El Alma de José Kentenich - Ignacio Serrano
Texto expuesto en la presentación del libro "El Alma de José Kentenich". Ignacio Serrano nos invita a degustar el libro desde los textos autobiográficos, imágenes y poemas elegidos, mostrándonos distintas maneras de interpretación en base e diferentes autores a lo largo de la historia.
| Ignacio Serrano Del Pozo Ignacio Serrano Del PozoEl alma de José Kentenich, libro editado por el P. Rafael Fernández, Nueva Patris, 2018.
por Ignacio Serrano del Pozo
1. El alma de José Kentenich nos ofrece una vasta colección de textos autobiográficos del Padre José Kentenich, 154 textos pronunciados o escritos desde 1900 (el más temprano es el poema La fuerza del amor) hasta el 7 de septiembre de 1968 (su saludo al Congreso Católico de Essen). Se trata siempre de textos breves y auto explicativos. Estos van acompañados, además, de imágenes del Fundador a lo largo del tiempo y de un registro visual de objetos que se han vuelto icónicos para la tradición schoenstatteana: la Virgen con el niño del orfanato San Vicente de Oberhausen, la imagen del pelícano abriendo su pecho o la cruz de la unidad.
El libro tiene 156 páginas, dispuestas en gran formato de 30x24. Esta obra apuesta por el blanco y negro en cuidada diagramación de Francisco Gutiérrez Recabarren. Si bien esta es una opción gráfica arriesgada, es entendible desde que el blanco y negro es una especie de silencio alrededor de la imagen: un recurso minimalístico que suele utilizarse precisamente para permitir que nos centremos en lo fundamental, acallando lo accesorio. Esta obra se presenta para ser meditada o saboreada, y por esta razón se ayuda de breves poemas del P. Joaquín Alliende, sacerdote del Instituto de los Padres de Schoenstatt y miembro de la Real Academia de la Lengua chilena.
Estamos, no cabe duda, en presencia de una obra muy bella, que bien se podría catalogar como un libro álbum, esos libros en el que texto e imagen se complementan o se entrelazan. Desde una perspectiva formal, yo me atrevería a realizar sólo dos críticas: La primera respecto de la procedencia de los textos. A pesar de que siempre aparece la referencia a la fuente, lo que se le agradece al editor, es cierto también que ésta no siempre es muy precisa, ni conserva igual homogeneidad: a veces se ha optado por una referencia simple de la plática/carta y su año de pronunciación o escritura Terciado de Brasil, 1952; otras veces se agrega la publicación detallada del libro que contiene el texto referido: Josef Kentenich, Brasilien Terziat, 1952, tomo 1,Vallendar Schönstatt, 1975. Incluso en una ocasión dice sólo Aforismos, sin mayor datación.
Una segunda crítica que se le podría hacer a este precioso libro, es que no existe tampoco referencias descriptivas de las imágenes utilizadas: no es posible saber quiénes son sus autores, en qué fecha se captaron, o si están protegidas por derecho de propiedad intelectual. Esto es algo que los schoenstatteanos latinoamericanos deberíamos ir profesionalizando con el tiempo. Me encantaría, por ejemplo, saber de dónde es la foto de la portada en la que aparece del Padre Kentencich y su barba doblada al viento; pero no es posible saberlo por medio de este libro.
En lo que sigue de esta presentación, no voy a referirme a estas cuestiones más bien de forma que de contenido, pues a pesar de su importancia, no me siento capacitado para esta labor. Prefiero centrarme casi exclusivamente –salvo por un excurso final- en el sentido de los textos kentenijianos recogidos.
Y me gustaría hacerlo "cuestionado" aquello que aparece en la contratapa y en la introducción referido a que estamos ante un libro para "degustar" con el corazón. Me parece que éste también puede ser un libro que nos proporciona material de estudio, y material de inmensa riqueza. En otras palabras, éste no sólo es una obra piadosa para llevar a un retiro o meditar en nuestra habitación, es también un libro para asentar en el escritorio con lápiz y plumones en vista de aprender de José Kentenich y discutir con él. Ese fue, al menos, mi reto con estos textos.
