Para la precisa fecha, el Papa exacto

Mientras asumía como el nuevo Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Bergoglio anunciaba que todo su plan de trabajo pastoral hacia el futuro, se podía condensar en tres imperativos. ¿Cuánto hay en común entre la pedagogía schoenstattiana y las propuestas del Papa Francisco, que ya planteaba cuando era Arzobispo?

Jueves 18 de septiembre de 2014 | P. Joaquín Alliende

Asumía como el nuevo Arzobispo de la inmensa urbe de Buenos Aires. Con voz cálida y firme, Monseñor Bergoglio anunciaba que todo su plan de trabajo pastoral hacia el futuro, se podía condensar en tres imperativos. El primer vocablo ya era una invención lingüística suya.

1.- "Santuarizar Buenos Aires"

2.- "Ponerse en camino". Peregrinaciones y procesiones: ir hacia Quien nos hace falta.

3.- "Pertenencia". No ser tacaños con el Bautismo. No sobreexigir a los fieles, que al pedir el Bautismo quieren pertenecer a una familia, ser un alguien para dejar, desde Cristo, el gris anonimato.

Permítanme comparar, en lo central, esta tríada con el documento medular del 18.10.1914: nuestra Acta de Fundación.

1.-"Santuarizar" significa "hacer santuario", ofrecer un lugar al cielo, pedir a la Trinidad que bese y marque un trozo de tierra nuestra. Hay múltiples convergencias con lo que el fundador hace aquel domingo de octubre, mes de la vendimia de 1914, año de la Gran Guerra. Es ofrecer e implorar para que la Madre de Jesús y de la Iglesia "tome posesión". Para que Ella misma santuarice, con especialísima misericordia, aquel boscoso y olvidado valle lateral del Rin.

2.-"Ponerse en camino". Teológicamente es lo que el Vaticano II iba a llamar, medio siglo después, "Pueblo de Dios Peregrino". José Kentenich, aquel 18 de 0ctubre, apuntó hacia un cambio de época. Simultáneamente, les propone a los jóvenes el medio necesario para realizar el inaudito plan. Ese medio era la persona de la Santísima Virgen, era un santuario en y desde el cual Ella formara los instrumentos para un nuevo futuro de vida Trinitaria, ya en esta tierra. Pero lo que tenían para ofrecerle era apenas una pequeña bodega, donde se guardaban las herramientas de jardinería. Sería un lugar propio, una cuna, una casa suya, desde donde atraer a muchos, arraigarlos, transformarlos y enviarlos a codecidir el rumbo de la historia. Todo lo anterior era una exigencia de moverse, de trasladarse, de caminar hacia nuevas metas ambiciosas. Ahora bien, ese "atraer", como nuestra Mater dice en el Acta de Fundación, es fascinar, es invitar a dejar nuestro hábitat cotidiano, y nuestras viejas costumbres que se han transformado en lastre. Es seguir la voz del secreto imán que imperiosamente nos llama.

3.- Pertenencia. Para el Arsobispo Bergoglio esta palabra significa incluir, acoger a alguien en la familia de la Iglesia. Para el Acta de Fundación es la gracia del arraigo, es dar una casa en la cual la Madre es la Educadora de la plenitud del Bautismo.

Las tres gracias del santuario, y toda la pedagogía de nuestro fundador, cobran su mejor sentido cuando se ponen en contacto con los propósitos centrales del Vaticano II, el cual también enmarca las actuales propuestas pastorales del Papa Francisco. Él es el Padre común, providencial, para celebrar el Centenario de Schoenstatt. Es exactamente la persona precisa para reenviarnos a ser instrumentos en "La Renovación Mariana del Mundo en Cristo Jesús". Aún más desde éste 18 de octubre en adelante.

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