Un nuevo Jardín de María
En medio de la crisis que vive Latinoamérica, cobra mucho sentido entonces, recurrir a nuestra historia en este preciso momento. Especialmente el 20 de Enero, y más específicamente con la corriente del "Jardín de María".
Miércoles 11 de diciembre de 2019 | Pablo VidalEn Chile llevamos más de cuarenta días de un estallido social que aún no logra apaciguarse. En Bolivia un presidente renuncia provocando un quiebre ciudadano y en Colombia brota, similar a Chile, un descontento que se traduce en manifestaciones de cientos de miles de personas. Años atrás vimos situaciones similares en Brasil y en Argentina. Y por si fuera poco en Centroamérica vemos muchas veces un desalentador panorama.
No pretendo realizar un gran diagnóstico, pero pareciera ser que en nuestro continente la "cancha" (en alusión a las canchas de futbol) no es equitativa para todos. Son demasiadas las personas que viven en pobreza, que sufren la soledad, que no pueden acceder a buena salud ni educación, que viven atormentados por el narcotráfico, que mueren de sed y hambre, que son discriminados, excluidos o tachados.
Son muchos los que han visto sus derechos humanos afectados o son perseguidos por su pensamiento, creencias y/o religión. Vemos como miles de hectáreas son arrasadas por incendios y también por grandes inundaciones. Ríos y mares contaminados, cerros de basura, animales muertos y ciudades atestadas de polución.
Sudamérica vive momentos de profundo cambio y dolor, que tienen como factor común la necesidad urgente e imperiosa de asegurar condiciones de vida dignas, sostenibles, de justicia y de paz para todos.
Para mí, cobra mucho sentido entonces, recurrir a nuestra historia en este preciso momento. Especialmente el 20 de Enero, y más específicamente con la corriente del "Jardín de María".
Para quienes no conocen sobre esta corriente, nace de un hecho puntual en momentos que el Padre Fundador está en la Cárcel de Coblenza en tiempos de Navidad, que ocasiona un particular intercambio de cartas entre una hermana de María y él. En ese intercambio, ambos descubren que, a pesar de las circunstancias y distancia, existe una relación más profunda que los une, y que sus destinos están más entrelazados de lo que parece.
La carta de Navidad de esta hermana propone un deseo especial al niño Jesús, y es que le regale libertad y retorno de su Padre (en alusión al Fundador). El Padre Kentenich en su respuesta le dice: "Mi querida hermana Mariengard. Cumpliré tu deseo cuando tu corazón y el corazón de toda nuestra familia se haya convertido en un floreciente Jardín de María" y continúa diciendo "Apúrate para que no sea demasiado tarde".
Estas dos sencillas frases, han sido recurrentes en mi cabeza las últimas semanas, llevándome a la pregunta si Sudamérica ¿es un Jardín de María? Y la verdad es que, con dolor, creo que aún no.
El jardín donde debía surgir la contracorriente y la misión salvífica del occidente ha sido descuidado, mal podado, poco regado. Quizás el hastió de nuestra sociedad nace justamente de ello, pues en el corazón de todos, existe el anhelo profundo de querer ser ese Jardín de María, pero fuimos nosotros mismos quienes no acogimos ese llamado urgente del Fundador a convertir nuestros corazones para abonar ese Jardín con equidad, justicia, amor y paz.
Pero no hay nada perdido, sino todo por hacer.
Tal vez porque vivo en el campo, he aprendido que el amor, las herramientas adecuadas, el trabajo arduo y perseverante, una buena dosis de agua y la Voluntad de Dios son ingredientes suficientes para revivir un Jardín.
Tendremos que asumir entonces con reciedumbre y convicción nuestra "solidaridad de destinos" con todos nuestros hermanos sin distinción, especialmente con los que hemos olvidado en este Jardín. Aceptar que nuestros países no serán prósperos, justos y equitativos, si no les regalamos y entregamos nuestros corazones a través de actos heroicos para liberarlos de esta cárcel de inequidad.
Deberemos trabajar el doble y el triple (al igual que las Hermanas de María) para demostrar al Padre que somos Jardineros idóneos para este desafío, y finalmente deberemos apurarnos, porque tal como dijo el Fundador a la hermana Mariengard, de no hacerlo podría ser demasiado tarde.
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Saludos.
Cleomar Mundo Zavaleta
Tuxtla Gutiérrez, Chispas; Mexico
Bruni
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