El Sindicato y el Santuario: Trabajo, Sindicato, Santuario
Desde una posición de inmensa desigualdad, los trabajadores han luchado por el reconocimiento de sus derechos ante sus patrones. Un breve repaso por el siglo XX ...
Miércoles 24 de febrero de 2016 | Cristián MellaCristián Mella tiene 26 años, es abogado de la Dirección de Asesoría Jurídica en Municipalidad de Maipú. Lleva 8 años en el movimiento, entró a los Universitarios de Bellavista, donde fue Jefe de Rama. Actualmente es Jefe de Rama en Santiago de la recién fundada rama de los Forjadores de Schoenstatt.
No soy un experto en la materia, para nada. Lo dejo claro enseguida, y no para excusarme poniendo el parche antes de la herida, sino para demostrar que no se necesita serlo para dedicar tiempo a leer sobre un tema, pensar y tomar posición al respecto. Cualquiera puede, y debe hacerlo, cuando el tema es importante para la sociedad en que uno vive.
La injusticia tiene varias expresiones. A veces está en el ladrón que roba en una casa, otras, en el hospital que no da abasto para atender a sus pacientes, y también en la corrupción de las autoridades. Pero en Chile, la injusticia también está en el abuso a los trabajadores, expresado en un histórico maltrato, olvido y humillación.
Desde una posición de inmensa desigualdad, los trabajadores han luchado por el reconocimiento de sus derechos ante sus patrones. Un breve repaso por el siglo XX demuestra que ninguno de estos derechos, incluso los más sencillos y humanos, como el descanso semanal, fue entregado de buena gana ni por el Estado ni sus empleadores. El derecho laboral de hoy en día descansa sobre la base de las victorias obtenidas por el movimiento obrero, con sudor y, literalmente, sangre.
Ante la falta de poder económico y político, la principal arma de los trabajadores fue su capacidad de asociación a través de los conocidos sindicatos. Es curioso que la importancia de estas organizaciones durante el siglo pasado sea contrapesada por el repudio y temor generado en aquel sector de la sociedad que consideraba que su sola constitución era un acto ilícito, revolucionario y atentatorio contra sus intereses personales.
Incluso en países católicos como Chile, muchos se negaron a reconocer la legitimidad de los sindicatos, aun cuando León XIII reafirmó a fines del siglo XIX que el derecho a asociarse es de Derecho Natural[1], y el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia Católica haya dedicado párrafos expresos a ellos: “Las organizaciones sindicales, buscando su fin específico al servicio del bien común, son un factor constructivo de orden social y de solidaridad y, por ello, un elemento indispensable de la vida social[2]”(305).
En Chile de 1950, San Alberto Hurtado se preguntó si acaso los sindicatos seguían siendo necesarios, a lo que respondió firmemente que “si el obrero quiere tener una participación más justa en los bienes de la tierra, dados por el Creador para todos los hombres; si quiere completar su libertad política con su libertad económica; si quiere asumir la parte de responsabilidad que le incumbe en la dirección del trabajo; en la reforma de las estructuras económicas de su país y del mundo, no tiene más que un camino: unirse a sus compañeros de trabajo”[3].
Han transcurrido muchos años desde 1950. Y si bien los conflictos laborales no son los mismos de antaño, la realidad demuestra que las palabras del santo lamentablemente se mantienen vigentes y con mucha fuerza. Los abusos todavía existen y el trabajador, a pesar de toda la institucionalidad creada para defenderlo, inevitablemente estará en una posición inicial de desigualdad al momento de dialogar con su empleador. Las jornadas de trabajo diarias superiores a las 10 horas diarias, el incumplimiento a las condiciones salariales, los despidos injustificados, la inobservancia a las normas protectoras de la maternidad, son ejemplos de violencia moderna en contra de los trabajadores. La desigualdad permanece y por ende, los sindicatos siguen siendo necesarios.
Lo triste es que aun cuando podamos reconocer la relevancia de estas agrupaciones, nos topamos con la dura realidad de nuestro país: Desde la dictadura militar y hasta el presente, Chile mantiene índices bajísimos de sindicalización. Según los datos aportados por la Encuesta Laboral 2011 de la Dirección del Trabajo, en esa fecha solo el 7,8% de las empresas del país contaban con un sindicato activo[4].
