Mi Actitud Frente a la Vida

La Trascendencia ha cambiado mi forma de caminar o transitar por la vida. Mi actitud diaria ya no es la misma que la de ayer. Mi forma de enfrentar los problemas ya no es un problema, lo que no quiere decir que no sienta todo lo que nos provoca daño espiritual como la angustia, soledad, desesperanza y tantos otros sentimientos que llevamos a veces incrustados en el corazón, a causa de ese vicio impresionante que es el pesimismo con que afrontamos muchos y a veces todos los desafíos diarios y que terminan por convencernos de no querer hacerles frente o no querer vivirlos. Mis problemas los resuelvo en compañía y de cierta manera asociado espiritualmente con Dios Padre.

| Pedro Pablo González Pedro Pablo González

Atribuir todo lo que me sucede en mi vida diaria a razones meramente circunstanciales o a la "suerte" que tengo, o bien a mi capacidad para resolver tal o cual situación: NO, rotundo. Negarme a aceptar esta postura frente a los distintos sucesos diarios ha sido un proceso difícil, pero que en el tiempo ha rendido sus frutos. Frutos de transformación interior que debido a las distintas situaciones por las cuales hemos tenido que vivir, unas más complejas que otras, que en suma nos han mostrado otra dimensión de la vida, ha probado en nosotros, y aquí incluyo a mi familia, a unos más que otros, la existencia de nuestra máxima certeza, Dios acompañante, presente, Dios entre y con cada uno de nosotros.

Esta certeza, para mi Absoluta, es lo que me está cambiando permanentemente. Me muestra que la vida es nacer y renacer constantemente, hasta el advenimiento de la Eternidad, palabra que con los años se va transformando, adquiriendo más sentido, en la medida que me doy cuenta que estamos en este mundo de paso, palabra que se transforma en sentido de vida, en objetivo de vida, palabra que se ha convertido en otra más potente: trascendencia.

Pareciera difícil hablar de trascendencia en un mundo donde no se pronuncia esta palabra ni menos se promueve el concepto. Al contrario, la sociedad nos induce a fortalecer valores que no necesariamente apuntan en este sentido, pero al ir asimilándola en mi corazón pasa de ser palabra a ser objetivo, a reemplazar o cambiar metas, a influir en mis decisiones, a provocar un cambio en la forma de ver mi vida, la de los demás. Mi vida comienza a ser otra, con más contenido y peso espiritual. Es decir, mis espacios vacíos comienzo a llenarlos y los que estando medios llenos, como vasos comunicantes, se comienzan a renovar con Aguas Vivas, con Amor. Qué difícil poder explicar esto que sólo lo atribuyo a la gracia regalada por el Espíritu. Qué difícil explicárselo a mis hijos, a mi cónyuge y por supuesto a los demás. Es un regalo de Dios mi Certeza, Jesús Vivo, que lo debo cultivar en mi corazón, día a día.

La Trascendencia ha cambiado mi forma de caminar o transitar por la vida. Mi actitud diaria ya no es la misma que la de ayer. Mi forma de enfrentar los problemas ya no es un problema, lo que no quiere decir que no sienta todo lo que nos provoca daño espiritual como la angustia, soledad, desesperanza y tantos otros sentimientos que llevamos a veces incrustados en el corazón, a causa de ese vicio impresionante que es el pesimismo con que afrontamos muchos y a veces todos los desafíos diarios y que terminan por convencernos de no querer hacerles frente o no querer vivirlos. Mis problemas los resuelvo en compañía y de cierta manera asociado espiritualmente, con Dios Padre.

En muchos momentos del día me enfrento a situaciones que me incomodan, que no quisiera vivirlas, como decía anteriormente, unas más difíciles que otras. En esto siento y veo que todos quienes me rodean están de alguna manera exponiéndose día a día a muchos problemas de los que no desearían ser protagonistas, pero que de igual forma deben hacerles frente. En estos casos recurro, movido por mi Fe en la Providencia, a la oración, esté donde esté. La oración es el medio de comunicarme con Dios, con la Virgen, con quien ese día sienta mi corazón, desde mi interior hacerlos partícipes de mi vida diaria, de compartir mis penas y alegrías, de pedirles fuerza frente a mi fragilidad, Paz frente a mi intranquilidad, paciencia,...., lo que en ese momento necesito.

Sin este pedestal, tan importante en mi vida, no tendría fuerzas para seguir o pasar por todo lo que me ofrece la vida, que es maravillosa, a pesar de las cosas negativas que me tocan vivir. Pero en la constante consciencia de mi ser inferior, de mi fragilidad, de mis imperfecciones, de mis vicios, la vida sigue siendo maravillosa pues es aquí donde me perfecciono, donde tengo la oportunidad de descubrir el plan y lugar que Dios me tiene reservado. Hago vida mi responsabilidad espiritual en la conformación del Reino al cual llegaremos. Reconozco que el Señor permite que pasemos momentos difíciles y que dichas circunstancias nos servirán para perfeccionar nuestras virtudes y transformarlas en valores trascendentales para regalarlas a nuestros hijos, a nuestro amigos, en fin, un mundo lleno de oportunidades, momentos, circunstancias que nos permitan tomar lo mejor para la transformación de nuestra visión de la vida, que nos permita caminar con mucho optimismo, con mucha alegría pues todo lo que nos sucede quiero e intento mirarlo en la perspectiva de que es Dios Padre, cercano.

Dios nos toma del hombro y nos dice "aquí estoy, no soy una realidad invisible, soy visible en la medida que te haces más perfecto, en la medida que tus vicios como el egoísmo, soberbia, orgullo, falta de humildad y de tantos otros, todos en defensa de tu Ego, los comienzas a erradicar de tu corazón y esos espacios que comienzan a quedar vacíos los comienzas a llenar con mi Amor".

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