"CARILLÓN", MI CAMINO MUSICAL

"Te regalo mi canción, porque me enseñas a amar y del timón no te apartas". En este año en que celebramos cien años de la Alianza de Amor, cuando nos preparamos con María para el nacimiento de nuestro Señor "en el pequeño y pobre establo de Belén", la letra y música de nuestros cantos refleja a la vez la delicadeza y ternura con que nos referimos a un Niño que nace y a la vez la realeza y misión con que ese Niño viene al mundo. El adviento, tiempo litúrgico en que buscamos el camino a Belén para volver a escuchar en el corazón el canto de los ángeles al Emmanuel, el "Dios con nosotros", me motiva hoy a contarles mi historia.  

| Maria Isabel Herreros H Maria Isabel Herreros H


"Te regalo mi canción, porque me enseñas a amar y del timón no te apartas". (Estribillo de una canción del P. José Manuel López-Herrero, cuando fue rector del naciente Santuario de Agua Santa, Viña del Mar; más adelante Cenáculo de Fundación). En este año en que celebramos cien años de la Alianza de Amor, cuando nos preparamos con María para el nacimiento de nuestro Señor "en el pequeño y pobre establo de Belén", la letra y música de nuestros cantos refleja a la vez la delicadeza y ternura con que nos referimos a un Niño que nace y a la vez la realeza y misión con que ese Niño viene al mundo. El adviento, tiempo litúrgico en que buscamos el camino a Belén para volver a escuchar en el corazón el canto de los ángeles al Emmanuel, el "Dios con nosotros", me motiva hoy a contarles mi historia.

Hace casi un año, el 25 de diciembre de 2012, a pedido de Jorge Velasco Cruz; quien era entonces editor de Schoenstatt Vivo, envié mi primera colaboración a este diario interactivo. Adquirí con gusto este compromiso, pues yo me dedico a servir al canto de la Iglesia, y él me pidió que escribiera acerca de la música en Schoenstatt. Me dijo que mis aportes tendrían frecuencia mensual, y desde entonces los estoy enviando una vez al mes. Con éste se cumplen 12 artículos, y al renovar mi compromiso con los lectores, me gustaría saber cuáles son los temas que les interesaría que abordara en ellos. De acuerdo a sus respuestas, veré si puedo o no satisfacer sus expectativas.

Además de acceder a lo que se me pidió, mi intención era crear conciencia en la Familia de la importancia de la oración cantada y de su importante función en la liturgia, la catequesis y la pastoral de la Iglesia universal. Y también transmitir de alguna forma mi experiencia de muchos años al común de la gente que debe hacerse cargo del ministerio musical. Muchas personas piensan, por ejemplo, que si no saben tocar la guitarra no pueden colaborar con el canto. Y para hacerlo sólo basta con el instrumento vocal (la voz), que es el más importante de los instrumentos musicales; sin el cual no sacamos nada con saber tocar la guitarra. Si tomáramos más en serio la formación musical y la práctica vocal desde la infancia (yo tuve la suerte de asistir al Conservatorio y tener clases de piano con una tía durante mucho tiempo) estaríamos mejor preparados al apoyar el canto en la Iglesia cuando sea necesario.

A cantar se aprende básicamente cantando. Y el oído musical se adquiere y se mejora practicando. La práctica auditiva ayuda mucho, por ejemplo, para afinar la guitarra comparando sonidos; sin necesidad de tener un afinador electrónico. He notado la dificultad que existe en la Iglesia para aprender bien los cantos; porque las personas no cuentan con un método práctico para anotar las melodías que escuchan de las grabaciones (que actualmente son su principal fuente de aprendizaje) con el fin de memorizarlas o de modificar su altura. Existen programas computacionales editores de partituras que son fáciles de usar, pero para ello se requieren conocimientos básicos previos. Y con los conocimientos musicales más la práctica auditiva, la melodía y la armonía (los acordes de acompañamiento) de una canción se pueden escribir con lápiz sobre las sílabas del texto.

CARILLÓN es el nombre con que nació mi proyecto musical, en diciembre del año 2000. Se trataba de un dúo para cantar y tocar en ceremonias religiosas (lo cual yo ya hacía, sola, desde 1994); formado por Hernán Castillo, un joven profesor de historia y geografía (discapacitado visual) que tocaba el teclado, y yo, profesora de música (actualmente pensionada a partir de 2004 por razones de salud) que acompaño mi canto con guitarra. Nuestro dúo duró sólo dos años, pero yo quise continuar con ese nombre; pues la imagen de las campanas me recuerda el carillón de Bellavista; cuya solemne y jubilosa alabanza permanente a la Santísima Trinidad expresa para mí más que muchas palabras. Nunca he dejado de cantar de una forma u otra en la Iglesia, desde que era niña, y comencé a participar en grupos de Schoenstatt a los 11 años; en la época de la construcción de nuestro Santuario de Agua Santa, en Viña del Mar.
Hoy, a los 57 años, nunca he olvidado aquellos tiempos en que las misas se preparaban entre todos (éramos pocos, y los asesores nos enseñaban a elegir los cantos de acuerdo a los tiempos litúrgicos y a las lecturas bíblicas). Los cancioneros y las hojas con la liturgia y con los cantos eran muy importantes, y los cantos se aprendían ensayándolos y cantándolos en común. También se realizaban concursos de canciones, sobre todo en torno a los ideales de rama, en los cuales yo participaba apoyando creaciones grupales. A los campamentos de formación, la Juventud Femenina iba con dos asesores: un padre de Schoenstatt (había más sacerdotes en proporción a la cantidad de miembros de la Familia) y una hermana de María. Teníamos misa diaria. Nos organizábamos en distintos comités (en los que cada una elegía participar), tales como liturgia, entretenciones, cantos, logística y comité económico, y para los demás quehaceres nos turnábamos. Las misas que mejor resultaban eran aquellas en que el comité de liturgia y el comité de cantos (en el que yo invariablemente participaba), se ponían de acuerdo para la selección de los cantos, con el apoyo del celebrante.
Esa experiencia litúrgico musical en común, (y también de todo tipo de cantos, en las convivencias de la Familia) fue muy importante para mi futuro. Estudié Educación Musical en la PUCV y logré ejercer durante 10 años mi profesión; pese a mis problemas de salud. También he cantado durante mucho tiempo en coros (dejé de hacerlo en 1994, junto con despedirme del sistema educacional). Hace más de un año grabé un CD en el estudio de grabación de Jonathan Ballero (limitado visual) llamado "CARILLÓN, oraciones cantadas"; con cuatro sencillas canciones que compuse en base a oraciones tradicionales de la Iglesia y del librito de oraciones "Hacia el Padre", del P. José Kentenich. La grabación de ese CD fue el tema principal del primer artículo que envié a Schoenstatt Vivo. Luego seguí escribiendo acerca de mis vivencias y conocimientos musicales y litúrgicos.
¿Qué otros temas les gustaría que tratara de aquí en adelante? quedo a su disposición.

 

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