CREO EN EL SER HUMANO
Creados a Imagen y Semejanza ¿nos acordamos de esto? Una reflexión sobre las sorpresas y enseñanzas que nos brinda la cotidianeidad, y un canto de alabanza a la obra maestra de Dios.
| Roberto Prieto Roberto PrietoDías atrás transitaba por una calle del sector norponiente de Santiago y pude observar a un pequeño grupo de hombres de una edad que yo calculé bordearían los 70 años.
Entusiastamente jugaban a la rayuela, a la antigua, con tejos, con la lienza en una caja con barro, y lanzándolos acertadamente desde una buena distancia. Me llamó la atención verlos, especialmente a uno de ellos que con un cigarrillo a medio fumar, pegado a sus labios y manteniendo casi por milagro una larga ceniza que se negaba a caer, se desplazaba desde el borde de la cancha hasta el lugar de lanzamiento, con alguna dificultad; era más bien delgado y de aproximadamente un metro sesenta. Al tomar los tejos, me pareció que su altura disminuyó algunos centímetros, y su andar se hizo muy lento. Con curiosidad me detuve a mirar su lanzamiento; el primer tejo quedó pegado a la lienza, tocándola ostensiblemente; el segundo hundió la lienza en el barro; miré impresionado y casi sin creerlo: el resto del cigarrillo, y particularmente la ceniza seguían porfiadamente en su mismo lugar; pensando que había sido un tiro de suerte (dos en realidad). Observé a los otros jugadores para ver alguna expresión de asombro y lo único que escuché fue algo así como ya puh, cabréate
Antes de seguir mí camino miré el computador colgando de mi hombro y no pude dejar de hacer la comparación; y nuevamente llegué a la conclusión de que independientemente de los grandes avances de la tecnología, de los enormes e innegables aportes que pueden hacer, no encuentro hasta ahora ninguno que me maraville más que el ser humano.
Y pude maravillarme nuevamente, sólo considerando un aspecto físico, al valorar la capacidad para realizar, sin una instrucción específica, una ejecución tan precisa: la tremenda capacidad para medir peso, distancia, velocidad del viento, y quien sabe cuántos factores que le diera como resultado un lanzamiento de tremenda eficiencia.
Y de ahí pasé a otros aspectos y pensé en la capacidad humana para relacionarnos; de cómo personas que muchas veces tenemos etiquetadas en cualquier momento nos pueden sorprender actuando de manera totalmente diferente a lo que pensamos debiera ser su forma de proceder. Pensé en cómo muchas veces condicionamos a otros simplemente desde el prejuicio y reforzamos permanentemente esta malísima (a lo menos en mi opinión) costumbre de calificar previamente a otro.
Creo firmemente en el hombre. Y no sólo creo, tal como lo hacen muchos filósofos, sociólogos, educadores que estudian u observan al ser humano y afirman que estamos creados por y para el amor, sino que me propongo día a día a buscar la oportunidad para maravillarme en mis hermanos.
Uno de mis entrañables maestros nos repetía constantemente algo así como: es posible que una persona esté sumergida en el barro (él lo llamaba de otra manera) hasta su quinto subterráneo, y a pesar de ello siempre habrá una parte de él o ella que refleja humanidad, una parte que es capaz de amar y ser amada.
Y ahora vuelvo a pensar que no basta con creerlo, sino que también es un pensamiento que vale la pena difundir, quizás porque nos ofrece una enorme oportunidad de ser consecuentes con nuestra naturaleza humana, de adherir a la postura de grandes personas que lucharon y luchan por una sociedad justa, por un sentido de equidad, de respeto y solidaridad.
Somos seres extraordinarios y muchas veces nos empecinamos en tratarnos como a la más ordinaria (en sentido peyorativo) de las especies, olvidándonos del principal mandamiento que nos propone nuestra fe, reservando los elogios, entre otras cosas, para cuando ya son extemporáneos. De ahí mi propuesta de intentar decir en vida y en cada oportunidad que nos sea posible, cuánto queremos y apreciamos las acciones de quienes nos rodean.
Por eso, a mis amigos y cuantas personas conozco, aprovecho de decirles en estas líneas que de verdad los quiero mucho.