El milagro de la Nochebuena 1965
El P. Kentenich considera que la misión de Schoenstatt es la formación de un hombre nuevo y una comunidad nueva que sean forjadores de un mundo nuevo, una sociedad nueva, una Iglesia renovada, un nuevo modelo de familia cristiana, y sostiene que la problemática en que se decide la misión es la comprensión y el ejercicio de la autoridad.
Miércoles 6 de enero de 2016 | Eduardo ArnouilEl 22 de octubre, 2015 se cumplieron 50 años del cuarto hito de la historia de Schoenstatt: “estar en la victoriosidad divina”. El Santo Padre Paulo VI confirmó la resolución de los cardenales del Santo Oficio del 20 de octubre que puso término al exilio del P. José Kentenich, que ya se había prolongado por 14 años.
El 22 de diciembre, 2015 los 50 años de la audiencia con el Santo Padre Paulo VI.
Y el 24 de diciembre, 2015 los 50 años del regreso de nuestro padre y fundador a Schoenstatt - el segundo "Milagro de la Nochebuena".
A medida que transcurre el tiempo, seguiremos celebrando aniversarios y re-actualizando nuestra misión.
La historia del cuarto hito es sumamente conocida para repetirla.
Sin embargo, cuando hablamos de la misión de Schoenstatt, necesariamente tenemos que remitirnos al 31 de mayo, 1949, el tercer hito de la historia de Schoenstatt y el detonante de las medidas adoptadas por los cardenales del Santo Oficio y confirmadas por el Papa Pío XII (audiencias del 25/26 de julio y 8 de noviembre, 1951).
Hoy día podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el P. Kentenich fue castigado por la Iglesia - como resultado de las dos visitaciones canónicas, diocesana y pontificia, efectuadas al Instituto Hermanas de María en febrero, 1949 y marzo,1951 respectivamente - por su manera de comprender la autoridad y por su manera de ejercer la autoridad en Schoenstatt. En esto radica el meollo de sus dificultades. El desafía la manera que tenía la Iglesia pre-conciliar para ejercer su "autoridad de origen divino".
El P. Kentenich considera que la misión de Schoenstatt es la formación de un hombre nuevo (y de una mujer nueva) y una comunidad nueva que sean forjadores de un mundo nuevo, una sociedad nueva, una Iglesia renovada, un nuevo modelo de familia cristiana... Y sostiene que la problemática en que se decide la misión es la comprensión y el ejercicio de la autoridad.
Comprensión de la autoridad
¿Qué significa autoridad? Auctor ese – ser autor, autor de la vida en el individuo. …Yo (cuando soy autoridad) debo crear vida, promover vida, ser auctor – autor de la vida.” (cita 63)
(Las citas del P. Kentenich están tomadas de la conferencia: “La autoridad en la visión del P. José Kentenich”, Cardenal Francisco Javier Errázuriz O., simposio Hacia un nuevo paradigma de la autoridad, Buenos Aires, agosto, 2004).
Lo crucial es una nueva imagen de Dios porque ella condiciona la imagen de la persona, y de la imagen de persona depende la imagen de sociedad.
La imagen de Dios es la de un Dios que es Padre. Esto define la misión de Schoenstatt.
La comprensión de Dios como Padre caracteriza la paternidad divina y la raíz de la autoridad.
¿Dónde está la raíz de esta actitud paternal de Dios? …En la paternidad real. Dios es realmente nuestro padre, somos realmente sus hijos …Condición de hijos de Dios significa: íntima participación, comunicación de la vida divina. Tenemos parte de manera misteriosa en la vida de Dios, en la vida del Padre.” (cita 19)
El nuevo hombre (y la nueva mujer) que queremos encarnar es el que reconoce a Dios como Padre, que se sabe hijo de Dios, acepta la paternidad de Dios y reconoce filialmente su autoridad.
La nueva comunidad es una comunidad de hermanos, porque es una comunidad de hombres y mujeres que se reconocen como hijos del mismo Padre común.
Nuestra imagen de Dios está centrada en el misterio de su paternidad que es el misterio de su autoridad. Para el P. Kentenich la misión de Schoenstatt se decide en la comprensión y el ejercicio de la autoridad. Y esa es la causa de su destierro. No es otra. Por eso, la misión del31 de mayo está íntimamente unida a la comprensión y al ejercicio de la autoridad en la Iglesia.
La misión de Schoenstatt, la historia de Schoenstatt y la vida del fundador de Schoenstatt confirman esto.
El P. Kentenich afirma que el problema de la autoridad es el problema central. Schoenstatt ofrece una solución o respuesta a la crisis de paternidad/maternidad que vive hoy el mundo.
La única autoridad que es hecha por Dios, la autoridad natural, es la autoridad "paternal" del padre y de la madre (por haber engendrado al hijo/hija). La familia es la única comunidad natural creada por Dios.
La familia es un organismo de vinculaciones. El vínculo decisivo, del cual dependen todos los otros vínculos, es el vínculo vertical de la autoridad. En la familia todos los vínculos que la componen convergen en la relación a la autoridad paternal y maternal.
La autoridad la definimos como servicio a la vida, como paternidad/maternidad. Paternidad y autoridad significan engendrar vida, y servicio a la vida que nació. La paternidad/maternidad es la raíz de toda autoridad. Todo lo que es ejercicio de la paternidad o de la maternidad es ejercicio de la autoridad. El padre y la madre juntos son el principio de autoridad frente a su hijo/a.
