“La religión de la Mamá”
A propósito de la reciente visita del Papa Francisco a Corea del sur, es interesante hacer notar la expansión que actualmente tiene el cristianismo en el país asiático, lo que constituye un acontecimiento que nos debe llenar de gozo y también de admiración.
Jueves 18 de septiembre de 2014 | Mercedes de SotoHace pocos días, entre el 13 y el 18 de agosto, el Papa Francisco viajó a Corea del Sur para asistir al VI Jornada de la Juventud asiática, lo que incluyó la beatificación de 123 mártires que murieron asesinados por su fe en 1791, cuando el cristianismo llegó a Corea.
La expansión que actualmente tiene el cristianismo en Corea del Sur (no así en Corea del Norte, donde está prácticamente desapareciendo) constituye un acontecimiento que nos debe llenar de gozo y también de admiración.
Un dato que sin duda nos puede interesar como schoenstattianos es que el catolicismo en Corea del Sur es llamado "La religión de la Mamá". Resulta que frente a muchas iglesias hay una estatua de María con los brazos abiertos que invita a entrar a quienes pasan por allí. Es decir que para los no creyentes el rostro de la Iglesia católica tiene como imagen primera, un rostro femenino, el de una bella Mujer que les brinda acogida con gesto de madre.
Además en Corea del Sur, según la estadísticas de 2011, el 41,5 % de la población son varones y el 58% son mujeres. Hay por tanto, más mujeres que hombres. Las mujeres tiene un papel principal en el crecimiento de la Iglesia en Corea: ellas son las que se animan a tener más hijos, son las principales trasmisoras de la fe a sus pequeños, y son las que convierten a sus novios o maridos. Casarse con un conyugue cristiano es frecuentemente un empujón final o a veces inicial, para adoptar la fe. El obispo de Daejeon, Lázaro You Heung-sik, explica que: "el sacramento nupcial se convierte en un camino hacia la conversión; puedo decir con gozo que después de un año de vida de casados, casi siempre llega un nuevo bautizo de adultos a esa familias".
Y es que efectivamente en Corea del Sur se está viviendo un boom de bautismos. Cada año se celebran entre 130-140 mil bautismos. Ahora que estamos en los mundiales de football podemos decir que Corea gana por goleada en los mundiales de las conversiones. En 1960, después de la Guerra de Corea, solo un 2% de coreanos eran cristianos. Hoy, en una población de 48 millones de habitantes, 5,3 millones son católicos, un 10% de la población. Lo que sorprende aún más es que esto va parejo a un gran desarrollo económico pues el ingreso per cápita ha pasado de 1300 dólares en 1960, a los actuales 23.000 dólares. Catolicismo y economía crecen al unísono.
¿Qué pasa en Corea del Sur para que el la evangelización este dando frutos tan esplendidos?, podríamos preguntarnos. Se podrían apuntar varias razones pero quiero fijarme en una que puede resultar ejemplarizante para nosotros: hoy en Corea el que se convierte sabe que debe comprometerse a fondo en uno de los grupos, asociaciones o movimientos parroquiales. No es admitido "el católico pasivo", escribe uno de los misioneros de allí. Este es el espíritu del convertido coreano: "o aceptas y te comprometes o no aceptas y te vas".
La ambición evangelizadora en Corea no falta. La Iglesia ha decretado el "Plan 20-20", que consiste que para el 2020, el 20 % de los coreanos sean católicos. No parece factible pero eso no importa. En muchas parroquias los cursos para enseñar a los laicos a proclamar el Evangelio están dando buenos frutos.
Pero la los planes para la evangelización no paran en Corea del Sur. Hay una honda preocupación por Corea del Norte en las garras del comunismo, donde apenas quedan católicos, quizás apenas 10.000 que practican su religión en secreto
En Corea del sur se está preparando una horneada de sacerdotes con un plan de formación que dura de 10 años, para ser misioneros en el norte. Algunas refugiados que consiguieron escapar al sur, hablan de las mujeres ancianas que sentadas en círculo, rezan el Rosario en voz baja, simulando que cuentan habichuelas. De nuevo débiles mujeres mantienen la llama del catolicismo en un país donde la Iglesia parece herida de muerte.
¿Qué nos dice todo esto a nosotras, mujeres y madres de la Federación? Estamos en los tiempos en donde es María, la Mujer Nueva vestida de sol, capitanea al pueblo de Dios y lo lleva a dar la batalla sin complejos ni cobardías para conquistar a muchos para Dios y recuperar a tantos que se extraviaron o alejaron seducidos por la cultura dominante. En ella la mujer es al mismo tiempo la virgen unida indivisamente a Dios y a sus planes de salvación para la humanidad y la madre que engendra, cobija y educa a los nuevos hijos de Dios y los envía al mundo para transformarlo con la levadura del Evangelio. En Corea del Sur tenemos el ejemplo de una Iglesia misionera de rostro mariano que no admite hijos pasivos o comodones, sino que les pide el compromiso serio y audaz para entregar su vida por Cristo.
Nosotros tenemos un Santuario, en el que también lo primero que se ve es a María invitándonos a entrar y a dejarnos amar por su Hijo y por ella, pero no para permanecer allí en el calorcito de su abrazo, sino para salir y comprometernos con la misión que Dios le ha entregado para los tiempos actuales. No olvidemos: nuestra misión lleva a fuego el sello de María.
Acabo con unas palabras del P. Kentenich que vienen como anillo al dedo: "Para mí lo primero ha sido siempre poner cada vez más en primer plano la misión de la Sma. Virgen para la época y para la Iglesia actual y entregar por esta misión todas las fuerzas de mi vida. ¡Tenemos una misión marcadamente mariana!