La estrella inmaculada

Ya hemos iniciado este mes de noviembre y en Chile además el Mes de María. Luego comienza el ciclo de Navidad, con el inicio del Adviento. Pero el comercio que tiene también su propio calendario litúrgico, importado del extranjero, después de habernos invadido con los horrores de Halloween ya comenzará a tentarnos con las ofertas que nos trae el Viejito Pascuero o llamado también por algunos el “Viejito Gordiflón Consumista” para celebrar una “auténtica” Navidad... y luego, comenzado el otoño nos propondrá consumir los más caros productos del mar en el Viernes Santo para que luego nos deleitemos con los Chocolates que traen los conejos de Pascua.

Ciertamente que todas estas movidas de la liturgia comercial, insinuadas tal vez por fuerzas no muy santas porque van cada vez más van paganizando nuestra cultura cristiana, son en un cierto sentido una ayuda para evocar lo que los cristianos deberíamos celebrar realmente. Pero para eso tenemos que ser muy creativos y consecuentes con nuestros valores propios. Tal como ya se ha comenzado a recuperar paulatinamente el verdadero sentido de Halloween, Tarea no muy fácil, porque el demonio, a quien popularmente se le reconoce como el “mono de Dios” porque procura astutamente siempre imitar las buenas propuestas divinas pero trastocandole sus valores.

Mes de María

Chile tiene el privilegio de haber podido con audacia inculturizar el Mes de María situándolo en el tiempo de la primavera (que es justamente tiempo en que se celebra durante Mayo en el hemisferio norte) y también el hecho de haberlo conectado con una importante fiesta mariana, como lo es la Inmaculada Concepción.  Este fue un gran logro del Seminario Pontificio de Santiago. Esta audaz inculturación  litúrgica y ambiental, ubicó precisamente al mes tradicional de María en el tiempo de la primavera y, por lo mismo, de las flores lo que ha per­mitido que el Mes de María sea uno de los más acerta­das y efectivos momentos pas­torales de la Iglesia chilena.

Otro logro de inculturización ha sido Cuasimodo, que bien celebrado permite hacer presente a Cristo Resucitado que vivo en su Iglesia que sale con alegría a visitar a sus hermanos más necesitados.

Carácter mariano del Adviento

El ciclo de Navidad es uno de los ciclos del año litúrgico de más densidad mariana. Y el tiempo de Adviento lo es todavía con mayor densidad. En Chile, tenemos la posibilidad de iniciar prácticamente el Adviento con el Mes de María, pues estos dos tiempos se traslapan, enlazándose orgánicamente. Pero hace un tiempo se ha introducido en Chile la Coro­na de Adviento que es un signo surgido en la Iglesia luterana de los países nórdicos y que, especialmente sus plegarias, sin ninguna referencia a la Virgen María y su confección, de materiales típicos del invierno europeo, rompen la armonía de nuestro Adviento mariano chileno. Es sin duda un interesante signo sensible para destacar los domingos de Adviento y para los países luteranos del hemisferio norte tal vez muy apropiado, pero no para el Adviento de la Iglesia Católica ni menos para nuestra realidad chilena pues es como una isla dentro del espíritu mariano del Adviento y un choque con el Mes de María.

Por eso proponemos un nuevo signo que rescata la idea de tener un signo sensible no solo en el Adviento sino durante todo el ciclo de Navidad que ha sido tan maltratado por el consumismo. Se trata de la Estrella Inmaculada.

Estrella Inmaculada

La imagen de Estrella es un signo bíblico propio del contexto del adviento y del Nacimiento que evoca la estrella que guió a los Reyes magos a Belén (Mt 2,9-10). “Cuando (los magos) vieron la Estrella se llenaron de alegría y al entrar en la casa encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje”

El ex Benedicto XVI en la celebración de la Inmaculada Concepción afirmó que María es verdaderamente Madre de la Iglesia y es además "la estrella para orientarse y caminar en la ruta indicada por Cristo". Y En el discurso final suyo en Aparecida oraba diciendo: “Pidamos a la Madre de Dios, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, que cuide la vida de todos los cristianos. Ella, que es la Estrella de la evangelización, guíe nuestros paso en el camino al reino celestial”.

