Senado de la República de Chile rinde homenaje a Schoenstatt
En diciembre pasado el Senado de la República de Chile rindió un homenaje al Movimiento apostólico de Schoenstatt, a raíz de los 100 años desde su fundación.
Sábado 17 de enero de 2015 | Schoenstatt VivoDurante la jornada estuvieron presentes en las tribunas de la Sala de Sesiones, el representante del superior provincial del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt, Padre Juan Pablo Rovegno; la representante de las hermanas de María de Schoenstatt, hermana María Paz Labreaux; la encargada de la pastoral del Santuario de Schoenstatt en Viña del Mar, Verónica Ciudad; y el jefe de la rama de matrimonios del movimiento en Viña del Mar, Ernesto Aguirre.
El senador Francisco Chahuán, a nombre de la institución, realizó un discurso valorando el rol que ha cumplido esta comunidad en el desarrollo espiritual del país durante sus 100 años de historia.
A continuación se puede leer íntegro el discurso del senador.
Señor Presidente, Honorable Senado, padre Juan Pablo Rovegno, representante del superior provincial del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt; hermana María Paz Labreaux, representante de las Hermanas de María de Schoenstatt; señora Verónica Ciudad, encargada de la pastoral del Santuario de Schoenstatt de Viña del Mar; don Ernesto Aguirre y señora, jefes de la rama de matrimonios del Movimiento de Schoenstatt en Viña del Mar; miembros de las diversas comunidades de la familia de Schoenstatt; señoras y señores:
"Quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia para nuestra casa y toda la Provincia alemana y quizás, más allá. Todos los que acuden acá para orar deben experimentar la gloria de María".
Con estas célebres palabras, pronunciadas el 18 de octubre de 1914, en el contexto de una plática dirigida a jóvenes del Seminario Menor de los Padres Palotinos, su director espiritual, el padre José Kentenich, daba origen al Movimiento Apostólico de Schoenstatt, nombre de un pequeño barrio del pueblo de Vallendar, cercano a la ciudad de Coblenza, Alemania.
Fue junto a una pequeña capilla dedicada a San Miguel Arcángel, que se encontraba abandonada, donde su fundador propone a los estudiantes su "secreta idea predilecta" y su "audaz pensamiento", que constituyen los principios inspiradores de este movimiento eclesial.
Y esa modesta capilla pasó a convertirse en su santuario original, del cual actualmente hay alrededor de doscientas réplicas en muchas naciones.
Desde el inicio del Movimiento, su fundador lo ligó a una Madre, la Virgen María, reconocida como la Fundadora, Reina y Educadora, quien rige esta alianza de amor pactada ese 18 de octubre, hace ya un siglo.
Cuando el Movimiento cumplió veinticinco años de existencia, en la misma época en que estallaba la Segunda Guerra Mundial, el padre José Kentenich manifestó: "Todo lo grande y valioso que hemos recibido durante este tiempo, en este santo lugar, está íntimamente ligado con la Madre, Señora y Reina de Schoenstatt. Simplemente ella es el don que la sabiduría, bondad y omnipotencia divina ha querido regalar, de un modo especial, el 18 de octubre de 1914, a nuestra Familia, y por su intermedio, nuevamente al mundo entero".
Porque precisamente se ha convertido en uno de los símbolos más importantes del Movimiento, sus integrantes la denominan "la Madre Tres Veces Admirable" o, simplemente, "la Mater".
El padre Kentenich debió sufrir durante la guerra los rigores del cautiverio en el campo de concentración de Dachau, víctima de la persecución nazi, desde donde fue liberado en 1945. Y más tarde, comienza el período de internacionalización del Movimiento, como era su deseo.
No obstante, ya en 1943, en la ciudad de Helvecia, Uruguay, se funda el primer santuario filial. En la actualidad, la comunidad schoenstattiana se encuentra establecida en muchos países de América del Sur y del Norte, de Europa y también de África, y totaliza alrededor de un millón de miembros en sus diversas comunidades.
