Conquistando la Corona de María

Conquistar el corazón de alguien requiere tiempo, fidelidad, ganarse la confianza de la otra persona. Con la Mater sucede algo similar; es una relación que no se da de la noche a la mañana, sino que se da conforme vamos entregando y recibiendo amor, dolor y alegría.

Miércoles 17 de septiembre de 2014 | Lucía Zamora

¿Qué actitud ante la vida puedo cambiar y convertirla en una pequeña pieza de esa hermosa corona?...¿Qué emoción brotará de mi corazón al ver a nuestra Madre coronada?

Cuando un hombre conquista a una mujer, o un amigo (a) conquista la amistad de alguien más, la relación se va transformando poco a poco, los vínculos son cada vez más fuertes; vínculos que nacen en la entrega mutua, en la verdad y en el amor que Dios va dejando.

La conquista de una relación deber ser en la fidelidad a la verdad para poder lograr fortalecerla, porque si no es así, fácilmente se puede romper, se romperá con un mal entendido, con una equivocada actitud, o simplemente al dejar entrar el tiempo y el aire, sin la pausa de una linda conversación, de un enojo a tiempo, o de una mirada acompañada de una sonrisa. Así de sencillo las relaciones se pueden desvanecer. Por esta razón la conquista es muy importante, pues regala la confianza y la certidumbre necesarias para dejar crecer fuertemente el amor en la amistad.

Con la Mater pasa lo mismo, poco a poco, vamos entrando en confianza con Ella, hasta que el dar y el recibir se convierten en acciones que nutren el corazón y la razón. Sin embargo esto no ocurre de la noche a la mañana, se va dando conforme vamos entregando y recibiendo amor, dolor y alegría. Todo esto va restaurando el alma para fortalecer la relación entre la Mater y cada uno de nosotros, logrando así un hermosa conquista de corazones.

Y ¿Cómo conquistaremos la corona de María? ¿Cómo la conquisto YO día a día? El P. Kentenich nos habla de una "libertad domesticada", y creo que esa libertad de la que habla, tiene mucho que ver con la conquista de: una relación, de una acción o de un objeto. En este caso...la conquista de la corona.

Cada símbolo de nuestro Santuario tiene su significado, significado que toma fuerza con nuestro capital de gracias, fortaleciendo así la esencia del objeto, pero lo más importante es que nos fortalece a nosotros mismos, ya que nuestros ofrecimientos son hechos con la fuerza de voluntad, al lograr hacer o dejar de hacer una cosa u otra. A esto le podemos llamar "libertad domesticada"; una libertad que se desarrolla en la necesidad de hacer lo mejor para los demás, sin dejar que los ruidos del mundo intervengan al realizar actos que solo están en la mirada de Dios.

Conquistar la corona de María es mucho más que un requisito para completar los símbolos del Santuario. Es querer dominar nuestra libertad realizando actos que dobleguen al resentimiento, al egoísmo, a la envidia y a los miedos. Es querer hacer la voluntad de Dios con nuestros semejantes sin temor a equivocarnos, transformando este mundo, en un mundo de paz y armonía. Es querer escuchar la voz de Dios, dejando a un lado las tentaciones que llegan a cada momento a nuestros pensamientos.

Queremos tener a nuestra Reina entre nosotros, luchando por su pueblo, con la autoridad y la decisión para dirigirlo hacia un mundo mejor. Esta corona será el depósito de nuestra confianza, pero también nos recordará lo débiles que somos ante un mundo donde la miseria humana no deja de asomarse, y donde la fe y la esperanza parecen no existir. Será una corona que nos recuerde que siempre estaremos al servicio de nuestra Madre Tres veces Admirable de Schoenstatt.

La conquista nos lleva a dominar nuestro carácter, a disfrutar de la vida tal como viene, por eso coronar a María nos fortalecerá como pueblo de Dios, nos unirá en el amor, la humildad y en la misericordia; regalándonos una personalidad que nos convierte en hijos de la única Reina en el mundo...de la madre de Dios... nuestra Reina Madre.

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