Meditación a la orilla del mar
Meditacion a la orilla del mar.....¿Cómo acompañar a los hijos en su camino de aprendizaje? ¿Cómo crecer junto a ellos en sus caídas? Una reflexión del crecimiento y desarrollo de los jóvenes bajo una mirada pedagógica.
| Cecilia García Huidobro Cecilia García HuidobroAquí en el privilegio de vivir a la orilla del mar, pienso en los miles de estudiantes, niños, jóvenes y adolecentes sometidos a la escrupulosa evaluación de sus profesores y padres que observan y analizan cada una de sus conductas, actitudes, comportamientos, reacciones, asimilación de contenidos y conocimientos, encasillándolos permanentemente en alguna clasificación que les calce.
Mirando el ir y venir de las olas, las mareas, el perpetuo movimiento, el fluir de la vida submarina pienso en el misterio de cada uno de esos niños sometidos al rigor de la evaluación sin considerar ni por un instante que lo que hoy día es, mañana no es que el que pudo ser suave y pacífico, puede ser también fuerte y violento que lo que hoy es un mar de tormenta, mañana será un día de sol lleno de luz y calor que lo que hoy es gris, nublado y sin esperanza, mañana amanecerá pronto calmo, transparente y sereno
Si por un momento dejáramos a esos niños fluir y transparentar su misterio, observarlos con amor y paciencia, con distancia y cercanía, con confianza y firmeza, con ternura y misericordia si pudiéramos acompañarlos solamente sin el rigor de la evaluación permanente, que, como una regla de medir va etiquetando cada centímetro de su existencia sin ahondar en los mares subterráneos de su corazón, de sus miedos, de sus soledades, de sus frustraciones, sino solamente en lo que se ve en la superficie
Si solamente dejáramos el quehacer por un instante para formar y contemplar al ser que tenemos delante nuestro sin aferrarnos a las funciones, los roles, las apariencias, que lo dejan estático, y pudiéramos por un momento sentir que en él todo cambia, se transforma, evoluciona, se desarrolla en una dinámica misteriosa y permanente que, sin embargo permanece en la esencia del ser creado a imagen y semejanza de Dios.
Solo creer, confiar y saber que, como las olas, los malos momentos de los alumnos, estudiantes, niños, jóvenes, nuestros hijos, van y vienen, retroceden y avanzan, suben y bajan, callan y rugen y que la maravilla de su ser florecerá en su misterio si nosotros los adultos podemos contemplarlos con amor, sabiduría y esperanza, con una mirada de aceptación y confianza que los reconozca y les dé seguridad en su misterio y en su dignidad . Mirando el mar pensemos en ello y pongámonos en camino