Pasos como campanas: Resonancias de Mario Hiriart
Hoy comenzamos un Ciclo llamado "Pasos como campanas: Resonancias de Mario Hiriart", para que sigamos oyendo los pasos, las palabras, y experiencias de Mario Hiriart, y que sigan resonando así a través del tiempo en nuestros corazones.
Jueves 11 de agosto de 2016 | Amelia Peironepasos como campanas,
pasos como palabras,
pasos como camino,
pasos como destino,
... en lo hondo de esta tierra.
Repetía un exquisito canto, estrenado en el Centenario 1985, cuando el fundador y padre José Kentenich habría cumplido sus 100 años. Cantaban unos jóvenes seminaristas y el estribillo era el epígrafe que acompaña estas líneas. Aquellos versos inspiran ahora este poco pretencioso “Ciclo” porque, efectivamente, esa canción cumplió su cometido: seguir resonando para hacernos pensar.
Hay palabras que suenan potentes como campanas sin timidez. Sea esa la impronta de esta serie de coloquios, de modo que las palabras luminosas de alguien, un líder, un santo, un pontífice, un maestro, repiquen provocando su eco en experiencias -siempre vitales, vividas-, tal como ha ocurrido en la vida de uno de nuestros hermanos, que bien ha dejado impresas claras huellas a su paso.
De nuestra parte, parece frecuente eso de no disponernos a verlas, por comodidad espiritual, por miopía humana, por tener aburrida el alma, por sordera elegida. Algunas de esas huellas marcadas en la historia urbana y eclesial de Chile -para empezar-, le pertenecen a un hermano que tiene la paciencia de que le dejemos postergado y que se llama Mario Hiriart.
Es así, entonces, que para quien quiera escuchar campanas, atender palabras, andar un camino siendo parte de él, va este Ciclo. Gracias a los que quieran amasar “lo hondo de esta tierra” para aceptar la marca de esas huellas. El nombre “Ciclo Pasos como campanas” se esclarece en cuanto dicho.
1- El modelo no es la esfera
Para entender los problemas, dijo Francisco en una de sus homilías tempraneras en Santa Marta, la casa donde él vive: "no sirve estar en el centro de una esfera. Para entender, nos debemos 'descolocar', ver la realidad desde más puntos de vista diferentes. Tenemos que habituarnos a pensar". Traía a lo cotidiano lo que ya escribiera en la exhortación Evangelii gaudium 236: "El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad".
Resulta que hubo un eco al revés. Hay que viajar 60 años atrás, para oír estas mismas palabras pontificales. Ocurrió en una normal oficina de la CORFO, donde todos los caminos de la economía de un país, Chile, se entrecruzaban, se estudiaban, se decidían.
Estaban frente a frente dos jóvenes ingenieros, el último ingresado a la corporación y un visionario de nombre Mario. El recién contratado retrata la situación: "Recuerdo perfectamente que en una oportunidad me dijo: 'Los problemas hay que mirarlos siempre desde muchos ángulos, o sea, normalmente lo que uno hace es mirar desde un punto y como lo miras desde ese punto, por más que se empine, siempre ve una parte de la cosa; lo que tienes que cambiar es no dar vuelta el problema, sino girar tú en torno al problema, verlo de otro punto de vista, y de repente se te va a presentar un todo más armonioso'. Mario me ayudaba a mirar las cosas como se debía, me parecía un maestro, porque con su equilibrio y su serenidad permitía que uno llegara a mejor puerto. Eso era en forma permanente".
El breve intercambio se dio en un pasillo que compartían tres oficinas distintas del Departamento de Industria, donde Mario se allegaba a todos con naturalidad y se acercaba dando apoyo. Aquella mañana de trabajo, se le cambió la luz y el modo de pensar al novato colega que debía preparar informes de inversiones extranjeras y se encontraba con problemas múltiples, sin saber cómo resolver las contradicciones.