Kentenich, Schoenstatt, Pallotti, los palotinos y el Santuario original

¿Cuándo comienza la historia? Schoenstatt nace cuando el Padre Kentenich y los congregantes celebran una Alianza de Amor con la Santísima Virgen María, el 18 de octubre de 1914, en la capilla de San Miguel, en Vallendar. Los padres palotinos la habían puesto a disposición de ellos el 8 de julio de 1914. No podemos seguir diciendo que el Santuario original pertenece a los schoenstattianos solamente. Pertenece a nosotros los schoenstattianos y también a los palotinos.

| Eduardo Arnouil Eduardo Arnouil

¿Cuándo comienza la historia? ¿En 1795 o en 1885, en 1835 o en 1914, o en 1964?

En 1795 nació san Vicente Pallotti y en 1885 nació el P. José Kentenich. En 1835 Pallotti fundó el Apostolado Católico y en 1914 nació Schoenstatt. En 1964 el Vaticano dictó el decreto que separó a Schoenstatt de la Sociedad del Apostolado Católico (o palotinos)...

¿Cuándo comienza mi historia de vida personal? ¿Con mi nacimiento? ¿Acaso no comienza antes? Schoenstatt nace cuando el Padre Kentenich y los congregantes celebran una Alianza de Amor con la Santísima Virgen María, el 18 de octubre de 1914, en la capilla de San Miguel, en Vallendar. Los padres palotinos la habían puesto a disposición de ellos el 8 de julio de 1914.

Pero el 18 de octubre no sucede en el vacío.

Hay una prehistoria que no se puede ignorar.

Y esa prehistoria acontece en tierra palotina. Ni tampoco se puede ignorar la historia que escribimos juntos palotinos y schoenstattianos.

Mientras no reconozcamos este hecho, lo asumamos y saquemos las consecuencias, "nuestro" Santuario, de los palotinos y de los schoenstattianos (o al revés), no podrá convertirse en el hontanar de gracias y de vida divina que nos permitirá a todos ser fieles a la historia y realizar la misión que Dios nos ha entregado a unos y otros al servicio de la Iglesia.

No podemos seguir diciendo que el Santuario original pertenece a los schoenstattianos solamente.

Pertenece a nosotros los schoenstattianos y también a los palotinos.

Sobre esta realidad podemos construir el futuro al que nos invitan Pallotti y Kentenich.

Y sencillamente no hay otro futuro.

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