Evangelio sábado 25 de mayo

Sábado 25 de mayo de 2024 | Gonzalo Manzano

25 de mayo de 2024

Evangelio según San Marcos 10, 13-16

Sábado de la séptima semana del tiempo ordinario

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él». Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él"

Jesús parece decirme: El corazón de niño. Ese es un tesoro que muchas personas adultas luchan toda la vida por conquistar y mantener. A algunas se les hace más fácil, a otras no les alcanza una vida para lograrlo. Muchas que la han conquistado la pierden con el paso del tiempo y las experiencias adultas van sepultando ese corazón. Todo santo de verdad debe conquistarlo y llevar ese corazón como una medalla invisible prendida al pecho, hasta la muerte. Allí, cuando ya todo esté dispuesto, le preguntaré a cada uno de ustedes si el niño de su corazón me tenía tomado de la mano, o si más bien andaba perdido fuera de ese hogar que es la propia alma.

Quiero dejar que ese niño que habita en mí de cara al Padre sea luz que me guíe con humildad, y asumir mi propia pequeñez ante Él, que nada puedo sin su gracia. Sé que no soy nada por mí mismo ante Él, pero que es Él quien me da dignidad y me levanta para ser tan importante como cualquier otro de mis hermanos. No merezco tanto amor y cariño, pero así y todo me lo ofrece gratuitamente, y solo depende de mí el recibirlo. Para hacerlo, creo que es crítico que sea nuestro pequeño "yo" el que salga con los brazos abiertos a encontrarse con Dios, porque nuestra adulta soberbia nos confunde, y las luces del exterior nos distraen como polillas yendo hacia un foco.

Señor Jesús, ¿cómo es que puedo cultivar más mi corazón de niño? ¿Qué debiera hacer para que florezca esa sencillez e inocencia del alma que, sin ser ingenua, sabe que no es nada ante el Padre, pero que antes que todo lo ama sin reparar en miedos porque Dios está con él? Seguramente la Virgen es la maestra por excelencia, pero me cuesta más el "cómo" que el "quién". Quiero abrazarte como los niños a los que les impusiste las manos, acercarme con honesta ignorancia al único que puede llevarme de la mano sin que me pase algo. Soy alguien solo porque Tú lo has querido así, y quiero honrar tanto amor que me ofreces, recibiéndolo con ese corazón.

AMÉN

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