Dios no te castigó... te eligió
"No te castigo, te eligió", más que una frase es una verdad absoluta. Dios nos elige para una u otra cosa. A veces son tareas demasiado duras, otras no tanto, algunas son divertidas y espontáneas, pero todas son su decisión, todas son elegidas con mesura para cada hijo suyo. Ninguna se le dará a aquel que no pueda con ella, y nosotros tenemos la obligación de responderle a su altura, con la mirada hacia el cielo, y no con la mirada en la tierra.
| Lucía Zamora (México) Lucía Zamora (México)En una de mis visitas al hospital, me reencontré con una señora, mamá de una pequeña niña enferma de leucemia llamada "Dulce". Platicando, recordamos la primera vez que nos vimos en el hospital. Revivimos con detalle ese día.
No olvido que la encontramos llorando, pues apenas se había enterado del diagnóstico de Dulce. En aquella ocasión, el Padre Nacho me acompañó a la visita y, para mi sorpresa, ella recordó la fecha exacta y las palabras que el Padre le dijo en aquel momento. Ese día del diagnóstico, cuando me despedí, la abracé y la consolé un poco. Después se acercó el Padre e hizo lo mismo, sólo que él le dijo algo que no escuché y que, por prudencia, nunca pregunté. Apenas hace unos días supe cuáles fueron esas palabras que mi querido Padre Nacho le regaló en aquellos momentos de tristeza. Tal vez él no recuerde este detalle, pero si lee este artículo, se va a enterar de todo lo que sus palabras hicieron en esta mujer.
Fue un 10 de mayo, día de las madres en México.
- Recuerdo -dice la señora- que le dije al padre: ¿Por qué Dios me castigo. Y él me contestó: No te castigó, te eligió.
Esta visita fue hace dos años y el reencuentro con esta mujer ocurrió apenas hace unas semanas. Dulce tiene ya dos años de tratamiento y va muy bien. Su madre (no puedo recordar su nombre), con un rostro lleno de alegría, hace un año fue mamá por segunda vez, y su vida va caminando bien. Creo que con esta pequeña frase que el P. Nacho le obsequió, se reconcilió con Dios, proyectando todo su amor, transformando y cuidando a una familia que El le encomendó. Seguramente, la recompensa será ver en el rostro de sus hijas la felicidad que ella sembró en su pequeño corazón. Una labor que seguramente inició después de sentirse elegida y querida por Dios.
"No te castigo, te eligió", más que una frase es una verdad absoluta. Dios nos elige para una u otra cosa. A veces son tareas demasiado duras, otras no tanto, algunas son divertidas y espontáneas, pero todas son su decisión, todas son elegidas con mesura para cada hijo suyo. Ninguna se le dará a aquel que no pueda con ella, y nosotros tenemos la obligación de responderle a su altura, con la mirada hacia el cielo, y no con la mirada en la tierra. Así podremos mirar con amor y con pasión la voluntad de Dios, y seguramente los resultados van a ser los que Él quiere, y no los que nosotros deseemos. Esto nos llevará a una profunda transformación del corazón, para nuestra felicidad y para los que nos acompañan.
Aceptemos con gratitud y esperanza, todo lo que venga de Dios, aunque nos cause un dolor en el pecho, aunque las lágrimas se apropien de nuestro rostro, y aunque nuestro corazón no alcance a comprender la difícil tarea. Recordemos que Él nos ha elegido, no nos ha castigado. Y aquel que se sienta elegido, seguramente terminará con orgullo la encomienda de Dios.