Novena de Preparación al 31 de Mayo día 2
DIA SEGUNDO: 23 DE MAYO 2013
| Juan Enrique Coeymans A. Juan Enrique Coeymans A.
DIA SEGUNDO: 23 DE MAYO 2013
Oración Inicial
Padre Dios, (espiritualmente) desde nuestro Santuario, te pedimos que envíes tu Espíritu a nuestra alma. Ese es el regalo que no puedes negarnos jamás.
Y en el Espíritu Santo, te bendecimos y alabamos, porque tu Hijo Jesús nos ha hecho hijos tuyos y, con él, coherederos del reino.
Como a él, nos diste a María por Madre, para que nos educara a fin de ser, algún día, rostro e imagen de Cristo para las demás personas.
Prepara nuestro corazón durante estos días previos a la celebración del Tercer Hito de la historia de Schoenstatt, para renovar en lo profundo nuestra alianza de Amor con María, con nuestro padre fundador y con todos nuestros hermanos de Schoenstatt.
La Alianza nos impulse, en la fuerza de la misión del 31 de Mayo, a luchar en la vida diaria con constancia, sencillez y filialidad, por una santidad cotidiana y silenciosa, y renueve en nuestro corazón el deseo de acompañar a nuestro fundador en la tarea de construir un mundo donde se ame, se piense y se viva orgánicamente.
Te lo pedimos con María, nuestra Madre, Reina y Educadora, en nombre de Jesús que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Texto tomado de la Plática del 31 de Mayo
(La entrega del trabajo o Carta larguísima) tiene un doble carácter: de obsequio feliz y de pesada misión. Nos hemos reunido aquí en esta silenciosa hora vespertina, para entregar solemnemente a la Santísima Virgen el trabajo que para ella hemos hecho en común. Digo que fue un trabajo hecho en común, porque, mientras yo escribía día y noche, ustedes imploraban para mí, silenciosamente, el Espíritu Santo en nuestro Cenáculo. Ustedes no se cansaron de hacer abundantes sacrificios por la misma intención y, más que nada, se esforzaron por tomar en serio la Inscriptio en el día de trabajo.
Meditación
Nuestro padre fundador siente esa contradicción tan humana: está contento por lo que ha hecho (escribir la "Epístola perlonga"), pero también se da cuenta, porque no es un inconsciente, que ello traerá consecuencias. Sin embargo, el trabajo lo ha hecho "para ella". Por amor a ella, para que ella pueda seguir actuando como educadora de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, así como fue la educadora de la Cabeza, al asumir la tarea de educar a Jesús.
Y lo más significativo: él tiene conciencia que, en la fuerza del Espíritu Santo que las Hermanas, solidariamente, han pedido en ese tiempo, y en la fuerza del Capital de gracias, todo ha sido posible. Lo dice con la humildad de quien sabe que en el misterio el Cuerpo Místico del Señor estamos profundamente unidos los unos a los otros: es "un trabajo hecho en común".
El Padre Dios, por medio de estas frases de nuestro fundador, nos dice a cada uno:
"Hijo querido, he soñado que tu vida cotidiana sea como la del fundador: llena de solidaridad, llena de sentido de pertenencia; lo que tú haces revierte en bien o en mal de tus hermanos. No trabajes únicamente para hacer las cosas bien, sólo éticamente, sino por amor: por amor a tus hermanos, por amor a mí, en respuesta de amor a mi amor. Por eso, no tengas miedo de enfrentar nada que hayas hecho con la clara intuición que es mi voluntad, porque, a pesar de las oscuridades, al final resplandecerá mi victoria y mi amor fiel..."
Oración final
Padre Dios, con María te alabamos y bendecimos. Que ella la gran orante, te adore, te ame y te agradezca por tu amor infinitamente fiel y bondadoso para con nosotros.
Te agradecemos por nuestro fundador, que no temió enfrentar nada por hacer sólo tu voluntad.
Te pedimos que unamos nuestra vida a la vida y la tarea de nuestro fundador. Nuestro padre sentía que su vida y su tarea estaban atadas a la vida nuestra, y por amor a nosotros, se arriesgó audazmente.
Regálanos la gracia de emprender juntos, con nuestros hermanos de diferentes ramas, tareas apostólicas comunes.
Padre Dios, haz que nuestra lealtad al fundador se traduzca día a día en lealtad a nuestros hermanos.
Amén.