Es necesario destacar que durante su estadía en el campo de concentración de Dachau, el padre Kentenich continuó desarrollando una intensa actividad apostólica, mediante prédicas y enseñanzas impartidas en medio de la clandestinidad, lo que hizo florecer con mayor fuerza a la familia de Schoenstatt.
A quienes hemos tenido la suerte de estar en Dachau, nos ha impresionado la espiritualidad que genera el lugar donde el padre Kentenich fue injustamente retenido.
A partir de 1947, el fundador del Movimiento inicia una serie de viajes por Norteamérica, África y Sudamérica. Y nuestro país fue uno de los que tuvieron el privilegio de contar con su visita.
Sin embargo, como muchas veces ocurre con los fundadores de alguna obra, hubo de sufrir la intervención del Santo Oficio al Movimiento, pues no se comprendió bien el sistema pedagógico empleado por el padre Kentenich en la difusión de su labor, que se estimaba contrario al Magisterio Oficial de la Iglesia. Ello culminó con su separación de aquella por disposición de dicho dicasterio vaticano, y se vio obligado a trasladarse en 1951 a la ciudad de Milwaukee, Estados Unidos, donde soportó estoicamente la dura prueba a la que fue sometido, pero creyendo firmemente en el crecimiento de la obra.
Solo después de catorce años, en octubre de 1965, el Santo Padre Paulo VI lo rehabilitó en plenitud, y pudo regresar a su querida obra en la Nochebuena de ese mismo año.
Pese a contar en esa época con ochenta años de edad, a partir de su regreso tuvo un quehacer incansable a los efectos de revitalizar el Movimiento, mediante retiros espirituales, jornadas comunitarias y otras actividades similares. Con ello demostró que se trataba de una obra de Iglesia preparada plenamente para la etapa posconciliar. Y eso concitó la comprensión de miles de adherentes que se fueron sumando.
Antes de fallecer el 15 de septiembre de 1968, pudo ver cómo su Movimiento había crecido significativamente, plasmándose en numerosas comunidades tanto religiosas como laicas. Entre ellas, puede mencionarse al Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt; el Instituto Secular de los Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt; el Instituto Secular de las Hermanas Marianas de Schoenstatt; el Instituto Secular Nuestra Señora de Schoenstatt; el Instituto Secular de los Hermanos Marianos de Schoenstatt; el Instituto Secular de las Familias de Schoenstatt, junto con las Federaciones Apostólicas de Sacerdotes, de Familias; las Ligas Apostólicas de Hombres, de Mujeres, de Familias, y las juventudes masculina y femenina de Schoenstatt.
Todas estas comunidades constituyen la gran familia de Schoenstatt.
A ello deben sumarse los miles de peregrinos que en todos los continentes visitan constantemente los santuarios de la Madre Tres Veces Admirable.
Como la gran mayoría de los movimientos eclesiales, Schoenstatt, a través de su carisma, aporta a la renovación de la Iglesia en total armonía con la misión evangelizadora manifestada en el Concilio Vaticano II, y con gran presencia laical, cuyos miembros llevan a cabo su misión renovadora.
Desde sus inicios, el padre José Kentenich imprimió un acento apostólico y evangelizador al Movimiento que fundó, dándole una impronta mariana, que debe ser el signo distintivo de todo schoenstattiano para llevar a cabo lo que él denominó "la misión salvífica de Occidente", esto es, ir extendiendo la evangelización por todos los continentes, en una obra de renovación mariana.
En nuestro país, en la década del sesenta, llegaron sacerdotes europeos integrantes del Movimiento y paulatinamente se fueron incorporando clérigos chilenos que recibieron la espiritualidad schoenstattiana en sus noviciados y casas de formación.
Actualmente existen numerosas comunidades extendidas a lo largo de nuestra extensa geografía. La más conocida es el Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt, constituido por una comunidad de sacerdotes de Derecho Pontificio que forma parte de la denominada "Provincia de Pentecostés", que reúne a diversos países, y cuya casa provincial en Chile se encuentra ubicada en la comuna de La Florida, junto al Santuario Nacional.
