Conectar los puntos
Hace poco el Padre Hugo Tagle recordaba en una columna el discurso que Steve Jobs pronunció en el acto de graduación de 2005 en la Universidad de Stanford. El discurso es muy hermoso y como está en youtube en su versión original y en versión subtitulada, lo recomiendo. El Padre Hugo se centró en la virtud de la reciedumbre frente a las dificultades; a mí me llamó la atención lo que Jobs llama "conectar los puntos", o descubrir el sentido de las cosas que pasan. Y lo hace contando una historia. Él fue un niño adoptado; su madre biológica quiso asegurarse de que sus padres adoptivos le dieran a su hijo una carrera universitaria. Los que iban a adoptarle (un matrimonio de abogados) no lo hicieron porque querían una niña y la familia que finalmente se hizo cargo de él era mucho más modesta...
| Pablo Crevillén (España) Pablo Crevillén (España)Cumplir el compromiso de darle una carrera universitaria, les supuso el sacrificio de ahorrar mucho dinero durante años. Finalmente, cuando Jobs llegó a la Universidad, no le interesaron los estudios y los abandonó; pero empezó a asistir por libre a asignaturas que le interesaban. Una de ellas fue caligrafía. En ese momento no tenía idea de que le sirviera para algo. Pero diez años después, cuando estaba desarrollando el ordenador Macintosh incorporó la bella tipografía que había aprendido. Añadió, con humor, que como Windows les había copiado, todos los ordenadores personales del mundo tienen una tipografía hermosa. Concluye que, mirando al pasado, uno puede conectar los puntos, uno no sabe de cara al futuro qué va a pasar, pero después echando la vista atrás puede conectarlos.
Es una bonita conclusión. Pero añadió una cosa que me dejó pensando: era algo así como "tienes que confiar en algo; tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea..." De los ejemplos que cita, puede concluirse que Jobs no era creyente porque no cita a Dios. Y ahí está mi duda. Los creyentes tenemos la experiencia de volver la vista atrás y descubrir el paso de Dios en nuestra vida, especialmente en aquellos momentos en los que estábamos por situaciones difíciles. La misma historia de Schönstatt es un ejemplo claro. Pero si Dios no existe, conectar los puntos no es más que una ilusión: se parece al juego de buscar formas en las nubes. En realidad, la nube no tiene forma de elefante o de oveja, es nuestro cerebro el que hace el parecido. De la misma manera, si nada tiene sentido, porque es producto del azar, los puntos en realidad sólo están conectados en nuestra cabeza. Tengo varios amigos no creyentes que llevan una vida ética muy exigente. Siempre me he preguntado qué les motiva. Tengo la sensación de que en el ser humano hay una tendencia innata hacia el bien (además de hacia el mal). El problema es que no somos capaces de redimirnos a nosotros mismos. Por eso, todos buscamos un sentido a nuestra vida.