Como señalé al inicio, El alma de José Kentenich apuesta por el discurso autobiográfico. Esto es tremendamente decidor. La autobiografía es un subgénero bastante preciso, que se enmarca en la línea de los géneros referenciales o testimoniales. Pero a diferencia del diario de viaje o diario de vida, ésta (la autobiografía) se caracteriza por una mirada retrospectiva. Los hechos que refiere son explicados ex post facto.
Me explico. Si pensamos en la autobiografía más famosa de la literatura cristiana: Las Confesiones de San Agustín. Este libro no es un diario del Obispo de Hipona; sino que es el relato de los pecados y de la conversión de alguien que ha sido elevado al sacerdocio, al episcopado y que se encuentra en la cumbre de la virtud y en vías de santidad. Así hay que entender que cuando Agustín escribe sobre su pasado, lo hace con el prisma de su fe actual. Un ejemplo particular lo tenemos en el episodio que narra el hurto de unas peras en el Lib. II : aquí un hecho insignificante, una torpeza adolescente, es leído con preocupación teológica y rigor ascético, pues este quiere ser símbolo de su debilidad y avidez: "Ni era el gozar de aquello lo que yo apetecía en el hurto, sino el mismo hurto y pecado".
El sentido de traer a colación este episodio es reparar que este libro autobiográfico no debería leerse –creemos nosotros- como un relato de algunos episodios relevantes que vivió que Kentenich, sino más bien como una invitación a comprender cómo su autor analiza retrospectivamente el sentido de algunos hechos que marcaron su alma.
a. Esto es claro, por ejemplo, en el modo cómo el Padre Fundador lee la entrega que su madre hizo de él a la Virgen a los 9 años. Para él ésta no es sólo la petición de una madre angustiada incapaz de hacerse cargo de su hijo, sino que es la anticipación de la Alianza de Amor fundacional, un pacto que surge precisamente de la debilidad de un contrayente y la omnipotencia del otro.
Conferencia bodas sacerdotales 1935, p. 24
b. Esta mirada retrospectiva de la autobiografía permite explicar, además, por qué un mismo acontecimiento puede presentar dobles o triples lecturas. Pensemos, por ejemplo, en el episodio de la famosa crisis de juventud de nuestro autor en su etapa previa a la ordenación sacerdotal. ¿En qué consistió exactamente esta crisis? ¿Es una crisis de fe? El texto de la plática del 31 de mayo de 1949 así lo presenta, p. 17
Pero en una ocasión diversa, el mismo Kentenich explica esta crisis no como un problema de fe, sino de desafección personal, e influencia de filosofías racionalistas e idealistas. Baustein, 1955 p. 16
No es que el Padre Fundador cambie la historia, es que la lee con otros lentes u otros acentos. Incluso también puede leerse como una crisis física con repercusiones anímicas. Carta Prefecto de 1916. El mismo Padre Hernán Alessandri hace referencia en su biografía La Historia del Padre Kentenich a esta crisis espiritual en dependencia de sus problemas físicos y enfermedades (Alessandri, 2009, p.50).
c. En estas misma línea interpretativa, cada uno de nosotros podría analizar cómo nuestro autor refiere en sus textos autobiográficos la decisión del 20 de enero y su estadía en el campo de concentración de Dachau.
Para El alma de José Kentenich el infierno de Dachau es la enfermedad que padece Occidente (colectivismo y nacionalismo): Terciado de Brasil de 1952, página 91; pero también es símbolo de la entrega de la propia vida y de la propia honra, Plática para matrimonios en 1958, página 95. En otros textos Dachau es solidaridad de destinos, y en no pocos es símbolo de la confianza en la providencia.
Lo que venimos señalando pude expresarse de esta forma: los textos autobiográficos no son la narración de un memorioso preocupado de cada detalle vivido, ni siquiera una narración "histórica objetiva", sino el relato de alguien –en este caso el Fundador de Schoenstatt- que quiere comprender desde un presente su vida pasada – esas experiencias marcadoras, que se han grabado en la mente y en el corazón- como una historia con sentido. Para entender este ejercicio de auto comprensión El alma de José Kentenich nos ofrece un instrumento valiosísimo.
