Un who is who?
En esta ocasión el padre Joaquín Alliende nos habla del padre Kentenich, el fundador, y nos invita con ello a reencontrarnos con el espíritu de este hombre que dedicó su vida al servicio de Dios y la alianza de amor.
| P. Joaquín Alliende P. Joaquín AlliendeBueno ¿quién y qué es, sustancialmente, el P. Kentenich? ¿Filósofo, pedagogo, profeta, teólogo pastoralista, legislador? Es un católico múltiple. Cursó su preparación al sacerdocio, en un Seminario donde se preparaban misioneros heroicos para el Camerún africano y no tanto doctos teólogos para Europa.
Estoy convencido que en el panorama de la Iglesia universal, ante todo, le llamarán "santo". Algunos más avispados, le dirán "profético" y "fundador prolífico". Y los investigadores del fondo marino, donde ya la veloz luz de cada día no alumbra nada, y todo está en silencio más definitivo, usarán dos sílabas: "padre". Sin embargo, permanece abierta una intuición: José Kentenich es alguien bastante inclasificable.
Intento una aproximación elemental. El pensamiento de José Kentenich debe situarse en el flujo de la corriente cultural reflexiva, que se llama personalismo. Él no es un neotomista, como pareciera en algún lenguaje suyo, por ahí. Su tema básico es el hombre en la comunión social y religiosa. Es el yo que se constituye en y por el tú. Considera siempre amenazada la identidad del sujeto. Percibe sutiles formas de masificación despersonalizantes. Es un enemigo declarado del ninguneo y un artista del uniqueo (1 oveja frágil es más que 100 ovejas). La felicidad humana es trinitaria. No sólo en el cielo. El yo libre construye la "comunión" familiar, eclesial y política, que Cristo con María, implantan en el Dios Trino. En este despliegue existencial, lo femenino tiene un desempeño siempre indispensable, mediante una relación privilegiada con la Nueva Eva, como el punto dinamizador de los vínculos con los tú de la tierra y los del cielo... Y con los terruños de cada biografía. La maduración de esta propuesta la sitúa Kentenich en la personalidad paterna–materna, surgida desde una filialidad fraterna y liberadora.
En lo teológico-antropológico y en lo teologal, se le ha de situar como un precursor del Concilio Vaticano II y un preparador de un futuro Concilio inédito.