¡En esta hora crucial de la Iglesia! - Carta del p. Mariano Irureta

Hace pocos días recibimos como Iglesia la carta del Papa Francisco a los Obispos, después de estudiar el Informe de Monseñor Scicluna, que nos conmovió y remeció.

En fidelidad a su mensaje y estilo, el Papa pide perdón por los abusos y urge a la Iglesia chilena a la reparación del daño causado y a una profunda conversión, convocando a los Obispos a un encuentro a mediados de mayo en Roma para discernir juntos los pasos a dar; invitación que se hizo extensiva también a las víctimas para que se encuentren con él en Roma a fines de abril. Es su firme intención y voluntad personal de querer abordar esta crisis eclesial en su totalidad y con la seriedad y profundidad debidas, con la finalidad de restablecer la confianza en la Iglesia y la comunión eclesial.

Queremos acoger creyentemente el pedido del Papa a ponernos en “estado de oración” desde todos nuestros Santuarios y Ermitas. Los invito a concretizar este pedido del Papa, organizando momentos de oración en nuestros terruños. Tiene que ser un tiempo de mucho vínculo y diálogo con el Señor y nuestra querida Mater, de imploración al Espíritu Santo. Sabemos que en la oración personal y comunitaria vamos descubriendo la verdad que nos hace libres y se nos regala la paz del Resucitado.

Además, el Papa Francisco nos invita al discernimiento para que lo acompañemos en su “itinerario interior”, dejándonos orientar por el Espíritu Santo para que sea su luz la que resplandezca. Él nos ayudará a reconocer nuestros errores, no para acusarnos, sino para pedir perdón y corregir estilos de conducción, praxis pastoral y estilos de vida que privan a la Iglesia “de la luz del Sol de justicia”. Los mismos Obispos de Chile en su carta al finalizar la 115ª Asamblea Plenaria la semana pasada, nos piden que los ayudemos con nuestro consejo, discernimiento y disponibilidad en este camino de conversión. Esta es la “hora de los laicos”. Abramos en nuestra Familia instancias de discernimiento, responsable, maduro y crítico, acercándonos sin temor a nuestros Pastores, como ellos nos piden, para se establezca un diálogo familiar y fecundo.

En este “Año del Padre Kentenich” hacemos nuestro el “Dilexit Ecclesiam” que marcó su vida. En los momentos difíciles que vivió fue donde dio un testimonio más radical de su amor y solidaridad con la Iglesia. Con él renovamos nuestro compromiso por trabajar por una Iglesia mariana, es decir, humilde, “misericordeada y misericordiosa”, cercana a la vida, especialmente a las víctimas y a todos los afectados.

En este tiempo santo de la Pascua, confesamos que la Iglesia y Chile necesitamos de la Pascua de Cristo para pasar de la muerte a la vida, del pecado al perdón, del orgullo a la humildad, del egoísmo a la solidaridad que hagan posible nuestra conversión. En este día de la Alianza de Amor, con confianza nos dirigimos a María Madre y Reina de la Iglesia. Ella se mostrará nuevamente victoriosa. A Ella le consagramos nuestro capital de gracias y esfuerzos serios por la santidad para que la renovación eclesial sea una realidad.