Padre, Madre, Hogar, Familia...

Me encuentro en este verano, en Viña del Mar, Chile, leyendo providencialmente el libro "Los años ocultos", de Dorothea M. Schlickmann, sobre la infancia y juventud de José Kentenich; quien llegó a se...

| María Isabel Herreros María Isabel Herreros

Me encuentro en este verano, en Viña del Mar, Chile, leyendo providencialmente el libro "Los años ocultos", de Dorothea M. Schlickmann, sobre la infancia y juventud de José Kentenich; quien llegó a ser padre y fundador de una Obra internacional que se caracteriza, asombrosamente, por la libre vinculación armónica entre sus miembros y comunidades, al estilo de una familia "bien constituida"; como suelen denominarse las familias unidas por el sacramento del matrimonio y la ley civil; que bautizan a sus hijos y les proporcionan formación religiosa desde que son pequeños... Si me preguntan a mí, que de seguro no viajaré a Alemania en el 2014 (y lo más probable es que nunca llegue a hacerlo; al igual que muchas personas que sólo conocen los Santuarios filiales) cómo me gustaría celebrar el Centenario de la Alianza de Amor que nos une a todos, les pediría remozar aquellos recuerdos de familia, que son nuestro patrimonio familiar; para que las nuevas generaciones conozcan el verdadero espíritu con que Schoenstatt fue fundado; no sólo en su contexto histórico, lugar físico y personas concretas que vivieron heroicamente su Alianza, sino principalmente, como José Kentenich lo experimentó desde su niñez... No me refiero a resucitar o restaurar textos, símbolos o canciones al estilo de un museo o de un conservatorio de música; sino a remozar las vivencias que hay detrás de ellos... vivencias de sonrisas paternales y maternales del buen Dios y de la Mater; presencia de Cristo y María en los momentos de cruz, filialidad basada en un compromiso libre de vincularse al buen Dios y a la Mater en el Santuario de Schoenstatt, cuna de santidad para quienes nos experimentamos sus hijos pequeños y muy amados, cada uno tal como es...donde Ellos nos educan, en el seno de una gran Familia, como personalidades libres, recias, sobrenaturales, y luego nos envían a misionar como alegres portadores de una nueva pedagogía de la fe; que es, en esencia, la fe de nuestro padre y fundador... Ese es el regalo que pido a quienes peregrinen a Schoenstatt el 2014: que nos compartan, remozados, los recuerdos familiares, para que podamos entregar a la Iglesia un modelo de verdadera familia católica, realmente bien constituida...

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs