El Alma de José Kentenich - Hna. M. Clara Greene
Con motivo del lanzamiento de Libro “El Alma de José Kentenich” del Padre Rafael Fernández, la Hermana María Clara Greene hace un breve y profundo desarrollo del significado del alma humana y algunas de sus características en la persona del Fundador de Schoenstatt.
| Hna. María Clara Greene Hna. María Clara GreeneEl alma de José Kentenich
Por Hna. M. Clara Greene
Con gusto los saludo y comparto con ustedes este momento tan especial como lo es la presentación de esta nueva obra del P. Rafael.
Le agradezco al Padre Rafael y a la Editorial nueva Patris esta invitación.
En primer lugar, quiero poner en contexto el nacimiento de este libro.
Ocurre en la cercanía más próxima de la conmemoración de los 50 años de la muerte del Padre Kentenich. Es en atención a este hito por lo cual se convocó a un año dedicado a su persona.
50 años es una fecha inmensamente significativa.
El Padre nos señaló en diversas ocasiones que unos cincuenta años después de la muerte de un fundador, una comunidad podría caer en una crisis vital, donde ya no estaría más firme la fidelidad al fundador y a su carisma, etc.
En un diálogo personal con el Padre en torno a la pregunta acerca de qué pasaría cuando el Padre ya no estuviera más entre nosotros velando personalmente por su Obra, dijo nuestro Padre con gran seriedad más o menos lo siguiente: "sí, unos cincuenta años después de la muerte de un fundador existe el peligro grande de que una comunidad caiga en una crisis seria. Visiblemente asustada, la Hermana con quien hablaba el Padre le respondió: 'Pero no en Schoenstatt, ¿verdad? Seguro que aquí no pasa.'
Nuestro Padre dijo: 'Ciertamente puede pasar, pero solamente si la Familia no permanece fiel a sus fuerzas fundamentales. En ese tiempo hace falta una renovación y consolidación interiores fundamentales. Después la Madre de Dios quizás le regale al Padre hijos que lo entiendan mucho mejor que los actuales.'
La hermana le dijo: '¿De veras?'. Y el Padre respondió: "Sí, entonces puede comenzar una reflexión más profunda, libre de ciertas cargas terrenas."
(Begegnung in der Marienau am 11.9.1968, Hna. M. Anntherese)
A los 50 años de la partida del Padre Fundador a la vida eterna, hacia la vocación definitiva de toda persona, ¿estamos en condiciones de estar contados entre aquellos que pueden comenzar una reflexión más profunda, y más libre de cargas terrenas?
El camino que nos conduce hacia ello es univoco: es penetrando en "el alma de José Kentenich". Título y contenido del libro que presentamos hoy, a la sombra del Santuario.
Cuando digo "alma" no pienso en un dualismo, como si existiera un alma sin un cuerpo, sino me refiero a "alma" en cuanto principio formal, mirado desde la filosofía y en cuanto núcleo personal, desde una antropología más personalista.
De fondo, se trata de entrar en esa realidad sagrada que nos da acceso a la fisonomía interior de una persona y de la cual se puede deducir pautas fundamentales, a modo de principios y criterios, capaces de orientar paradigmáticamente el desarrollo de un todo distinto a sí mismo.
Para referirme a esto, recurro a una religiosa carmelita de la época de la II guerra. Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Quizás, si digo Edith Stein resonará más su nombre y su pensamiento. Su filosofía fenomenológica me ayudará para hablar del alma en el sentido en el que en esta tarde me interesa.
