¿Un presupuesto inexistente?

Hacia el final de su vida, el fundador comentó su tarea de los años 20 y 30. Señaló que él tuvo por encargo formar personas que ya habían recibido “una excelente catequesis de la cristología católica”. Y agregaba: “Sobre ese fundamento válido pude yo desarrollar nuestra modalidad mariana”. Escribe el padre Joaquín Alliende.

Miércoles 17 de septiembre de 2014 | P. Joaquín Alliende

Me han insinuado escribir otro telegrama sobre lo crístico kentenijiano. Trataré de hacerlo.

Hacia el final de su vida, el fundador comentó su tarea de los años 20 y 30. Señaló que él tuvo por encargo formar personas que ya habían recibido "una excelente catequesis de la cristología católica". Y agregaba: "Sobre ese fundamento válido pude yo desarrollar nuestra modalidad mariana". Y solía indicar: "Bien puede ser que en otras latitudes y en tiempos distintos, no se pueda presuponer un tal fundamento catequético. Si fuese así, deberíamos ofrecer una catequesis crística expresa y explícita".

La constatación de tales situaciones catequéticas podemos experimentarla nosotros en los últimos decenios. En todo caso, tal debilidad de fe es clara en el mundo iberoamericano. Pareciera que tal vez hemos trabajado con un presupuesto inexistente. Convendría observar el estilo de oración de nuestro Movimiento. Creo útil compararlo con las plegarias del "Hacia el Padre". Hay una distancia excesiva, preocupante. En efecto, si en este año del jubileo, el Dios de la historia nos demanda "refundar" nuestro Schoenstatt con un agradecido cuño cada vez más kentenijiano, la primera refundación ha de ser la de nuestra vida de plegaria personal y comunitaria.

No pocas veces me confieso a mí mismo, que hay un texto del "Hacia el Padre" que sorprendentemente hoy tendríamos que invertir en sus términos centrales. Se trata de los versos del final del Vía Crucis:

"Concededme entregar... tu cruz, Jesucristo, y tu imagen, María. ¡Que jamás nadie separe lo uno de lo otro, pues en su plan de amor el Padre los concibió como unidad!" (HP 332).

El fundador juzgaba que algunos dejaban a María de lado. Hoy, gente mariana deja en indebida penumbra a Cristo el Señor. Esto debilita muchísimo el santo entusiasmo por la "nueva evangelización" de las culturas del mundo.

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