II. Si se asumen los textos que hoy presentamos como un autobiografía de Kentenich, existe un segundo aspecto a tener en consideración. Este tipo de narraciones –además de ser una visión retrospectiva- precisan (en palabras de Philippe Lejeune) de una especie de pacto autobiográfico: comprender según lo que quiere el autor que comprendamos, con una cierta complicidad respetuosa.
Pero esto no impide, sino que más bien posibilita, intentar una lectura distinta a la que ha realizado el autor o diferente a la lectura tradicional. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, con los estudios sobre Teresa de Jesús referidos al El libro de la vida, su autobiografía. La santa española dice que ha escrito "a su pesar", forzada y mandada por sus confesores para que clarificase sus propias experiencias espirituales. Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han hecho tan dificultosas como escribir ahora cosas de oración. (Las Moradas, Prólogo).
Sin embargo, esta tesis, 500 años después, se ha cuestionado y se ha vuelto a repensar, particularmente por el estilo cuidadoso de la pluma teresiana y la densidad de sus escritos, que no manifestarían tan claramente haber sido producidos por una obligación o cumplimiento. Más parece éste un recurso literario de humildad.
A nosotros nos parece, mutatis mutandi, que también El alma de José Kentenich nos permite revisar la comprensión que el mismo Padre hace de su vida, para avanzar hacia otras interpretaciones, algunas complementarias, otras distintas.
a. Un caso interesante a este respecto, puede ser revisar la tesis del Fundador referida a la carencia de contacto con una personalidad influyente en su etapa infantil y juvenil. En palabras de Kentenich, sólo la Virgen María habría tenido una presencia privilegiada como Madre y Educadora.
Bodas de plata sacerdotales en 1935, p. 18, Contenido de crisis Carta al P. Koster de 1955, p. 16,
¿Por qué cuestionar esta visión? Nos parece ciertamente que en el orfanato de Oberhausen y en el seminario palotino de Ehrenbreitstein, vivió el joven Kentenich una soledad bastante evidente y hasta dramática. Particularmente palpable si se leen los poemas de su adolescencia Ojos de Niños o La fuerza del amor contenidos en la página 11.
Sin embargo, si reparamos en su infancia, en esos primeros 4 o 5 años fundamentales en la formación de la personalidad y que trascurren en Gymnich, la tesis del "alma intacta" pierde fuerza. Los trabajos de la hermana Dorotea Schlickmann sobre Los años ocultos de Kentenich (Schlickmann, 2010, p. 56, 62) me parece que demuestran, por el contrario, que el pequeño José vivió en casa de sus abuelos en un ambiente renano campesino de vida simple y de religiosidad festiva, más cálido de loque él mismo refiere. Su mismo abuelo lo acompaña hasta los tres como una presencia paternal, y de su abuela se dice que era una mujer bondadosa y profundamente mariana.
Para que se comprenda lo que venimos diciendo lo podríamos formular en términos contra factuales. ¿Qué hubiese sucedido si Kentenich hubiera nacido, no en la zona sur del valle del Rhin, sino en una ciudad industrial del norte protestante de Alemania (Dresden por ejemplo)? ¿Habría sido el mismo con el mismo carisma orgánico, sano, originario; producto sólo del influjo sobrenatural de la Virgen María? Obviamente es imposible que podamos responder a esta interrogante, sin embargo, ella posibilita dialogar con la valoración que hace Kentenich de su primera infancia y de sus orígenes naturales, lo que me parece han sido subestimados por él mismo.
b. Otro caso en el que se podría discutir con el mismo Kentenich dice relación con su actitud frente a los planes de Dios. En no raras ocasiones nuestro personaje insiste que en su vida sólo respondió a los deseos divinos en un segundo plano. E incluso –llega a decir- para enfatizar esta disponibilidad del instrumento frente a la resultante creadora, que él fue como un niño que sólo tiro una piedra en un lago y las olas crecieron y crecieron.
Conferencia en Roma 1963; Semana de Octubre de 1945, p. 126
Ciertamente es difícil poner en tela de juicio esta interpretación providencialista que hace el Fundador de su actitud vital; sin embargo, creemos que ella podría eclipsar el esfuerzo titánico que durante buena parte de su vida el mismo hizo para ir expandiendo, desarrollando y afianzando la Obra de Schoenstatt. Este esfuerzo voluntarioso, al límite de un activismo frenético, es clarísimo si se analiza la labor que lleva a cabo durante los años 20 y 30 para atender a los sacerdotes del Movimiento o a los feligreses que acuden a escuchar sus prédicas y retiros.
