Blessing, nuestro saludo pascual
Estos días he sido testigo de la fuerza transformadora del amor, y eso es Pascua real y concreta, es Bendición. Y así se llama una chica africana brutalmente tratada por la vida y por quienes estaban llamados a amarla y cuidarla, a darle una oportunidad de ser alguien. Llegar a tierras europeas no es para todos un viaje de placer, estudio, experiencias o trabajo, es un hilo de esperanza sostenido por hebras de oportunismo, de chantaje y brutalidad. Sobrevivir a la llegada ya es un paso mayúsculo, vivir para contarlo es otro paso inmenso.
Domingo 16 de abril de 2017 | P. Juan Pablo Rovegno“Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó”
(Jn 20).
Pareciera que hay tantas razones para no creer: la violencia, el sin sentido, la marginalidad y la brutalidad, la estupidez, la soledad, el vacío, la pérdida, la carencia, las heridas, la evasión, la indiferencia, el egoísmo, la injusticia y la inequidad, la arrogancia y la temeridad… junto a nuestra humana condición que nos sorprende en su fragilidad y precariedad, en esa maravillosa necesidad de ser y sentirnos parte, de necesitarnos mutuamente, de buscarnos a pesar de las desilusiones y caídas, de perdonarnos a pesar de nuestras faltas y golpes, de amarnos instintivamente aunque el instinto muchas veces muestra su cara más dura, más indolente, más bestial… A pesar de todo y con todo eso… creemos, esperamos, volvemos a empezar… porque hay muchas más razones para creer, para esperar, para amar.
Estos días he sido testigo de la fuerza transformadora del amor, y eso es Pascua real y concreta, es Bendición.
Bendición, así se llama una chica africana brutalmente tratada por la vida y por quienes estaban llamados a amarla y cuidarla, a darle una oportunidad de ser alguien. Llegar a tierras europeas no es para todos un viaje de placer, estudio, experiencias o trabajo, es un hilo de esperanza sostenido por hebras de oportunismo, de chantaje y brutalidad. Sobrevivir a la llegada ya es un paso mayúsculo, vivir para contarlo es otro paso inmenso.
Bendición se quedó muda, catatónica, sin aviso previo. Todo el dolor acumulado, la brutalidad vivida, las huellas dejadas por la bestialidad humana, afloraron sin previo aviso y ya no hubo palabras, ni gestos, sólo una presencia taciturna, un zombi de carne y hueso y frente a nuestros ojos. Había ya sido acogida por un puñado de mujeres valerosas, de intrépidas Verónicas que limpiaron sus llagas y cubrieron de bálsamo sus heridas de vida. Pero,a pesar de tanto cariño, de un día para otro lo vivido afloró sin previo aviso y, el dolor, la rabia y el miedo, borraron las palabras y sólo quedó una mueca.
¿Qué hacer? no siempre sabemos curar la vida cuando está tan herida, ni siquiera los especialistas cuentan con la pastilla mágica que nos saque de la pesadilla. Sólo esperar y creer, esperar y amar.
La mente y el corazón humanos tienen senderos misteriosos: camino a un lugar de sanación mental, al contacto con otras personas heridas por la genética y la vida, algo se remeció en esa cabeza encriptada, en esos nervios rígidos, en esa fragilidad endurecida… ¿sería el temor de no volver jamás a la vida, de quedarse para siempre encerrada en sí misma? (y todos sabemos cuánto nos daña y daña, el encerrarnos en nosotros mismos voluntaria o inconscientemente).
Algo se remeció y el gesto fue asirse fuertemente a su Verónica, el querer salir corriendo sin poder dar órdenes a sus rígidos miembros. Se obró un milagro: el trauma vivido y el encierro se transformaron en puerta, en campo abierto, en horizonte limpio… quiero vivir… quiero vivir, pareciera que su cuerpo gritaba, sin decir nada. Y la fuerza del dolor vivido, fue fuerza para salir y empezar de nuevo.
Regresamos a casa y el primer signo pascual fue el canto. ¿Habrá regresado a su África natal, al seno seguro y materno, cuando no entraba todavía el miedo a la vida, la violencia a los primeros pasos? Lo cierto es que escuchábamos un CD en el auto para amenizar el regreso, “Amazing Grace…” ella empezó a balbucear la canción, a esbozar sílabas y notas, y las lágrimas comenzaron a brotar de su rostro rígido y su nombre cobró sentido…porque para nosotros era una Bendición ser testigos de su rescate desde la sombra y la oscuridad, desde lo profundo del pozo negro donde estaba, desde sus heridas y llagas, desde sus gritos mudos y sus plegarias sordas. Despertó y despertó desde esa oscuridad. Eso es Pascua, es ser revividos desde la oscura existencia, ser remecidos desde la dura corteza de la vida, ser levantados desde nuestra dignidad pisoteada.
Al regresar la intuición de esta Pascua se transformó en certeza:
“Quiero trabajar…quiero aprender”, balbuceo en la mesa familiar.
“¿Qué es esto Blessing?”
Ella empezó a responder: “pan… comida… dame agua por favor…”
Ser testigo de la Pascua, correr para encontrarse con ella a bocajarro, es lo que viven las hermanas adoratrices (compartí con ellas durante esta Semana Santa en su casa de acogida en Sevilla). Ellas trabajan incansablemente para rescatar la dignidad de mujeres agredidas, objetos de trata, compraventa y prostitución. Es Pascua, porque no es a un mundo de fantasía al que hay que echar mano para ser rescatados. Eso sólo sucede en Hollywood. En la vida real y en la vida del cristiano aún más, la fuente de la salvación está allí mismo donde se siente la muerte y el dolor. Es allí donde la luz de la esperanza puede transformar la oscuridad en claridad. Esa oscuridad enfrentada, asumida y redimida por la fuerza del amor y la necesidad del amor, es nuestra salvación.
Jesús no sólo tocó la muerte, sino también toda la miseria y la irracionalidad humanas. En ese pozo oscuro asumido y vivido, experimentó la fuerza del amor de Dios, su Padre, que lo rescató para empezar de nuevo a caminar, como un recién nacido, como esta sencilla mujer africana: sacada de la placidez de la sabana por la necesidad del hambre, hundida hasta en las más duras condiciones y rescatada por la fuerza del amor y la intuición de lo que significa verdaderamente ser amado: me imagino esa encrucijada al verse para siempre sumida en su oscuridad y encierro, me imagino la luz del amor sencillo e incondicional de estas Verónicas tratando de hacerse un hueco entre las madejas de su cuerpo adolorido, de su mente enredada, hasta triunfar y esbozar el triunfo con dos sencillas palabras… “Amazing Grace”.
Bendecida Pascua para todos, bendecido rescate desde la oscuridad de nuestra existencia a la luz de la vida verdadera.
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