PASEANDO- Jesús Ginés O.

Miércoles 29 de julio de 2020 | Jesús Ginés Ortega

Finalmente nos autorizan a los de 75 y más a salir una hora por el entorno de la casa. De momento solo tres veces por semana y limitados a sesenta minutos de libre disposición. Hay que agradecer a las autoridades sanitarias que nos hayan mostrado tanto aprecio, dejándonos confinados durante tres meses y que ahora nos abran un poco la puerta para salir a estirar piernas y a cambiar el panorama un poco más amplio en las cercanías del hogar. Creo que voy a probar fortuna, saliendo a observar el ambiente y tentar con pasos tímidos por los alrededores. Por primera vez me llevaré conmigo el bastón que compré en Guadalupe, en Extremadura, hace un par de años para preparar mi futuro. De momento no lo necesito para mantenerme, pero sí para prevenir el posible encuentro con alguno de esos pumas que han aparecido últimamente por los alrededores. Como todavía ejerzo de profesor de ética para veterinarios, me guardaré de propinar una ofensa a esos felinos, pero ellos podrán percatarse de mi disposición a defender mi integridad física.

Me siento como un niño al que le llegó el día de iniciar el viaje prometido y, como tal, me prometo cumplir todas las normas que mis mayores sanitarios, autoridad civil y policía me imponen. Llevaré también conmigo el carnet de identidad (DNI). Prometo transitar por la calle, siempre por la derecha con la frente alta, los ojos bien abiertos y en la cabeza, mi sombrero alado para protegerme del sol, de la lluvia o de furtivas rachas de viento, posibles en este tiempo invernal, que me pudieran afectar el cutis. ¡Qué emoción más grande la que siento al contemplarme libre de coerción externa y poder recorrer unas cuantas cuadras (manzanas) alrededor de mi casa. Pero al mismo tiempo voy a sentirme extraño de hablar de libertad, cuando en la ginesería anterior les (os) hice pensar sobre la libertad interior que es la única verdadera. Ahora que me estaba acostumbrando a vivir en la jaula, me abren repentinamente la puerta, aunque solo sea por una hora. Entiendo que están pensando en ampliarla a dos. ¡Un derroche de amabilidad!

En este paseo autorizado por funcionario competente, a la que me dispongo a acometer con humilde devoción, llevaré a la práctica aquello que teoricé. Soy libre para salir o no salir. No me siento coaccionado por nadie en mi determinación de perseguir el bien de mi salud. Voy a hacer lo que tengo que hacer porque me da la gana. Y si no salgo, porque así lo determine mi conciencia moral, pues seguiré quedando en casa, meditando y gozando de mi interior libertad, la única que vale realmente la pena. Tengo que ser coherente y consecuente con mis lectores.

 

Jesús Ginés Ortega

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