Corazón Rojo

Estamos en medio del mundial Sudáfrica 2010. Todo huele a fútbol. Se respira y oye, literalmente, más sobre este deporte que sobre decenas de otras noticias de infinita mayor envergadura. Se comprende...

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle
Estamos en medio del mundial Sudáfrica 2010. Todo huele a fútbol. Se respira y oye, literalmente, más sobre este deporte que sobre decenas de otras noticias de infinita mayor envergadura. Se comprende, luego de 12 años sin participar en las grandes ligas. Tengo confianza en la selección de Bielsa, en sus jugadores y, sobre todo, en la hinchada. Una parte no menor del éxito de un equipo es el apoyo popular, como bien lo reconocen los mismos jugadores, para quienes el estímulo de sus seguidores es fuente de energía y seguridad. El fútbol nos acerca unos a otros, rompe barreras ideológicas, raciales y sociales, destruye prejuicios. Fortalece, une, fraterniza, eleva el espíritu. En último término, humaniza, hace mejores personas. Le debemos al futbol más que a muchas sesudas reuniones interdisciplinarias o foros mundiales. Una buena pichanga puede más limando asperezas, derribando desconfianzas, acercando posiciones, que muchas soporíferas reuniones y discusiones. El buen fútbol aproxima posturas irreconciliables entre pueblos distantes y aparentemente enemigos. La película Invictus cuenta la historia del inicio de la era Mandela y su genial ocurrencia para acercar dos culturas artificialmente contrapuestas como las que convivían en Sudáfrica. En un gran acierto, Mandela coloca al rugby como emblema de identidad y factor de unidad. Buscaba un punto de encuentro nacional y lo encontró en la cancha. Nada de sentarse a discutir sobre cómo superar rivalidades y prejuicios raciales o como acabar con las tensiones y peleas sempiternas que desangraban su aún endeble proyecto. Simplemente ponerse pantalones cortos, armar bien un equipo, buscar personas carismáticas y ponerse a jugar. Ahí se prueba el alma, la garra y empeño; el amor por el equipo, por un pueblo, por una nación. Mandela supo encender el alma de una nación destruyendo recelos y suspicacias y fijando la atención en un anhelo común, base de la grandeza de un pueblo. Grandes empresas y oficinas de profesionales han hecho del futbol un campo de conocimiento mutuo, de capacitación y descubrimiento de habilidades dentro de sus equipos de trabajo: empatía, capacidad de liderazgo, adaptación a un medio, capacidades sociales, resiliencia. Todas virtudes que se revelan tras una pelota. En los jóvenes, el deporte imprime carácter, disciplina, fortaleza y capacidad de riesgo. Enseña a superar derrotas y a administrar humildemente las victorias. Los deportes de equipo muestran mucho de lo que se anida en el alma humana. Ahora, durante un buen mes, tendremos oportunidad de vivenciarlo cara a cara. Cualquiera sea el resultado del mundial, la "Roja", Bielsa y todos los que conforman la selección ya nos han enseñado que la dedicación, el empeño, la disciplina, y el trabajo duro y sudado valen la pena. Que no se olvide. Y que sigan dando lo mejor de sí. P. Hugo Tagle
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