Esto es –a mi modo de entender- patente en la biografía de Jonathan Niehauss, Brushstrokes of a father, (2010, pp. 144-146). Aquí el P. Jonathan muestra cómo Kentenich trabajaba: en 1929 atiende a 542 sacerdotes, en 1930 1147, 1931 1524, 1932, 2184. A todo ellos les escribía y dirigía espiritualmente. También daba 2 o 3 retiros al mismo tiempo, con 6 a 9 platicas por día. Es decir, cuando se analizan estos años (y algo semejante se podría hacer revisando sus viajes a Sudáfrica, Estados Unidos y Sudamérica antes del exilio) Kentenich es más que un fiat al plan divino; o más que una respuesta a las mociones del Espíritu Santo con sabiduría patriarcal o actitud de niño. Esta tranquilidad sólo puede describir la etapa final de la historia o en determinados momentos de quietud y revisión.
Yo no me asustaría de discutir con el Padre sus aseveraciones, pero para eso las tenemos que leer, conocer y comprender. En esa línea, El alma de José Kentenich es una voz a la que debemos prestar oído con cuidada atención.
III. En tercer y último lugar, este libro nos presta un servicio tremendo desde una tercera arista. Esta obra imprime una pregunta clave: ¿Por qué la autobiografía?. ¿Por qué el Fundador de Schoenstatt quiere hablar de sí mismo? ¿Cuál es el motivo?
En la tradición cristiana la autobiografía es siempre –aunque suene paradójico- una huida de sí para encontrarse con Dios que redime o sostiene. Se trata- como ha señalado Teresita de Lisieux en Historia de un Alma- de cantar las misericordias del Señor . Pero a ese motivo único, pueden sumarse otros. La misma Santa Teresita del Niño Jesús nos regala en su autobiografía su "caminito" de la infancia espiritual.
Cabe entonces leer este libro haciéndose esta pregunta; ¿Por qué el Padre Kentenich quiere contarnos su vida? ¿Qué nos quiere regalar con estas palabras? Aquí también los invito a analizar cada texto bajo esta interrogante: ¿qué quería él que supiésemos de él? De muchas cosas no habla, no habla de su padre natural ni de su enfermedad juvenil, pero de otras sí.
Leyendo este libro yo reporté 5 motivos que lo mueven a escribir. Esto los agrupe por temas, rompiendo el orden cronológico presente en la obra que estamos presentando.
José Kentenich escribe:
1. Para agradecer la presencia penetrante y temprana de María en su vida. Esto es fundamental, pues a la Madre Tres veces Admirable le debe su sacerdocio y su fundación.
Bajo la protección de María en 1914, p. 24, Bauestein 1955, p. 25
2. Para presentarnos cuál es su carisma profético y su kerigma particular: ¡Mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de María!
En su cumpleaños en 1958, p. 41, Nueva Helvecia en 1948, p. 41
3. Para revelar su misión personal: ser padre y brindar hogar
Para un mundo del mañana, p. 52, , La historia del Padre Kentenich, p. 57
4. Para explicar su espiritualidad, particularmente la Fe practica en la divina providencia o la ideal del hombre nuevo en la nueva comunidad
Conferencia de 1965, p.80, Carta al P. Alex Meningen, p. 78
5. Para resaltar el papel de la Familia como generación cofundadora. Esto es muy bonito y valioso para nosotros hoy:
Alocución de 1965, p. 64.
Sería un error pensar que con estas lista se agotan los motivos, es sólo una aproximación. Cada uno está invitado a hacer la suya personal.
Este libro puede leerse como el punto de llegada de un alma que quiere reposar en el alma de su Padre, en ese sentido, es ciertamente un libro para "degustar". Ésta es la lectura que la misma obra nos recomienda. Pero también puede tenerse como un punto de partida. Si queremos refundar, tenemos que repensar el mensaje del Profeta.
