15. Qué contentos hemos de estar todos nosotros de formar juntos la generación fundadora y que queramos sumergirnos en los fundamentos del Santuario con nuestro ser y nuestra vida...
33. También nosotros queremos morir. No físicamente. Pero esto queremos tomarlo en serio: enterrarnos en el fundamento del Santuario, sumergir allí nuestra vida y la fuerza de nuestro amor. Queremos ser las columnas de sustentación.
34. La Sma. Virgen nos ha regalado el uno al otro, Queremos permanecer recíprocamente fieles: el uno en el otro, con el otro, para el otro, en el corazón de Dios. Si no nos reencontrásemos allí, sería algo terrible. Allí debemos volver a encontrarnos. No deben pensar: vamos hacia Dios, por eso debemos separarnos. Yo no quiero ser simplemente un señalizador en la ruta. ¡No! Vamos el uno con el otro. Y esto por toda la eternidad. Cuán errado sería ser sólo señalizador en el camino. Estamos el uno junto al otro para encendernos mutuamente. Nos pertenecemos el uno al otro ahora y en la eternidad; también en la eternidad estaremos el uno en el otro. ¡Es éste el eterno habitar del uno en el otro propio del amor! Y entonces, permaneciendo el uno en el otro y con el otro, contemplaremos a nuestra querida Madre y a la Sma. Trinidad.
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