El Ministerio Musical

Dado el carácter de oración cantada que tiene el canto religioso, y tomando en cuenta que la oración es algo sagrado, vale decir, una interacción de lo humano con lo divino, el ministerio de la música no se limita a interpretar canciones como en una presentación artística, como música ambiental o como cortina musical entre una parte de la liturgia y otra. Ante todo, su función es captar y expresar musicalmente las principales motivaciones e intenciones que esa asamblea en particular, en ese momento determinado, en torno a ese altar del Señor, desea poner en la oración común: alabanza, arrepentimiento, confianza, súplica, entrega, adoración, gratitud, alegría, esperanza, testimonio, compromiso.  

| María Isabel Herreros María Isabel Herreros

La palabra ministerio (entendida como servicio) se aplica en la liturgia a los acólitos, a los lectores, a quienes guían el canto, a los ministros de comunión y, en general, a todos los que ayudan en el templo a que cada celebración litúrgica se lleve a cabo de la mejor forma. Ellos colaboran con el sacerdote que normalmente la preside (a menos que sea un obispo, o a veces un diácono), quien representa a Cristo, el liturgo principal, y con la asamblea, reunida principalmente en torno a la Eucaristía y demás sacramentos. Pero como habitualmente cantamos cada vez que nos unimos en oración, para lo cual hay múltiples ocasiones, ritos y lugares, el ministerio musical está siempre presente en nuestra vida cotidiana.

Dado el carácter de oración cantada que tiene el canto religioso, y tomando en cuenta que la oración es algo sagrado, vale decir, una interacción de lo humano con lo divino, el ministerio de la música no se limita a interpretar canciones como en una presentación artística, como música ambiental o como cortina musical entre una parte de la liturgia y otra. Ante todo, su función es captar y expresar musicalmente las principales motivaciones e intenciones que esa asamblea en particular, en ese momento determinado, en torno a ese altar del Señor, desea poner en la oración común: alabanza, arrepentimiento, confianza, súplica, entrega, adoración, gratitud, alegría, esperanza, testimonio, compromiso.

Existen múltiples formas de alabar y glorificar a Dios cantando, pero en esta ocasión quisiera referirme, más bien, a la actitud de fondo que anima a quienes guían el canto religioso. Si estamos a cargo del canto, normalmente frente a un micrófono, ya sea solos o integrando un coro u otro grupo musical, nuestro canto e interpretación instrumental están al servicio de la armonía total: bajo la guía de quien preside la celebración litúrgica (o el momento de oración común), la asamblea se incorpora a nuestra oración cantada, ya sea cantando o escuchando. En este último caso, nuestro objetivo es que sea una escucha activa, participativa.

Quisiera compartir con ustedes un hermoso texto que encontré un día, mientras hojeaba un libro llamado "Un encuentro con el padre Kentenich" (no recuerdo su autor), que estaba sobre el escritorio que nuestro padre y fundador usó en la casa donde vivió, en Bellavista, cuando estuvo en Chile. Le pedí a una hermana mariana una hoja de papel y lo anoté, porque me llamó mucho la atención el paralelo que allí se hace entre una interpretación coral y el hombre nuevo en la nueva comunidad. El libro describía las distintas salas de una casa, ejemplificando con ello nuestros ideales de Schoenstatt. Este es el trozo que anoté:

"María, quien da a luz a Cristo, es también quien da a luz a cada cristiano y quien, en último término, da a luz al Cuerpo Místico de Cristo, es decir, al hombre nuevo y a la comunidad nueva en Cristo..."

UNA MEDITACIÓN EN TORNO A UNA INTERPRETACIÓN CORAL:

En la sala central de la cuarta parte de la casa, titulada "El hombre nuevo en la nueva comunidad", el canto de un coro llena el ambiente.

Cada uno de los hombres y mujeres que cantan, entona una alabanza a María, una alabanza a Dios.

Cada uno de ellos canta con su propia voz; sin embargo, ninguno canta solo. La naturaleza le determina a cada persona el tono de su voz y, según cada tono, reparte el director las partituras.

Cada miembro del coro, apoyado en la comunidad, se esfuerza por cantar de la manera más perfecta posible, pero no buscando aplausos sino sirviendo a la armonía total, meta a la cual el coro aspira con su canto.

Nosotros, los que en silencio escuchamos la interpretación coral, somos incorporados en la comunidad de los que cantan. En el cantar y en el escuchar encuentra cada uno el lugar que le corresponde en la comunidad. El canto brota tanto de las fuerzas del cuerpo como de las del alma.

El Dios Creador dio al hombre un cuerpo a partir de la materia inanimada y le regaló la vida y el espíritu.

Ésta es la enseñanza de la fe cristiana. Dios es el que Es. Por eso, desde la fe cristiana, la fuerza y la materia, el espíritu, la vida y el cantar sólo tienen como fin definitivo a Dios, su Creador.

María es modelo y prototipo del "hombre nuevo", enteramente orientado hacia Dios.

La interpretación coral simboliza la vida del hombre nuevo en la nueva comunidad."

Hasta ahí mis apuntes.

¿Qué nos quiere decir el Espíritu Santo, al oído, con estos pensamientos?

¿Y María, la Virgen llena de gracia, llena del Espíritu del Señor, que nos une en oración, como en el Cenáculo a los apóstoles, y quiere entonar en nosotros el Magnificat?

¿Puede existir oración cantada donde no hay espíritu de oración, por muy profesional que sea la interpretación musical?

Dejo a todos(as) y cada uno(a) de ustedes la respuesta.

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