Que todos sean uno
Adrian Lachner y su esposa Aura tuvieron la oportunidad de hacer una de las preguntas al Papa durante la audiencia en Roma. En esta columna, él nos cuenta con mucha emoción de su experiencia, y de lo que espera para Schoenstatt en el futuro.
Lunes 29 de diciembre de 2014 | Adrián LachnerY llegó el gran día, no me lo podía creer. Estaba saliendo de mi casa, una última oración en nuestro santuarito hogar, rumbo al aeropuerto, donde tomaríamos el avión hacia Alemania. Faltaban escasos días para el 18 de octubre del 2014. Un momento que habíamos estudiado hace muchos años, cuando hablamos de 1914, cuando recién comenzábamos a conocer Schoenstatt, y luego hace 3 años, la preparación, fue creciendo poco a poco el entusiasmo y la expectativa, y por fin llegaba el gran día de partir hacia aquel lindo lugar a celebrar los 100 años.. Que alegría inundó nuestro corazón.
Por supuesto, como ha de ser con todos estos eventos, sobraron los contratiempos, mas sin embargo ya en camino, todo fue "lleno de gracias", desde los puestos en el avión, hasta el tren puntual, y el arribo a al anhelado lugar.
Una vez en Schoenstatt, hubo gracias especiales, que me podrán creer o no, lo vivido quedó grabado para siempre. Caminar por aquellas veredas en el bello valle, siempre a la vista un Santuario, y siempre en el camino un conocido... "Hola, tanto tiempo" y un gran abrazo a un amigo de Chile, "Día.... que alegría verte", y otro gran abrazo a un amigo latinoamericano conocido en algun evento previo. Y de pronto, se sienta uno a descansar en una banquita, y pasa aquella persona que buscabas... "QUE ALEGRIA" de nuevo... Un joven de la JM de Alemania que estuvo un año en casa, que maravilla, conocer al mundo, en una era globalizada, el mundo se hizo pequeño, lleno de gracia, conocíamos a muchos, y conocíamos cada día más gente. Tuvimos el gran honor de trabajar en la carpa de educación, participar en varios eventos, interactuar con educadores abnegados, trabajadores, del mundo... De Hungría a Chile, de Argentina a Alemania y de vuelta a España. Logramos visitar la casa de los Padres, la casa de Alianza, varios otros santuarios, y principalmente el Santuario original. Los consideramos posiblemente los días más alegres de nuestras vidas.
Los eventos magnos, la organización impecable, los contratiempos hacían que todo aquel ambiente se hiciera humano, de lo contrario comenzaríamos a dudar de su existencia real. Las caminatas a comer, posiblemente para otros eventos podrían ser algo a criticar o mejorar; fue precisamente lo que lo hacía a uno meditar, caminar, conectarse con aquel lugar lleno de gracias. Mi Schoenstatt.
Mi esposa Aura y yo hemos tenido una buena vida, y sentimos que como sacramento matrimonial hemos sido bendecidos, primeramente el uno con el otro, nuestros hijos, nuestros amigos en Schoenstatt (Padres y hermanitas que apreciamos de corazón) donde vivimos, nuestra realidad, nuestro apostolado y trabajo. Nos dedicamos a tiempo completo a acompañar, hacer crecer y florecer una comunidad de aprendizaje y trabajo, siguiendo la pedagogía del Padre Kentenich. Teníamos gran expectativa del jubileo, y se superaba día a día.
Estando trabajando en la carpa, nos visitaron dos padres de Schoenstatt, hablamos un buen rato, y al finalizar le dije a mi esposita... "Eso fue una entrevista de trabajo". En efecto, nos contactaron poco después y nos ofrecieron leer una de las preguntas ante el Papa Francisco en Roma. Nos sentimos realmente bendecidos, y quizás no lo merecíamos, pero al final concluimos que lo "necesitábamos", han sido 7 años de esfuerzo, sacrificio, y en algunos momentos hubo duda si nuestras decisiones fueron las correctas, si sería voluntad de Dios o si causaríamos el efecto deseado con nuestro apostolado. Luego del jubileo, todo estaba clarísimo, perfectamente. Y sería hora de emprender camino a Roma.
La visita con el Santo Padre fue algo especial. Llegamos temprano, y nos tocaría hacerle la pregunta sobre "Maria madre, Maria educadora", para motivar que el Papa Francisco nos dijera sus criterios, sus comentarios. Fue un evento sumamente especial para Aura y para mí. Sentimos al Papa Francisco, sumamente "Humano", cercano, normal, familiar. Lejos de un ambiente sobrenatural o espiritual, fue algo HUMANO... Una persona cálida, con sabiduría, dándonos una respuesta clarita, para entender y repetir el resto de la vida... "MARIA ES MADRE", no somos huérfanos... Nuestro movimiento tiene Madre, no será huérfano nunca. Nuestros Apostolados, tienen MADRE, no serán huérfanos nunca... Nuestras familias en Alianza, tienen Madre, nuestra MTA... El mensaje fue profundo en su sencillez.
Hemos notado, que las gracias de Jubileo continúan, en lo personal luego de la visita a Roma, hemos tenido oportunidad de hablar con cantidad de matrimonios, con personas de influencia en la política, en la educación, con personas de otras religiones, y de variadas condiciones.
Sentimos que fue un "ENVIO".
En conclusión.
Ya nos dimos cuenta que unidos, los schoenstattianos somos una fuerza, que somos HIJOS, que tenemos las gracia de nuestra Mater que nos ha educado, nos ha preparado, y ahora nos envía, unidos, con nuevos amigos, con renovados vínculos.
Llegó nuestra hora, ahora nos toca al resto de los schoenstattianos dar una respuesta a las interrogantes de los tiempos, unidos.
Unidos, unidos, unidos. No podremos ignorar más la riqueza de la diversidad, la riqueza de la globalidad, la riqueza de polaridad. Padres y hermanitas, federaciones y militancias, institutos y ligas, al igual que europeos, asiáticos, americanos, africanos y oceánicos... Somos UNO. Amigos, YO VI, y VIVÍ lo que Juan escribió, lo que nuestro señor dijo... (Jn 17,21) "Como YO en TI, y TU en MI, que TODOS SEAN UNO EN NOSOTROS"...
Es momento de ser UNO, en la Santísima Trinidad, y como el Padre Kentenich está en todos nuestros corazones, y como estamos todos en el corazón de la Mater, así debemos actuar en este siglo... UNIDOS.
Un criterio muy personal: Creo que el punto MUNDIAL de REUNIÓN es Schoenstatt y su santuario Original, y será la EDUCACION, la propia y la del MUNDO la que nos unirá, la que brindara respuestas a las interrogantes y desafíos que nos hace el mundo, y hará que Schoenstatt en este nuevo siglo juegue un papel protagónico.