Despenalización del aborto en Chile

Compartimos con ustedes una profunda carta publicada en El Mercurio, enviada por el padre Marcelo Gidi, acerca de la despenalización del aborto en Chile y las tres causales que se proponen.

Viernes 14 de agosto de 2015 | P. Marcelo Gidi

"Que esta sociedad comprenda que el ser humano es una esencia en sí y que debe ser respetado en toda circunstancia". Estas palabras de Carmen Gloria Quintana las escuché días después de leer la Encíclica Laudato Si', del Papa Francisco, quien invitando a una mayor atención y respeto por la creación, señala que las causas de la degradación ambiental son principalmente manifestación de la degradación humana, y que la vida humana es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación (LS5).

A la luz de lo expresado por ambas personas, creo que así como quemar a un ser humano es un acto deleznable, que nunca más debe ocurrir en mi país y menos aún si se acomete por aparatos del Estado, el aborto es también una realidad conmovedora que debemos evitar porque es un no respeto a la dignidad, a la vida y a la integridad de la madre y del que está por nacer.

Sin juzgar ni condenar a nadie, haciéndome cargo como ciudadano de esta realidad, me cuesta entender el planteamiento que leí de alguien que por un lado propone aprobar el proyecto de ley de despenalización del aborto en tres causales, y por el otro reconoce: "Viví un aborto y es una experiencia tremendamente dolorosa para cualquier mujer".

¿Qué hacer entonces? No podemos negar y evitar el problema. Pero reconociéndolo, no podemos desconocer que tanto la madre como el feto merecen todo nuestro respeto y apoyo, valor y protección en su dignidad. Debemos tener claro que lo que está en juego no es solo el bien particular, sino el bien común de todos los chilenos. Injusto sería que un país no acompañara, que dejara solas a las mujeres en estas difíciles circunstancias. Pero no es justo que se las acompañe con una ley que despenalice el aborto directo, el que tal vez sea legal, pero nunca será moral.

No podemos resignarnos a pensar que el aborto en esas tres situaciones que plantea el proyecto de ley es la mejor solución o la mejor manera que tiene una sociedad de hacerse cargo responsablemente de la madre y del hijo.

No me siento ni superior a las mujeres ni con una verdad absoluta, tampoco quiero imponer mi punto de vista, estoy solo dialogando. La madre y el hijo no son algo. Ninguno de los dos es descartable, ambos deben ser responsablemente acompañados y protegidos.

No comparto el planteamiento que el derecho a la autonomía corporal de la mujer es absoluto, menos cuando la vida de otro cuerpo depende solo de ese cuerpo. Creo que este derecho se puede suspender parcialmente, porque si no el derecho a la vida del que está por nacer se vulnera de forma absoluta e irreversible. Como sociedad "debemos proteger a un embrión humano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades" (LS120).

Tomando en serio la trascendencia ética y política de las implicancias de una eventual ley de despenalización del aborto, es iluminador lo que se afirma en la Encíclica. "Todo está conectado". Si no se reconoce el valor de un embrión humano, de una persona con discapacidad, para justificar el aborto, no podemos defender coherentemente otras formas de violación a la dignidad humana y difícilmente se respetará el valor de la vida en general.

Fuente: Elmercurio.com

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