En su libro Die Frau (La mujer), ella plantea la pregunta "¿Puede hablarse en general del alma de las mujeres?"(1) Ella misma explica que la ciencia del alma, trata sobre todo del alma del ser humano, y no de éste o aquél individuo, sea cual sea su diferenciación. Y sin embargo, aunque la pregunta por lo propio del ser humano, prefiera hablar de la generalidad más que del caso individual, ella mantiene la pregunta si es que existe un tipo de mujer, si se puede descubrir algo común en el tipo de mujer, si se deja reducir a unidad toda la enorme variedad de mujeres que encontramos en la vida y delimitar esta unidad frente al alma del varón. Vale decir, que si bien no podremos exponer la prueba filosófica de que en el ámbito de lo existente hay algo que podríamos denominar especie del alma femenina(2), si podemos corroborarlo y confirmar que en todas las mujeres existe una "base común: llegar a ser aquello que ella debe ser, desplegar y madurar en aquella unión de amor que desata fructuosamente este proceso de maduración y a la vez, incentivar y promover en los otros esta maduración en orden a su plenitud, todo eso constituye la necesidad femenina más profunda, necesidad que puede manifestarse con muchos ropajes, también en las desviaciones y degeneraciones".(3)
En base a esta lógica de pensamiento, me atrevo a proponer que en el caso de nuestro Padre Fundador podríamos descubrir una fisonomía muy determinada de su alma a la que le corresponde un tipo sumamente original. En el lenguaje de la teología eclesiológica, podríamos decir un tipo carismático, es decir, portador de un carisma que los capacita de tal forma de configurarse como Padre o Fundador.
Desde la doctrina de las Causas se sostiene que todo obra en cuanto que está en acto, todo ser está en acto en virtud de su forma; la forma del hombre es su alma.
Luego, y usando el argumento de Edith Stein a mi favor, si hay algo así como un "alma de padre", hay acciones humanas que son propiamente paternales, si hay un "alma de profeta", hay acciones y concepciones propiamente proféticas, si hay un "alma mariana", hay rasgos propiamente marianos.
Al auscultar el "alma" de nuestro Padre y Fundador y darle a ella ciertos rasgos característicos, nos encontramos con una persona que en el desarrollo fecundo de su vida, perfiló su fisonomía exterior desde un "tipo" de alma modelada para el cumplimiento de una misión específica.
Los textos autobiográficos del P. Kentenich recopilados intencionada y fructuosamente por Padre Rafael Fernández, ayudan a descubrir, siempre de forma velada, el alma del Padre.
Podría detenerme en muchos aspectos que aquí se recogen, por ejemplo, lo sacerdotal, lo mariano, la libertad, la fineza, etc, pero, en virtud del tiempo, solo entresacaré dos rasgos que me parecen especialmente relevantes en el contexto actual, especialmente por la hora de costura que vivimos a los 50 años de la muerte de nuestro Fundador:
El Padre poseyó un Alma de profeta: y al igual que los profetas del AT manifiesta esa experiencia de sufrir por adelantado lo que sufre el pueblo. Es la experiencia que describe en el texto de 1955: "Como tipo del hombre moderno, pude experimentar en abundancia su angustia espiritual"(4).
