¿Ser Maestro o Docente?

¿Es la misión de un docente católico – schoenstattiano que tiene la oportunidad de darse a los demás, solamente entregar docencia en la materia dada? Hoy los jóvenes necesitan Docentes que al menos intenten ser Maestros capaces de dar cabida a sus necesidades, sabiendo extraer y mostrar al otro lo mejor de sí mismos, exigentes en el aprendizaje como parte de la Santidad de la Vida Diaria, en un trato basado en el cariño y aprecio de su persona, solamente por ser quien es. En definitiva, se trata una vez más de un ejemplo claro para poner en práctica la Misión del 31 de Mayo, siendo capaces de encontrar el actuar de Dios en el otro con una mirada providencial y, a la vez, descubrir a Dios en medio del mundo.

| Marcelo Felipe Lizana Marcelo Felipe Lizana

Junto con el Mes de la Mater, éste también es el mes de los exámenes finales, en donde María puede acompañar a los jóvenes en estos desafíos. A la vez, muchos de ellos se encomiendan a ella para que con fuerza los sostenga de su mano. Durante este proceso también se finalizan las actividades en la mayoría de las Casas de Estudio. Junto a esto, los Docentes tienen la oportunidad de hacer una evaluación de lo que ha sido el año académico con sus fortalezas y debilidades, surgiendo las preguntas: ¿lo he hecho bien, debo modificar mi praxis pedagógica, cómo soy percibido por mis alumnos, qué puedo cambiar?

El encuentro constante con los jóvenes es una verdadera bendición. Ellos inyectan energía en sus profesores por medio de su juventud y ansias de aprender. Tienen la energía necesaria para afrontar los desafíos, anhelos de construir una mejor sociedad y la fuerza vital que de la mano de Dios es capaz de generar una corriente de vida. Por esto es válido cuestionarse si las necesidades del hombre (alumno) actual son solamente de conocimiento. ¿Es la misión de un docente católico – schoenstattiano que tiene la oportunidad de darse a los demás, solamente entregar docencia en la materia dada?

He aquí donde se marca la diferencia entre Docente y Maestro. Este último debe obviamente saber muy bien el conocimiento teórico que entrega; sin embargo, el atreverse a ir más allá para formar "personas", es la clave de todo buen Maestro. Éste debe saber identificar las debilidades y fortalezas de sus alumnos, para saber explotar al máximo estas últimas, a fin de guiar a ese ser humano hacia la consecución de su Ideal Personal, o incluso que lo pueda descubrir.

Para esto es necesario "conocer al otro" en un encuentro cercano, donde cada uno debe estar dispuesto a dar a conocer una parte de sí, interesarse de verdad por lo que al otro le sucede. En definitiva, practicar el acogimiento. Sabemos cuán acogedor fue siempre nuestro Padre Fundador, tanto que con sus alumnos funda una sociedad Mariana, preocupándose por ellos en el contexto histórico en que se encontraban, entregando a la Santísima Virgen sus anhelos y esperanzas. Los supo guiar y preparar como personas hasta potenciar a tal nivel sus fortalezas, que son estos jóvenes a quienes en un futuro llamarán "congregantes", y algunos incluso llegaron a ser héroes en su entrega radical y filial a María. Fueron parte de una corriente de vida que hoy llega a los cinco continentes, llevando ejemplos de Santidad a miles de Jóvenes en el mundo.

Hoy los jóvenes necesitan Docentes que al menos intenten ser Maestros capaces de dar cabida a sus necesidades, sabiendo extraer y mostrar al otro lo mejor de sí mismos, exigentes en el aprendizaje como parte de la Santidad de la Vida Diaria, en un trato basado en el cariño y aprecio de su persona, solamente por ser quien es. En definitiva, se trata una vez más de un ejemplo claro para poner en práctica la Misión del 31 de Mayo, siendo capaces de encontrar el actuar de Dios en el otro con una mirada providencial (causas segundas libres – causa primera) y, a la vez, descubrir a Dios en medio del mundo.

Por tanto, sólo queda vencer aquello que detiene, como el miedo o la desconfianza. Sin embargo, es vital que cuando se forja una relación de MAESTRO-ALUMNO, se debe primero estar dispuesto a ello, dejar que la providencia lo geste en forma natural y guiarse según la CARIDAD. Ya nos lo enseña el Santo Padre que, al hablar de Dios es Amor, nos guía diciéndonos que "...el cristiano sabe cuándo hablar de Dios y cuándo callar sobre él".

El Padre José nos enseña una cruzada por el amor orgánico o la instauración de un sano organismo de vinculaciones naturales. Deben animarse los docentes y también los alumnos, a compartir la experiencia de la vinculación con los alumnos y viceversa, a modo de ir construyendo y meditando el sello propio que debe tener todo schoenstattiano que se dedique a la docencia. Son muchos los casos conocidos de éxito en ello: miremos a Mario Hiriart, cémo se vinculó con plena libertad con sus alumnos, organizaba jornadas y retiros espirituales con ellos, e incluso algunos de ellos hoy dan testimonio del ejemplo-modelo de Mario en sus vidas. No se debe perder la oportunidad de compartir el regalo inmenso del Amor de Dios con los demás, en un encuentro de confianza, acogimiento y caridad.

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