Evangelio lunes 20 de mayo

Lunes 20 de mayo de 2024 | Bernardita Marín Paul

20 de mayo de 2024

Evangelio según San Marcos 9, 14-29

Lunes de la séptima semana del tiempo ordinario

Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: «¿Sobre qué estaban discutiendo?». Uno de ellos le dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído por un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron». «Generación incrédula», respondió Jesús, «¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo». Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño; que cayó al suelo y se revolcaba echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?». «Desde la infancia», le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos». «¡Si puedes...!», respondió Jesús. «Todo es posible para el que cree». Inmediatamente el padre del niño exclamó: «Creo, ayúdanos en nuestra incredulidad». Jesús, al ver que la multitud se agolpaba, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él y no vuelvas a entrar en él». El espíritu gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él. El niño quedó como muerto, de modo que muchos decían: «Está muerto». Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y él se puso de pie. Cuando Jesús entró en la casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos expulsarlo nosotros?». Él les respondió: «Esta clase de espíritus no puede ser expulsada sino mediante la oración y el ayuno».

Meditación de Francisco Bravo Collado

"Ayúdame porque tengo poca fe"

Es como si Jesús me dijera: "Generación incrédula ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Doy y doy milagros, muestro y muestro el amor y la bondad de mi Padre, y ustedes siguen sin ser capaces de enfrentar las situaciones con las que se encuentran desde una perspectiva de fe y de esperanza. Y ahora tienes la desfachatez de preguntarme por qué no te resulta lo que quieres hacer en mi nombre: ¡es por tu falta de fe! ¡es porque no rezas y no pides lo suficiente! Pide más, reza más, deja más espacio a la Gracia de mi Padre, y todo se te dará como corresponde. Todos mis dones son gratis, pero tú debes hacer espacio para que esos dones puedan actuar. Dedícale tiempo a la oración."

Me siento como el padre del niño poseído. Entiendo bien la frustración de Jesús con sus apóstoles. Es una frustración que se podría extender a nosotros, que hemos recibido tanto y que creemos tan poco. Yo tengo poca fe y necesito ayuda de Jesús para que los milagros sucedan. En mi propia vida veo muchos tipos de demonios que sé que se expulsan solo con la oración... y sé que no soy capaz de enfrentarlos. Soy como este papá que no quiere perder a su hijo, y que ve que con su fe no le alcanza para salvarlo. Hoy quiero cerrar los ojos y pedir fe para mí; fe que no tengo y que pido que se me regale; fe que haga que mi oración sea poderosa para ayudar a mis hermanos.

Querido Jesús, ven y dame la fe que me hace falta para sacar los demonios que dañan lo que más quiero y a quienes más quiero. Enséñame a ser como el padre de este niño poseído, que sabía que no tenía fe, y que aun así va hacia Ti a pedirte que intercedas por él. Ayúdame. Dame fe. Yo, por mi parte, me comprometo a hacer espacio en mi vida para que esa fe que quiero que me regales sea efectiva. A partir de hoy voy a ofrecerte tres cosas: 1) tomarme más en serio mi meditación semanal, y la voy a hacer de corrido, en una sola sentada. 2) Dedicar 10 minutos para rezar todos los días con mi mujer antes de acostarme. 3) Ir a misa con mi mujer y mis hijas. Bendice este pequeño espacio que te hago.

AMÉN

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