La gran riqueza de la Piedad Popular

En las fiestas religiosas populares, como las que se realizan cada año en el Santuario de La Tirana, Lo Vásquez o Lourdes, se pueden apreciar hermosas y particulares formas de vivir el Evangelio. También en el documento de Aparecida se destaca su relevancia: "Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres".

| Verónica Ciudad Pap Verónica Ciudad Pap

Ya llegó marzo y con ello el ajetreo normal del año. Cada uno vuelve a su afán con tantas actividades y responsabilidades que si de nosotros dependiera, estaríamos en condiciones de tomar maletas y partir nuevamente.

En mis vacaciones tuve el maravilloso regalo de convivir desde muy cerca con la fe sencilla y profunda que conlleva la piedad popular. Es así que disfruté entre otros del Santuario de La Tirana y Santuario Lourdes, que visito junto a mi familia cada 11 de febrero.

El documento de Aparecida le dedica un capítulo muy claro e interesante a este tema. En el número 259 nos dice:

Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas patronales, las novenas, los rosarios y vía crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los santos y a los ángeles, las promesas, las oraciones en familia. Destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual.

En el año 2007 invitaron a un grupo de Servidores de la Eucaristía de la parroquia en la cual participo, a un curso al que tuve el privilegio de asistir. Lo impartía la Vicaría Pastoral y nos ofrecían formación para acompañar espiritualmente a las personas que lo requieran, dentro de nuestro trabajo pastoral. Esta parroquia es también Santuario de San Expedito, por lo que son miles los peregrinos de Chile y el extranjero que acuden diariamente y más aún, el día 19 de cada mes.

El acompañamiento espiritual en este contexto de la piedad popular nos ha enriquecido más a nosotros, que a los que acuden a solicitar el servicio pastoral. Ha sido una experiencia muy valiosa en donde he aprendido a conocer la fe profunda y sentida de nuestro querido Chile. Es impresionante constatar que la piedad popular es el gran tesoro que tiene la Iglesia Latinoamericana, espacio de encuentro con Jesucristo, camino que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia y en comunión profunda con las diferentes comunidades y por supuesto con su Pastor.

Esta fe, la manifiestan en formas que incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes culturas... Y así, ayudan a transmitirla, especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el Evangelio "los pequeños".

Todo el dolor humano confluye en estas masivas peregrinaciones. Sangre que emana de rodillas heridas por "mandas" que hay que cumplir, lagrimas inagotables que corren por las mejillas de hombres y mujeres que buscan allí un consuelo por la pérdida de un hijo, el abandono de un ser querido, la falta de trabajo, la invasión en la familia del flagelo de la droga y el alcohol, la soledad de la edad avanzada, la enfermedad que los tiene agotados de sufrir. Todos buscan un oído que solo les dedique unos minutos de su vida, que los mire a los ojos y que se interese por su dolor. Solo escuchar, ese es nuestro servicio pastoral. Con eso es suficiente para que se manifiesten infinitamente agradecidos por esos minutos que destinaste a "ayudarle".

¿Cómo no va ser un privilegio que estas almas confíen y abran su corazón de par en par haciéndonos partícipes de dolores y sufrimientos tan íntimos y profundos?

Pero es aquí donde tenemos la gran oportunidad de evangelizar. A través de esa fe popular en "La Tirana", "Lo Vásquez", "Lourdes", San Expedito y muchos más en Chile y Latinoamérica, podemos mostrar en forma clara y evidente el Misterio Pascual y dar las herramientas para que los peregrinos tengan ese encuentro con Jesucristo y que su motivo de peregrinar se transforme en un camino de santidad. Que nuestras iniciativas sean puentes y senderos para llevar a Cristo y para caminar con Él.

El Papa Francisco nos pide que vayamos a las periferias, que seamos misioneros del amor y de la ternura de Dios. Cada católico y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad.

Los invito a adentrarse en el misterio maravilloso de la piedad popular, valorarla y por sobretodo aprender y disfrutar de ella. Que sea la puerta de entrada hacia la meta de nuestra peregrinación terrena, hacia la Jerusalén del cielo. Allí ya no hay templos ni santuarios, Dios mismo es templo y santuario; y la luz del sol y la luna, la hermosura de las flores y los imponentes mares y montañas le dan su lugar a Rey de Reyes.

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