El Códice de Guadalupe (1a parte)

Si el mundo conociera en su totalidad, el significado de este hermoso códice, les puedo asegurar que no estaría en guerra; que la humanidad gozaría de una sublime relación con Dios y con nuestra Madre del cielo; y consagraríamos nuestro corazón todos los días de nuestra vida, en cada momento. Vale la pena regresar la mirada a la "Tilma" de Juan Diego, para descubrir el mensaje que Dios nos reveló a través de su hija predilecta.

Espero con estos pequeños artículos, poder explicar todo aquello que mi gente sigue experimentado en su corazón. Ese eterno agradecimiento a Dios, por dirigir su mirada a México y mostrar a nuestra Señora Reina del cielo, como una Emperatriz Azteca. Como la primera mestiza mexicana, que lleva consigo todo un mensaje de amor, porque en Ella esta Jesús, la esperanza y sabiduría para un pueblo devastado; un pueblo que creía estar viviendo la destrucción de la quinta y última era, según sus creencias religiosas.

Los símbolos y colores que lleva la Virgen en su vestido y en su manto, eran muy importantes para los aztecas, pues tienen un significado, que solo aquel que conoce parte de su cultura puede entender, no solo por las formas, sino por lo que representaban en su momento. El códice de Guadalupe, fue comprendido por los españoles a través de los indígenas, ya que ellos conocían muy bien el contenido de cada dibujo. Para comprenderlo, tenemos que adentrarnos un poco a la historia y a la cultura azteca. Un pueblo sumamente religiosos, pues dedicaba el día completo a sus dioses. Creía que la humanidad estaría en armonía, si les ofrecía corazones humanos. Tenía que entregar la sangre y la carne de algún indígena, para que el sol naciera todos los días.

En 1521 México Tenochtitlán es conquistado por los españoles, logrando la esclavitud de su gente, la destrucción de sus ídolos y templos, y por si fuera poco... traían con ellos la viruela, muriendo más de la mitad de su población a causa de esta enfermedad. En 1522 viene la "gran depresión" para los aztecas, no solo por la conquista, sino porque creían que sus dioses los habían abandonado. Descubrieron que no se necesitaban sacrificios humanos para que saliera el sol, o para que llegara la lluvia. Ellos ya querían morirse, era un ambiente de desolación. No aceptaban lo nuevo, por lo tanto, no se lograba la Evangelización.

En 1529 Fray Juan de Zumárraga, primer Obispo de México y protector de los indios, escribe una carta al Emperador Carlos V, donde le dice: "Si Dios no provee con remedio de su mano; está la tierra a punto de perderse totalmente". Y en 1531 Dios le responde. Le envía un mensaje que detendría los sacrificios humanos y convertiría a 8 millones de indígenas al cristianismo, en menos de 9 años .

Jesús muestra a su Madre a un indio llamado "Cuauhtlatoatzin" (nombre indígena que quiere decir "águila que habla"). Él no era azteca, era "texcocano" de mentalidad "tolteca". Fue bautizado en 1524 con el nombre de Juan Diego. Es importante resaltar que los "toltecas" ya no creían en tantos dioses, solo creían en "ometeolt" "el verdadero dios por quien se vive" " el creador de las personas" "el dueño de la cercanía y de la inmediación" "el dueño del cielo y de la tierra" (¿a quién les recuerda?).

Datos importantes, que nos dicen, porque fue elegido por Dios un pequeño "macehual". Los macehuales eran hombres pobres, del pueblo, que se dedicaban al campo. Vestían con una tilma hecha de ixtle, la cual, no podían pintar, ni poner ningún dibujo. No tenían ese derecho, solo los nobles las dibujaban y teñían de algún color. Pero la única persona en todo el imperio que podía utilizar el "azul verdoso" en su tilma, era el Emperador (¿De qué color es el manto de la Virgen?).

El 9 de diciembre (1a aparición) de 1531, un sábado muy de madrugada, Juan Diego va corriendo al catecismo, y muy cerca al cerro del Tepeyac, (cerro punta) se detiene a escuchar el canto de los pájaros, queda asombrado de tan bonito momento. De pronto... escucha su nombre "Juanzin, Juan Diegotzin, su nombre cristiano con terminación azteca "zin" que quiere decir "digno". Y es ahí, cuando nuestra madre del cielo, aparece ante un humilde hombre y le dice: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?" Él respondió: "Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatelolco, a seguir cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de nuestro Señor".

Ella continúa: "sábelo, ten por cierto hijo mío, que soy la perfecta siempre Virgen Santa María" madre del "el verdadero Dios por quien se vive" "del Creador de las personas" "del Dueño de la cercanía y de la inmediación" "del Dueño del cielo y de la tierra" (¿recuerdan a quién nombraban así?).

"Deseo vivamente que se me erija aquí un templo en donde lo mostraré, lo manifestaré, lo daré a las gentes con todo mi amor, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación, porque allí escucharé su llanto, su tristeza, para remediar y curar todas sus penas y dolores". "Ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano, me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado y lo que has oído".