La autoridad como servicio a la vida y como servicio a la libertad debe garantizar la libertad y la vida. La forma de asegurar la libertad es educar para el ejercicio de una autoridad fuerte, servidora de la vida y de la libertad de las personas que son confiadas a ella.
“¿Qué significa ser padre y engendrar vida, servir a esa vida? Significa promover en alguien la capacidad y la disposición para plasmar independiente y autónomamente su vida – como hijo de Dios y miembro de Cristo – a partir del amor.” (cita 37)
La autoridad de Dios debería ser el modelo de la autoridad humana.
Dios no es ni hombre ni mujer. Dios es, a la vez, padre y madre. La autoridad ideal es la que se asemeja a Dios, la que armoniza los valores paternales y maternales.
El hombre nuevo (y la mujer nueva) es el que armoniza esos dos conjuntos de valores.
La autoridad del varón y la mujer se da en el ejercicio de modalidades diferentes de la autoridad. En el ejercicio de la autoridad es necesaria la complementación del varón y la mujer. El ideal del ser humano es que logre una síntesis de estos valores que denominamos como masculinos y femeninos (como acentuaciones).
“La relación padre-hijo es, para el P. Kentenich, una relación personal de gran calidad, donde ocurre una influencia recíproca.” (ver cita 46)
“Es, por lo tanto, importante considerar que el hijo siempre influye sobre su padre, gesta a su vez vida en él, ayudándole a alcanzar la plenitud hacia la cual también él está en camino. En esa historia de vínculos que crecen se gesta familia y se crece juntos hacia la madurez. Vuelve aquí a aparecer la importancia de que toda autoridad – al entenderse desde la paternidad – necesariamente deje actuar en sí la vida de sus hijos. Sin ello dejaría de ser una autoridad humana en crecimiento también ella hacia la vida plena.” (ver cita 47)
La sociedad que esperamos, la Iglesia que esperamos será una familia en la medida en que se eduquen personalidades maternales y personalidades paternales.
Y esa es la misión de la Mater: educar el nuevo tipo de mujer que es capaz de convertir al hombre en un padre que viva su vocación de estar al servicio de la vida de las personas.
Ejercicio de la autoridad
“Intentamos imitar el modo y la sabiduría del gobierno del Padre Dios, en todo lo que le es posible a un hombre mortal y bajo el peso del pecado.” (cita 61)
“Una mirada retrospectiva sintética y crítica …lleva fácilmente a la conclusión de que Schoenstatt ha luchado permanentemente – y no sin éxito – por asemejarse e incorporarse lo más perfectamente posible al modo de gobierno de Dios. A ese asemejamiento y esa incorporación le atribuye todo lo que considera propio: su estructura esencial y vital, su forma de organización, su estilo de vida y de trabajo y su principio de gobierno.” (cita 62)
El principio que orienta la praxis cristiana es la imitación de Dios. Tanto los rasgos paternales como maternales caracterizan a Dios, que creó a sus hijos varón y mujer, a imagen y semejanza suya. Y la imagen es más perfecta mientras más se acerca en su actuar al modelo original.
Dios es una comunidad con autoridad. En Dios, las tres Personas son iguales pero hay una que es la primera, que es principio y que es la fuente de la vida de las otras Personas: es el Padre. Y la comunidad nueva será aquella que se asemeje más a la Santísima Trinidad, donde exista una autoridad.
La contrapartida de la autoridad es la obediencia. La libertad del cristiano consiste en estar libre del pecado y de todo aquello que nos impide obedecer a Dios. El cristiano conquista su libertad en la medida que obedece a Dios.
La persona, por el hecho de obedecer, no renuncia a la propia conciencia y libertad. Esto significa que si obedecemos lo hacemos libremente y en conciencia, asumiendo la responsabilidad que implica ejecutar o no lo ordenado.
Lo propio de la autoridad paternal es el servicio a la vida y a la libertad para que crezcan las personas a quienes sirve. El principio de estructuración sociológica de la autoridad para servir a la comunidad que se le ha confiado es: libertad en cuanto sea posible, obligaciones solo las necesarias, y sobre todo cultivo del espíritu.
La Mater nos educa y transforma para que seamos hijos. Como hijos podemos ingresar en el corazón del Padre Dios que es modelo de toda autoridad. Y es en la medida que nos hacemos hijos que nos hacemos padres y madres. La nuestra es una paternidad o una maternidad participada (de la divina) y tenemos que estar unidos a la fuente de esa paternidad que es Dios para poder ejercerla.
Si queremos llegar a ser imágenes de la paternidad del Padre Dios o, también, de la paternidad de Cristo – quien es para nosotros siempre el pleno reflejo del Padre eterno, el rostro visible del Padre -, entonces debe llegar a ser esa actitud (de amor paterno) también nuestra actitud.” (cita 53)
Cuando celebramos el cincuentenario del cuarto hito de la historia de Schoenstatt (término al exilio del P. José Kentenich ) reactualizamos como siempre todos los hitos, volvemos a izar en todos los santuarios la bandera del carisma y la misión de Schoenstatt - por la que nuestro padre y fundador se jugó por entero el 31 de mayo, 1949 y los catorce años de exilio - y hacemos nuestra su manera de vivir la autoridad al servicio de la vida y de la libertad.