Excursus:
Antes de finalizar, espero se me permite hacer un excursus. Este excurso quiere ser un homenaje a quien está detrás de esta obra, y a quien prácticamente no he nombrado. Me refiero al P. Rafael Fernández. Este debe ser –según mis cálculos hechos a la rápida- el libro número 58 de autoría individual, sin contar traducciones o recopilaciones. Esta es un cifra impresionante.
El padre Rafa me llamó hace unos meses, y su nombre apareció en teléfono. Mi hijo de 11 años me preguntó quién era el P. Rafael Fernádez. Y yo empecé a tomar los libros de mi biblioteca para contarle con quien había hablado, mientras mi pequeño me miraba asombrado e incrédulo:
Santidad matrimonial
Manual del dirigente
150 Preguntas sobre Schoenstatt
La Alianza de Amor con María
El jardín de María y el 20 de Enero
Espiritualidad del instrumento
Un paso audaz
Nuestro estilo de vida
El ideal personal: camino de autoformación
Revisando lo que ha producido, me atrevo a defender una herejía schoenstattiana: para el mundo hispanoparlante que quiere conocer Schoenstatt, el P. Rafael se ha convertido en una especie de cuarto "punto de contacto". En ese contexto, me gustaría aprovechar este oportunidad para agradecerles por toda su obra intelectual y su servicio al "Movimiento". Y agradecerle más específicamente por tres cosas:
a. Agradecerle por su conciencia de misión y trabajo incansable. Cada libro requiere una cuota inmensa de investigación y muchas horas de reflexión. Se sabe que el Padre Hernán escribía con una enorme facilidad, se sentaba y acababa un libro. Mucho de lo que sabía el P. Humberto fue gracias a que él estuvo largo tiempo compartiendo con el mismo Padre Fundador, haciendo incluso de traductor. El P. Rafael no tiene –el mismo lo reconoce- ese talento ni tuvo esa experiencia, y seguramente se le presentaron muchas excusas para no escribir. Pero escribió 58 libros, ¿por qué? ¿cómo? Por conciencia de misión, por el ideal de comunicar el carisma de José Kentenich a toda costa, contra viento y marea, y eso hay que agradecer.
b. Agradecerle, en segundo lugar, por su disposición a renovarse continuamente: La nueva evangelización –decía Juan Pablo II- era nueva no en su esencia, sino en su "ardor, método y expresión". Impresiona cómo el P. Rafael ha hecho siempre nuevo el método y la expresión con el objetivo de trasmitir Schoenstatt a las nuevas generaciones: ha escrito libros, editados Revistas (Carisma y Apóstol en Familia), pero cuando se dio cuenta que el texto no bastaba para una mejor comprensión, hizo libros con CD de ayuda; y cuando los computadores dejaron de contar con CD, le agregó un pendrive adherido. Y cuando descubrió que en Chile casi nadie lee libros, incluso con si estos traían CD o pendrive; no se "taimó" o "reclamó", sino que recurrió al video y a la página web. Es admirable cómo todos estos años su espíritu apostólico lo han empujado a buscar nuevas maneras o formas de comunicarse, adaptando él el canal y adaptándose él mismo, pues lo que importaba era que se escuchara la voz de su Padre en todos los rincones.
c. Agradecerle, en tercer lugar, por su humildad. Escribir un libro es –yo soy un convencido- una prueba de humildad, no de grandeza. Pues se debe soportar errores y críticas, y lo más duro, la insatisfacción de que la obra final nunca queda como el autor se la había imaginado o le hubiese gustado. En un libro se siente duramente el sentido de limitación. Y el P. Rafael escribió siempre, además, con itinerarios pedagógicos o recursos didácticos, que también son una prueba de humildad y de abajamiento. Nada más fácil que no escribir nada o escribirlo para escucharse a sí mismo o darse ínfulas de profundidad. Muchas gracias por su humildad de educador al servicio de la inteligencia del otro.
No sé si en los próximos 50 años aparezca otro Rafael Fernández, yo me conformaría con medio padre Rafael, es decir, 25 libros, o ¼ de padre Rafael, 12 libros, que nos permitan entender el carisma kentenijiano, la historia y la espiritualidad de Schoenstatt, eso ya sería un inmenso regalo. Por el momento agradezcamos al que tenemos aquí presente.
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Viña del Mar, Chile