El alma de profeta que siente como Juan Bautista que creció y se fortaleció en el desierto. En una carta al Padre Köster en 1955 le describe: "Dios me condujo desde mi más tierna infancia por sendas que, con toda razón podría calificar de caminos de desierto. En el desierto creció Juan Bautista y se fortaleció en su vocación de precursor y profeta"(5). La experiencia de contingencia, propia de quien es llamado para una misión divina, la deja entrever en la plática del 31 de Mayo de 1949 en Bellavista: "(...) Esa fue la lucha personal de mi juventud. En ella pude vencer aquello que hoy conmueve a Occidente hasta en sus raíces más profundas"(6). La experiencia del profeta de ser alguien enviado, se deja ver en las palabras del Padre al llegar a Chile el 23 de Junio de 1947, cuando parafrasea al profeta Jeremías: "Si miro hacia atrás y contemplo todo lo que han traído los años pasados, previsto en los planes de Dios, vienen a mi mente las palabras del profeta Jeremías: 'Irás donde te envíe, harás las obras que te encomiende, dirás las palabras que te dicte. No temas seré tu protector ́." Y continúa diciendo: "Ésta es la clave que explica mi presencia aquí".(7)
Hay un rasgo más en el alma del Padre que lo hace compartir la identidad de un profeta. El Padre poseyó un alma intocada, exenta de cualquier influencia humana. No en pocas ocasiones el Padre hizo referencia a ello. En la misma carta al Padre Köster, citada anteriormente lo declara: "Al repasar los años de mi infancia y juventud, hasta la época de mi ordenación sacerdotal, descubro que mi desierto consistió en no encontrar jamás un hombre de una personalidad tal que hubiese podido ejercer una concreta y profunda influencia sobre mí. Mi alma permaneció, de manera especial, abierta a Dios, a sus deseos y voluntad (...) Mi alma se mantuvo tan exenta de contactos a nivel personal que resulta difícil imaginarlo (17.01.1955)"(8). En sus bodas de plata sacerdotales se refiere a esto con la certeza de que solo la Santísima Virgen tuvo influencia en su educación(9). El Padre se refiere a esto en estrecha relación al sentido de su vida y de su misión, ya que esta vivencia tan radical de la profunda soledad en el contacto humano, en palabras suyas, lo hizo "en forma relativamente temprana, interiormente libre ante el favor o desfavor, la alabanza o reprimenda, la aceptación o el rechazo de los hombres, y así extirpó en mí el germen del hombre masa. (1960)"(10). Con esto vemos que estamos ante una persona radicalmente elegida, entresacada, preservada, por Alguien y para algo.
El Padre poseyó un Alma radicalmente orgánica. Este es el segundo aspecto que quisiera compartir en esta tarde. La lucha del Padre por una forma de comprender la realidad, como un todo consecuente, entretejido, engranado, no es del orden ideológico, sino se trata de una cosmovisión, es decir, de una forma de comprender la realidad, de juzgarla, de valorarla y de modelarla. Éste, se manifiesta como un rasgo identitario en el Padre, fraguado desde su juventud. Es un rasgo fundamental de su alma y por lo tanto es principio formal para su acción. Tal es la densidad de este aspecto, que es factor constitutivo del carisma con el que Dios lo dotó. Creo que nos quedamos siempre escasos de descripciones para transmitir este punto, esencial en la fisonomía interior del Padre y lo que él plasmó en la espiritualidad que anima y nutre nuestra Obra. Solo una cita del año 1951 para resaltar esta idea: "No deberíamos educar en una orientación unilateral hacia el mundo sobrenatural. El hombre católico está orientado hacia el mundo del más acá y, a la vez, hacia el mundo del más allá. Está arraigado en la tierra, está arraigado instintivamente a en corazones humanos, pero también orientado hacia el más allá: vive en el corazón de Dios. En su corazón no solo acoge a Dios, sino también a personas que tienen necesidades propias de la naturaleza."(11)
Uno de los aspectos más radicales de éste punto, se expresa que a la hora de comprender la organicidad de las vinculaciones en el plano natural y sobrenatural, el Padre se comprendió así mismo transparente de la paternidad de Dios. ¿Es algo presuntuoso o atrevido? ¿Es algo herético? ¿Es algo inoportuno en el contexto cultural actual? No. Es algo enteramente católico y fruto de una fe orgánica, donde el plano de lo natural y de lo sobrenatural se imbrican. ¿Puede un papá de Familia ostentar a lo mismo? Sí.
Estirando, pero guardando su sentido, la expresión del CVII, en la constitución apostólica Lumen Gentium, en el n° 8, decimos que la Iglesia está integrada por un elemento humano y un elemento divino, que conforman una realidad compleja (no en cuanto "difícil", sino desde la traducción del latín, la expresión complexa, se refiere a algo entretejido), comparable "por una notable analogía al misterio del Verbo encarnado, pues así como la naturaleza asumida sirve al Verbo como de instrumento de salvación unido indisolublemente a Él, de modo semejante la articulación social de la Iglesia sirve al Espíritu Santo que la vivifica, para el acrecentamiento de su cuerpo."(12) Como toda analogía sirve la iluminar, pero guarda más desemejanzas que semejanzas.
