Familia y Convivencia

En la audiencia del 11 de Noviembre el Papa Francisco se refierió a la covivencia familiar y, en concreto, a la importancia de la convivencia en torno a la mesa familiar. El tema es más trascendental de lo que parece a primera vista, ya que toca la realidad de los vínculos personales, a los cuales da tanta importancia la Familia de Schoenstatt. Transcribimos algunos parrafos de sus palabras.

Lunes 16 de noviembre de 2015 | Sch Vivo

Hoy reflexionamos sobre una cualidad característica de la vida familiar que aprendemos de los primeros años de la vida: la convivencia, es decir, la capacidad de compartir los bienes de la vida y ser feliz de hacerlo. Comparte y ser capaz de compartir es una virtud valiosa! Su símbolo, el icono, es la familia reunida alrededor de la casa mesa. El hecho de compartir una comida -y luego, además de la comida, incluso el sufrimiento, historias, eventos...- es una experiencia fundamental. Cuando hay una fiesta, un cumpleaños, un aniversario, nos reunimos alrededor de la mesa.

La convivencia es un termómetro seguro para medir la salud de la relación: si su familia tiene algún problema o alguna herida oculta, a la mesa se hace obvio. Una familia que casi nunca come juntos, o no en la mesa en torno a la que conversamos, sino viendo la televisión o el celular, es una familia "poco familia". Cuando los niños en la mesa están asociadas a la computadora, el teléfono, y no se escuchan el uno al otro, esto no es la familia es un pensionado.

El cristianismo tiene una vocación especial para la convivencia, todo el mundo lo sabe. El Señor Jesús enseñó en torno a la mesa, y, a veces representa el reino de Dios como un banquete festivo. Jesús escogió a la mesa también para presentar a los discípulos su testamento espiritual - que hizo en la cena. En esta perspectiva, podemos decir que la familia esta en "casa" en la Misa.

Hoy en día, muchos contextos sociales plantean obstáculos a la convivencia familiar. Es cierto, hoy en día no es fácil. Tenemos que encontrar una manera de recuperarla. En la mesa se habla, en la mesa se escucha. Nada de silencio, del silencio que es el silencio del egoísmo, en el que cada uno anda por su cuenta, o está ocupado con la la televisión o la computadora... y no hablan. No, nada de ese silencio. Hay que recuperar esta convivencia familiar, adaptándola a los tiempos. La convivencia parece haberse convertido en algo que se compra y se vende, pero es otra cosa.

Cuando no hay convivencia hay egoísmo, todo el mundo piensa en sí mismo. Oramos para que esta convivencia familiar pueda crecer y madurar en el tiempo de la gracia del próximo jubileo de la Misericordia.

Fuente Imagen: Discreame.com

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