En este contexto se enmarca la actual reforma laboral. Es cierto, es una reformita si consideramos a los trabajadores directamente beneficiados, dejando muchos temas pendientes. Pero incluso así, se ha debatido por más de un año y aún se retarda porque el olor a la huelga sin reemplazo y el empoderamiento de los sindicatos a través de la titularidad exclusiva para negociar colectivamente, inspiran el mismo temor que siempre han provocado las demandas laborales.
¿Todo esto nos conmueve? Muchos católicos participaron activamente para defender y promover los derechos de los obreros, pero también muchos otros fueron protagonistas de violaciones y de abusos de poder. Como miembros de un movimiento esencialmente apostólico, que destaca la importancia de los vínculos en todo ámbito de la vida, originado por supuesto en el mandamiento de amar al prójimo ¿Nos sentimos interpelados por el sufrimiento y los desafíos de los trabajadores?
La mayoría de los profesionales en Schoenstatt son trabajadores, tal vez no pobres, pero efectivamente son trabajadores. Entonces preocuparse por el vivir y el destino de los otros trabajadores, es preocuparse de forma real y concreta por el prójimo.
Sin embargo, aun cuando varias comunidades schoenstattianas hayan incorporado el mundo del trabajo como objeto de reflexión y lugar de santificación, pareciera que la realidad laboral sigue siendo un tema que no merece mayor dedicación como movimiento. A modo de ejercicio, busquen en internet las palabras “Schoenstatt” y “trabajo”, y luego busquen “Schoenstatt”, “Familia”, “matrimonio”. Verán con claridad la inmensa diferencia de documentación disponible (de aquí que no haya encontrado material schoenstattiano sobre los sindicatos para citar en estas líneas).
Ojalá que estas palabras no sean vistas como una reflexión soberbia de parte de alguien que solo habla. Escribo como alguien que diariamente se cuestiona si lo que está haciendo es siquiera suficiente para cumplir la Misión que nuestro Padre nos confió. Lo escrito no quiere ser más que una interpelación a ser actores reales y factores de cambio en nuestra sociedad, específicamente en el trabajo. Y no como individuos aislados, sino como comunidades, como movimiento con una sinergia propia ¿No es momento de dedicar fuerzas para asumir como movimiento otros desafíos? El Reino que queremos construir se hace en la sociedad, no en nuestros santuarios, y la cultura de Alianza no solo debe vivirse al interior de nuestras familias.
[1] Encíclica RERUM NOVARUM, 35.
[2] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 305.
[3] HURTADO, Alberto S.J., “Sindicalismo: Historia, teoría, práctica”, editorial del Pacífico S.A., Santiago, 1950, pp. 21. Libro disponible en www.memoriachilena.cl
[4] ENCLA 2011, Dirección del Trabajo. Disponible en
http://www.dt.gob.cl/documentacion/1612/articles-101347_recurso_1.pdf
Cristián Mella tiene 26 años, es abogado de la Dirección de Asesoría Jurídica en Municipalidad de Maipú. Lleva 8 años en el movimiento, entró a los Universitarios de Bellavista, donde fue Jefe de Rama. Actualmente es Jefe de Rama en Santiago de la recién fundada rama de los Forjadores de Schoenstatt.
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Pablo! Mil disculpas, pero no pude completar mi respuesta a la columna publicada por tí hace unos días. Solo logré subirla de forma desordenada en la fan page de Facebook de Schoenstatt Vivo.
Guillermo, que gusto saber de otros grupos católicos que orientan su espiritualidad en el mundo laboral. Creo que podemos aprender mucho de su experiencia! Por cierto, en Temuco también hay una comunidad de Forjadores, quienes desde el año pasado se están reuniendo peiódicamente en Ayinrehue. Su jefe actual es Giovani Cassuni. Tal vez es posible el contacto.
saludos cordiales
Cristián Mella
Cristián Mella
Forjadores
Guillermo Rodriguez
Temuco
Un saludo fraternal.
Pablo Navarro H.
Militancia Rama Familias
Patricio Young
Viña