Columna de Opinión

DIOS GUARDE AL PADRE KENTENICH- Por Álvaro González G.

| Álvaro González G. Álvaro González G.

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Dentro nuestro, varios anhelamos que este último episodio en la historia de la familia de Schoenstatt pase rápidamente, que se liberen archivos vaticanos que constaten que el apunte personal del R. Padre Tromp no fue más que una situación puntual, un malentendido. Rezamos, en cierto sentido, para que Dios nos “guarde al Padre Kentenich”, que nos devuelva incólume a nuestro fundador, que podamos volver a la situación en que nos encontrábamos hace un poco más de dos semanas, con un Padre Kentenich con camino avanzado en el proceso de beatificación e inexistentes actitudes como las denunciadas en los últimos días.

Difícilmente será así. 

En primer lugar, nos hemos dado cuenta que, pese a nuestra estructura de familia, sólo algunos pocos manejaban cierta información del fundador. En segundo lugar, que ciertos registros que hasta el momento muchos creíamos inaccesibles (parcial o completamente), como la Epístola Per Longa, al parecer no eran tan reservados. A la carta del 31 de mayo le siguieron las actas de la primera visitación, el libro defensa del Padre Kentenich "Apología Pro Vita Mea", y una serie de testimonios que intentaban, ahora sí, presentarnos al Padre Kentenich en todas sus facetas. Daba la sensación que cada reenvío de dicha documentación nos liberaba de un vacío generado por la falta de información histórica. 

Para sumar otro antecedente, el Nihil Obstat, que en las primeras horas parecía el escudo que nos defendía de infames acusaciones al Padre, lo hemos visto tambalear los últimos días. La certeza del contenido que dio lugar a su pronunciamiento ya no es tal, no por nada, el Obispado de Tréveris designó una comisión histórica para analizar el proceso de beatificación a la luz de los nuevos antecedentes que han surgido. Si bien es cierto que el Nihil Obstat se pronuncia sobre miles de páginas que contiene el proceso de beatificación del Padre Kentenich, y que el R. P. Tromp -a sabiendas del testimonio de la Hermana-, no siguió adelante un proceso por dichos hechos; no es menos cierto, que nadie del movimiento (esta vez sí), sabe lo que contienen los escritos del referido visitador, y vaya uno a saber cuántos otros que estén archivados en el Vaticano que testimonien sobre la vida del fundador.

Desgraciadamente, algunos nos quedamos con la sensación de que ya no conocemos tanto al Padre Kentenich, y que este proceso recién comienza. También nos quedan dudas sobre nuestra “estructura familiar”, donde aparentemente sólo algunos tienen acceso a determinada información: ¿Falta de confianza?; ¿No estamos todos tan preparados para recibir información delicada?; ¿Falta comunicación entre las distintas instancias del movimiento?

Temo que iniciamos un proceso desgastante, largo, y que nos presentará a un fundador distinto. Difícilmente se obtendrá una sentencia de un proceso disciplinar que se pronuncie sobre las materias denunciadas. Probablemente conoceremos a un fundador más humano, donde cada uno tendrá que hacer el ejercicio de ver cómo se relaciona con él: a nivel intelectual, emocional, etc…

Pero hasta aquí he dejado de lado uno de los puntos más importantes, a mi parecer. El camino para conocer nuevos antecedentes de la vida del Padre Kentenich puede que dure años, ¿qué riesgos corremos hasta llegar a ese punto? Quizás podrían darse los siguientes: una familia con dificultades para conocer realmente a su fundador; descansar en los relatos verbales de los Padres o Hermanas del movimiento, sin generar una investigación y análisis propio de los nuevos antecedentes que vayan surgiendo; espiritualizar el problema al que nos vemos enfrentados, rezando para que Dios se haga cargo de esto; eventuales divisiones que puedan surgir por posiciones diversas al interior del movimiento; fugas de las ramas de la juventud, entre otras.

Dios guarde a la familia de Schoenstatt.

El camino será largo, tenemos que cuidarnos, decidir cada uno cómo vivirá este tiempo, y rezar para que se respeten las posturas que vayamos asumiendo. Podremos ser una nueva familia que comparte no sólo lo que lleva en el corazón, sino que también lo que conoce. Debemos ser ejemplo en la manera de abordar este camino, de manera transparente, informando claramente lo que se viene por delante, y sincerando que no sabemos qué nueva información surgirá del fundador. Lo único cierto es ofrecer el camino y rezar por la familia. 

Álvaro González G.

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