Plus Ultra

El mundo experimenta cambios que exigen una mirada "más allá" de lo que estamos acostumbrados a hacer. "Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes", En una declaración de organizaciones eclesiales de ayuda se invitó a "no seguir haciendo lo mismo". Se requiere un golpe de timón para inducir cambios más grandes que lleven realmente a una sociedad más justa, fraterna, humana. El Papa Francisco llama a abrir los ojos. Muchos no se han subido al carro del progreso o lo hacen peligrosamente lento; tan lento, que la distancia entre los que sí vamos en él, usufructuando de sus bondades, nos alejamos cada vez más de ese otro sector, que pareciera que no se va a subir nunca. Y esto no solo es triste, sino peligroso.  

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle

En la antigüedad, el límite del mundo estaba marcado por los dos pilares que Hércules habría puesto en el Estrecho de Gibraltar indicando que nada esperaba a los navegantes del Mediterráneo por sobre esta frontera; era el Non Terrae Plus Ultra, "no existe tierra más allá". Sin embargo, Carlos I de España desafió esta visión y declaró la expresión Plus Ultra, "más allá", como lema personal para indicar el nuevo dinamismo de su imperio. Y así fue como éste crecería más allá de lo imaginable, no conocería la puesta del sol, dada la extensión que logró alcanzar. Pero, más que los logros materiales, lo que movió a Carlos I fue el sueño de romper con lo que se suponían límites, trabas, dificultades para crecer, innovar y atreverse a lanzar redes "más allá" de lo que hasta ese momento se pensaba como definitivo, fatal, inamovible. De haberse resignado a lo que indicado por esas imaginarias columnas construidas por el temor y falsa prudencia de algunos hombres, nada hubiese alcanzado. Las columnas aún se encontrarían allí, doblando corazones débiles que se adaptan con peligrosa facilidad al status quo, lo que hay, la costumbre cansina que inmoviliza y nos hace ver que "nada cabe hacer".
El mundo experimenta cambios que exigen una mirada "más allá" de lo que estamos acostumbrados a hacer. "Locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes", dice una conocida máxima de Einstein. En una declaración de organizaciones eclesiales de ayuda se invitó a "no seguir haciendo lo mismo". Se requiere un golpe de timón para inducir cambios más grandes que lleven realmente a una sociedad más justa, fraterna, humana. Lo aplicable a Chile es endosable a toda la humanidad: "Desde 1990 a la fecha el mundo en mayor o menor medida, ha registrado una larga etapa de crecimiento, democracia y políticas sociales activas y efectivas. La pobreza ha registrado una leve caída. Hemos reducido (aunque no eliminado del todo) el hambre, la muerte temprana y el analfabetismo, y con ello mitigado las manifestaciones más dramáticas de la pobreza; pero la experiencia de ser, hacer y estar en pobreza ha cambiado, provocando un fuerte malestar social".
Hay consenso en que una traba importante para el desarrollo y mayor paz social mundial es la desigualdad. La tragedia de Lampedusa, con sus cientos de víctimas no es un hecho aislado. África mira ansiosa, hambrienta y sedienta a una Europa que, temerosa, se repliega en sí misma. Los países latinoamericanos emergentes comienzan a experimentar un fenómeno de inmigración parecido. El Papa Francisco llama a abrir los ojos. Muchos no se han subido al carro del progreso o lo hacen peligrosamente lento; tan lento, que la distancia entre los que sí vamos en él, usufructuando de sus bondades, nos alejamos cada vez más de ese otro sector, que pareciera que no se va a subir nunca. Y esto no solo es triste, sino peligroso.
"No se puede pretender tener paz social sin niveles de equidad razonables". No es defendiendo fronteras a rajatabla como daremos solución a un problema cada vez más acuciante ¿Cómo avanzar más allá? Urge un cambio de mirada sobre la pobreza, comenzando por la propia. El bienestar del otro repercute en el mío y viceversa. A todos conviene un país, un mundo, en que las diferencias sean menores; en que nos reconozcamos finalmente como hermanos; en que miremos "más allá" desde una misma vereda.

 

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