Telegrama del Papa por el fallecimiento de Nelson Mandela:
Que su ejemplo inspire la justicia y el bien común en las aspiraciones de SudáfricaEl Santo Padre Francisco ha escrito un telegrama de pésame al presidente sudafricano, Jacob Zuma, en el que expresa su dolor y tristeza por el fallecimiento del ex presidente Nelson Mandela. El Papa reza por él y envía sus condolencias a toda la familia Mandela, a los miembros del Gobierno y a todo el pueblo de Sudáfrica. Al encomendar el alma del difunto a la misericordia infinita de Dios Todopoderoso, el Papa Francisco pide al Señor que consuele y fortalezca a todos los que lloran su pérdida.
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En su mensaje de pésame el Papa Francisco rinde homenaje al firme compromiso demostrado por Nelson Mandela en la promoción de la dignidad humana de todos los ciudadanos de la nación y en la creación de una nueva Sudáfrica basada en los firmes cimientos de la no violencia, la reconciliación y la verdad. El Papa reza para que el ejemplo del difunto presidente inspire a las generaciones de sudafricanos a poner la justicia y el bien común en la vanguardia de sus aspiraciones políticas. Con estos sentimientos, el Pontífice invoca sobre el pueblo de Sudáfrica los dones divinos de la paz y la prosperidad.
Nelson Mandela.
El ex presidente sudafricano Nelson Mandela, que estuvo hospitalizado desde el pasado sábado 8 de junio a los 94 años en un estado "grave", encarnó en todo el mundo los valores del perdón y de la reconciliación por haber sacado a su país del régimen racista del apartheid y haber renunciado a la venganza contra la minoría blanca, que lo mantuvo en prisión durante 27 años.
"El perdón libera el alma, hace desaparecer el miedo. Por eso el perdón es un arma tan potente" dijo Mandela, premio Nobel de la Paz en 1993, en una frase ahora mítica que desgrana su visión del mundo y de la humanidad y que lo convirtió en el dirigente más popular del siglo XX.
A pesar que se retiró de la vida pública desde hace años, fue una figura venerada más allá de las fronteras de África.
Calificado de "icono mundial de la reconciliación" por Desmond Tutu, otra de las grandes figuras de la lucha contra el apartheid, el ex presidente sudafricano, que nunca predicó ideas políticas ni religiosas, encarnó valores universales, una suerte de humanismo africano alimentado por la cultura de su pueblo, los xhosas.
"Madiba", el nombre de su clan con el que lo llamaron afectuosamente sus compatriotas, nunca fue un revolucionario al estilo de Lenin o Gandhi. Cuando era joven le gustaba el deporte -fue boxeador amateur-, los trajes bonitos y tenía fama de seductor.
"Lejos de asumir un papel divino, Mandela fue al contrario totalmente y absolutamente humano, la esencia del ser humano en todo lo que esa palabra puede significar", escribió sobre él su compatriota Nadine Gordimer, premio Nobel de Literatura.
Sus actos, recordados y venerados por sus compatriotas a lo largo de los años, terminaron creando una especie de culto que Mandela nunca buscó. "Uno de los problemas que me preocupaban en prisión era la falsa imagen que tenía y no quería proyectarla al mundo. Me consideraban un santo y nunca lo fui", explicó una vez a un periodista.