Es recurrente en los documentos de la Iglesia nombrar a María como la Estrella de la "Es plenamente comprensible que en este período deseemos dirigirnos de modo particular a la que, en la noche de la espera de Adviento, comenzó a responder como una verdadera "Estrella de la mañana" (Stella matutina). En efecto, igual que esta estrella junto con la "aurora" precede la salida del sol, así María desde su concepción inmaculada ha precedido la venida del Salvador, la salida del "sol de justicia" en la historia del género humano”. (Redemtoris Mater, 3)

Decimos que es Estrella Inmaculada destacando que todo el Mes de María está preparando la fiesta de la Inmaculada Concepción que es el gran hito del Adviento donde la luz de la Inmaculada se enciendo para guiarnos al Sol de Cristo.

Propuesta concreta

Se trata de algo semejante a la Corona de Adviento pero enriquecida con el signo mariano de la Estrella que se comience a usar en cada Adviento.

En qué consiste

Lo importante es destacar que es un signo mariano, no una simple corona o grupo de cirios. Es la presencia viva de la Inmaculada que nos anima y nos guía para sortear todos los obstáculo del ambiento pagano para encontrarnos con el Salvador y con sus hermanos más necesitados. Es un signo que atraviesa todo el ciclo de Navidad y que enriquece los signos cristianos en cada hogar.

Se puede confeccionar de diversas maneras. La más sencilla es cortar un cartón o madera terciada en forma de estrella (puede ser de cinco puntas o de seis evocando la estrella de David). Esta se forra con papel aluminio y se coloca sobre una fuente o lo suficientemente ancha para que entre los ángulos de las puntas se puedan colocar cinco o seis estrellas. Por debajo de la Estrella se pueden colocar flores o adornos característicos de la región y especialmente espigas de trigo, que sean una invitación permanente a descubrir a Cristo en la Eucaristía. Este se puede colocar como centro de mesa o en un lugar especial para los que tienen Santuario Hogar. Cuando se desea que la Estrella quede más visible (en el caso de un templo) se puede hacer vertical y en las puntas se adhieren bases para poner los cirios.

Como se utiliza.

Durante el Adviento se le denomina la Estrella de Adviento con sus cuatro cirios que se van encendiendo cada domingo y especialmente en el día de fiesta de la Inmaculada Concepción. Cada una de estas celebraciones cuenta con oraciones propias y también con un canto original. Durante la Novena del Niño se le destaca, encendiéndola todos los días.

En Navidad se enciende la quinta o bien la sexta si es que la fiesta de la Inmaculada coincide con uno de los domingos de Adviento. Aquí la Estrella Inmaculada se convierte en la Estrella Navideña y acompaña las fiestas de cada hogar en la Noche Buena con sus oraciones y canto respectivo.

Estos mismos cirios se encienden también en las fiestas de la Sagrada Familia y de la Maternidad Divina del 1 de enero. Con sus oraciones y canto respectivo

Y finalmente se vuelven a encender en la fiesta de la Epifanía, destacando que María quiero que todos los bautizados junto con Ella la Estrella de Epifanía nos convirtamos en sus hijos misioneros que con nuestro testimonio guiemos a otros al Sol de Cristo.

Dimensión schoenstattiana

El dar a conocer el rol de María en la Iglesia como la imagen del hombre nuevo plenamente redimido (Estrella Inmaculada) y gestadora de una nueva cultura es uno de los aspectos fundamentales de la misión del 31 de Mayo. Schoenstatt podría dar el aporte original de su carisma en un momento en que la Iglesia lo requiere y en el cual puede traducir su aporte original en un lenguaje que toda la Iglesia va a estar más capacitada para acoger.

Dimensión cultural

Proponer un signo nuevo corresponde a la dinámica de la Nueva Evangelización. Y como este signo está pensado como un signo que llegue a todos los hogares permite hacer presente, en medio de los fieles, la propuesta de la Nueva Evangelización, especialmente en lo que se refiere a la evangelización de la cultura en un tiempo en que el paganismo lo invade todo.