Evangelio miércoles 18 de enero
Miércoles 18 de enero de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga18 de ENERO DEL 2023
Evangelio según San Marcos capítulo 3, 1 - 6
Miércoles de la Segunda Semana del Tiempo Ordinario
Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante".
Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos
"Apenado por la dureza de sus corazones"
Siento como si el Señor me dijera "¿qué barreras pones en tu corazón a la acción de mi amor? ¿Creas dentro de tu estructura mental límites a lo que puedo hacer en ti o en otros? Tal vez piensas que ciertas personas, por acciones que te parecen deleznables, están más allá de mi salvación o misericordia. Esto no es así: mi sabiduría y misericordia son infinitas, por lo que no te corresponde a ti decidir cuándo ni en quienes puedo o no actuar; quiénes merecen o no mi Gracia. Cuando sientas tu corazón endurecerse con juicios, piensa en mí, en como miré al mundo desde la cruz."
Tal vez una de las cosas que más producen conflictos a mi fe, es ver cómo muchos católicos o cristianos tratan con gran dureza e intransigencia a ciertas personas o situaciones, similar a los fariseos con los que Jesús se enfrentó. Pero al mismo tiempo, mientras yo trato de mirar con misericordia estas situaciones, tiendo a juzgar de vuelta con gran dureza a quienes yo considero equivocados o extremadamente juzgadores. El Señor me recuerda que yo no estoy exento de la dureza de corazón que yo mismo critico, y que no es mi lugar erigirme como juez de nadie.
Querido Señor, me cuesta tanto encontrar el equilibrio o el balance entre seguirte y proclamar la verdad de tu amor, y el luchar con cosas que no me parecen justas o ajustadas a tu voluntad, sin criticar o juzgar a la persona que considero está equivocada. Te pido la humildad y apertura de corazón para recibir a cada persona como lo harías Tú, sin ponerle trabas ni límites al amor. Que nunca olvide que el único juez y el único justo eres Tú, y que en última instancia siempre prevalecerá tu justicia, aunque yo ahora no pueda verlo ni entenderlo.
AMÉN