Con ojo avizor

Con ojo avizor             ¿Qué es para nosotros la política, el orden, o el gobierno? ¿Bajo qué mirada asumimos nuestro deber ciudadano? Una reflexión sobre las responsabilidades y las exigencias de la vida cívica.  

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle

Está convulsionado occidente. Una mirada al globo y da para pensar en verdaderos síntomas de parto. Si pensábamos que Europa vivía una especie de mundo ficticio, tanto más lo es a este lado del globo. Son muchos los que no logran subirse del todo al carro del progreso. Y eso trae consigo frustraciones y comprensibles rabias.

Pero preferible estos síntomas antes que una paz de cementerio, como la que existe en otras constelaciones culturales, donde aparentemente todo se encuentra en orden. Un terrorífico orden. Ya el Papa Francisco puso el dedo en la llaga al apuntar a la forma en que construimos sociedad, señalando que son muchos los que se han quedado al borde del camino; que se sienten desplazados de un desarrollo que se promete, se pone en vitrina, pero pasa de largo.

Hoy, más que nunca, se exige de quienes detentan un puesto de responsabilidad pública – sea como presidente o parlamentario – un ojo avizor, que aguarde vigilante y cauteloso, atento a los signos de los tiempos. Que prevea los cambios y anticipe la efervescencia social. No nos podemos dar más el lujo de dejarnos sorprender por los acontecimientos, respondiendo con planes improvisados y trasnochados.

En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? Nada de eso. Suplica en cambio: "Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal" (1 R 3,9). Sabiduría es el don que pide quien se dedica al servicio público, y es la que deseo para los que se aventuran en la recta final de este año y del próximo.

En este relato se nos indica lo que es importante para un político. Su criterio último no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política es un compromiso por la justicia y por crear las condiciones básicas para la paz y bien entre sus gobernados. Gobernar no es más que servir.

Vivimos planificando la vida, muy preocupados de lo urgente. Tanto, que olvidamos lo importante. Nos hemos vuelto “cortoplacistas”. Un signo de ello es la mirada casi enfermiza de todos a las encuestas casi diarias, como el rating en los televisores. Por lo mismo, ansiosos de resultados inmediatos, lo que lleva a mayor frustración.

Es tiempo de pensar en marcos más amplios y ambiciosos por lo mismo, buscar la integración y no la exclusión; aprender a convivir constructivamente. Y esto es más que tolerarse con dientes apretados. Es tomar conciencia que, sin el otro, nos terminamos por hundir.

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