Tiempo de invierno

Los nuevos tiempos deben venir con nuevos desafíos. Un impulso a descubrirnos a nosotros mismos, y una invitación a ser motivadores con nuestros seres queridos en este tiempo invernal. 

| Cecilia García Huidobro Cecilia García Huidobro

Como todo en la vida, vivimos en la dinámica de procesos, desarrollos, etapas, transformaciones, y el Invierno es una de ellas que nos trae maravillosas lecciones, solo hay que saber escuchar el mensaje impreso en la naturaleza.

 Los niños, especialmente los adolescentes (también los adultos en la crisis de los cuarenta para las mujeres y de los cincuenta para los varones, y en la crisis del adulto maduro sobre los sesenta) vivimos esta etapa en que el viento y las lluvias se llevan lo que hay en la superficie. Las tormentas arrasan con lo superficial y deja al descubierto lo mas sólido, lo permanente, las piedras, las rocas, la tierra firme. La esencia de nosotros mismos.

 Este proceso que se verifica en forma externa, en la dinámica  interna  invierno es silencio, descanso, receso, profundidad, interioridad, preparación, nutrientes, poda para renovar fuerzas, replantar, limpiar, trasplantar, todo en función de la fecundidad de la próxima floración…

 Cuando a nuestros niños y jóvenes los dejamos ser, los dejamos vagar en sus pensamientos, los dejamos sin panoramas y estimulaciones externas, los dejamos aburrirse o hacer lo cotidiano, nada estridente, solo la rutina con sus cosas permanentes, les estamos dando la gran oportunidad de volver su mirada al interior de sí mismos, de conocerse, descubrirse y reencontrarse con lo esencial de sus vidas: ¿A quiénes amo? ¿A quién le importo? ¿Por quién me muevo y  me motivo? ¿Cuál es mi fuente de alegría? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué es lo que no deseo ni para mí ni para otros? Con mis talentos, ¿qué aporto a los demás? ¿Qué es lo mejor en mí? ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿A quién se la doy?... Son los diálogos internos que se suscitan en la soledad de la oscuridad invernal.

 Este trabajo de invierno nos permitirá el mejor proceso de autoestima que nos podemos dar, entendida ésta como la suma de juicios que una persona tiene de sí misma, el descubrimiento del propio valer, el amor a sí mismo, la visión de sí mismo, la confianza en sí mismo, descubriendo las características que la persona se atribuye a sí misma, lo que piensa y siente respecto de sí. Autoestima que es de las conductas psicológicas que tienen mayor incidencia en la calidad de vida de las personas. (Con amor se enseña mejor, 2009)

 ¿Qué tal si aprovechamos las vacaciones de invierno para estimular en otros el concepto positivo sobre ellos mismos practicando el “ yo confío en ti”,  permitiendo a  a nuestros niños y jóvenes sentirse suficientemente buenos y capaces a fin de que se sientan bien en su propio cuerpo, valoren sus capacidades físicas, acepten sus limitaciones, sean independientes, se sientan seguros, acepten desafíos, sean flexibles y compasivos, pacientes y misericordiosos con ellos mismos y con los demás, tengan buenas relaciones con las personas, sean confiados y cooperadores, asuman responsabilidades, sean perseverantes? ¿Y de paso el invierno nos haga reciclar nuestros propios ideales y  actuar en consecuencia con la esencia que hay dentro de nosotros mismos que nos hace ser lo que somos “la gloria de Dios”?

 Que la Mater nos acompañe en este camino invernal.

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