El Movimiento cuenta, asimismo, con más de treinta santuarios y ermitas en diversas ciudades del territorio nacional. Y tiene bajo su responsabilidad a seis colegios: Monte Tabor y Nazaret, Pablo Apóstol, en Santiago; San José de Chicureo, en Colina; José Kentenich, en Puente Alto; Sagrada Familia, en Reñaca Alto; Santísima Trinidad, en Concepción.
Entre sus religiosos más destacados figuran los sacerdotes Joaquín Alliende, Hernán Alessandri, Luis Ramírez, Carlos Cox; el Obispo Emérito Manuel Camilo Vial, y el Cardenal, Arzobispo Emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz.
Un miembro laico consagrado de los Hermanos de María de Schoenstatt, el ingeniero civil Mario Hiriart, que falleció a los treinta y tres años, después de sufrir dolorosas enfermedades, se encuentra en proceso de beatificación desde el año 1994 y sus restos descansan en un sector cercano al Santuario Nacional.
También es necesario destacar la existencia de la Corporación de Beneficencia María Ayuda, fundada por el Padre Hernán Alessandri en 1983, la cual, bajo la espiritualidad schoenstattiana, brinda a los niños desvalidos una experiencia positiva de acogida familiar que les permita reparar los daños causados por el maltrato y crecer como personas dignas, libres, felices y con oportunidades para enfrentar la vida futura.
Aquellos que conocemos a María Ayuda podemos señalar que es, sin lugar a dudas, una gran labor, digna de destacar, y que constituye también un ejemplo de acogida a madres que optan por la vida y que han sufrido el maltrato.
En la audiencia otorgada el 25 de octubre del presente año por el Papa Francisco a más de siete mil peregrinos pertenecientes al Movimiento Apostólico de Schoenstatt, provenientes de más de cincuenta países, les manifestó que "la renovación de la Iglesia es algo que está presente desde su tradición", poniendo énfasis en la necesidad de trabajar en base al encuentro, en contraposición al camino del desencuentro, tan transitado hoy. Finalmente, sostuvo que la "cultura del encuentro es una cultura de alianza, que crea solidaridad".
Y en nuestra sociedad actual, en que el desencuentro se vive cotidianamente, resulta indudable que las palabras del Papa constituyen una inspiración muy importante para la vida de vuestro Movimiento, que debe continuar por muchos años más con la misión que les entregó vuestro fundador, persistiendo en esta obra de tanta necesidad para la Iglesia universal, y para nuestro país, en particular.
Por mi parte, los felicito por haber completado un siglo de esta alianza de amor, junto a la Madre Tres Veces Admirable, y espero que cumplan muchos años más de incansable misión, como familia de Schoenstatt, dado el valiosísimo aporte que representan tanto para la Iglesia universal como para la Iglesia en Chile.
Es importante también destacar que el padre Carlos Cox ha señalado que este es el año de la refundación de Schoenstatt, en la que el Santuario debe funcionar como eje, para que esta alianza efectivamente se fortalezca.
También deseo destacar que tres jóvenes schoenstattianos fueron a Cuba en 1999. Al año siguiente, el padre Carlos recibió a 35 jóvenes cubanos que hicieron su alianza y en 2008 se ordenó el primer sacerdote diocesano entre sus filas.
Por tanto, esta es una obra de amor y esperamos que cumpla muchos años más.
También confiamos en que el proyecto que presentamos en su oportunidad para erigir un monumento al padre Hernán Alessandri en La Florida finalmente sea despachado por este Congreso Nacional, de manera de honrar a un hombre que, sin lugar a dudas, lleva en su corazón a esa Madre Tres Veces Admirable y que es un ejemplo a seguir.
Señor Presidente, le solicito enviar copia de esta intervención al superior provincial del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt en nuestro país, Padre Mariano Irureta.
Muchas gracias.
Artículos relacionados:
Jesus Ginés Ortega
Santiago