Esta forma de comprender la realidad, en todas sus dimensiones, decanta de forma admirablemente fecunda en su alma paternal.
El primero de los textos fundacionales, el de 1912, ya muestra como el Padre ofreció su propio corazón a los jóvenes que se le encomendaron(13). Y desde entonces no lo abandonó la idea fuerza que él mismo describe: "Toda mi pasión, que día y noche me acompaña, es siempre y únicamente: ¿cómo puedo servir a los míos?"(14). Si bien hay una profunda riqueza en lo que se produce en el vínculo personal, en el alma del Padre se deja ver con especial fuerza la realidad de ser un padre de FAMILIA. La biunidad entre el Padre y la Familia es lo que en gran parte justifica su biografía. Es un alma en íntima comunión e identificación con la Familia. Se autocomprende por la Familia y para la Familia. En Uruguay en 1947 el Padre dice: "En los planes de Dios nunca debo haber existido sin ustedes, ni ustedes sin mí. Desde la eternidad Dios nos pensó en una Alianza de amor."(15) Conocemos los versos del Hacia el Padre: "Estoy tan entrañablemente unido a los míos que yo y ellos nos sentimos siempre como un solo ser..."(16).
¿Qué hay detrás de esto? ¿No hay acaso un forma de unir la historia humana con la historia de la salvación como una sola Historia? Es la forma maravillosa con la que Schoenstatt nos evangeliza, nos trae la buena nueva del Dios que se encarna.
Quisiera terminar esta presentación con el poema del P. Joaquín con el que cierra este acompañamiento del los textos. Es un poema con el que nos hacemos sensibles al momento histórico que vivimos como Iglesia. Lo hago así, porque la persona del Padre es un don para la Iglesia. Digo "persona" y no digo "su pensamiento, su pedagogía, su carisma", como solemos decir, porque sin instrumento, no hay irrupción de Dios en la historia, y ésta no ocurre "a pesar" de alguien, sino A TRAVÉS de alguien, de una biografía, de una persona concreta.
Dice el poema:
"El Señor Jesucristo amó a su Esposa.
Amor de hermosura, fuerte, incólume.
La amó hasta la última gota de su sangre divina,
y de su pulso más humano, entre todos los humanos. La amó cuando irradiaba alegría espléndida. José sacerdote, como Jesús Maestro,
La amó, y también de noche, más que nunca, cuando parecía madre áspera, misteriosamente dura. La amó José victoriosamente coronada
Y también cuando gemía,
cargando el dolor de todos los hombres.
La amó siempre con esperanza invicta."
Podemos dar gracias al Buen Dios por habernos regalado tal Padre y Fundador.
Campanario, 28 de Agosto, 2018
Con motivo del lanzamiento de Libro "El Alma de José Kentenich" del Padre Rafael Fernández.
1 Stein, Edith. La mujer. Biblioteca Palabra, cuarta edición, Madrid, 2006. Pág. 84.
2 Ibid. Pág 92.
3 Ibíd. Pág. 92-93.
4 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 16. Ed Patris, 2018
5 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 16. Ed Patris, 2018
6 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 17. Ed Patris, 2018
7 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 41. Ed Patris, 2018
8 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 16. Ed Patris, 2018
9 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 18. Ed Patris, 2018
10 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 19. Ed Patris, 2018
11 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 53. Ed Patris, 2018
12 Constitución apostólica, Lumen Gentium, 8.
13 Cfr. FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 54. Ed Patris, 2018
14 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 57. Ed Patris, 2018
15 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 63. Ed Patris, 2018
16 FERNANDEZ R., El alma de José Kentenich, 65. Ed Patris, 2018
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