Este no es otro artículo sobre el Mundial
No, ya ha habido demasiados artículos en todo el mundo y en esta página web sobre el Mundial de fútbol. Así que no diré que España, después de ganar hacía dos años el Campeonato de Europa con un juego brillante, partía como una de las favoritas. Tampoco cansaré al lector recordando que el primer partido ante la débil Suiza, se perdió. Ni mencionaré que en ese momento se levantaron los viejos fantasmas, pues el papel de España en los Mundiales se contaba por decepciones (su mejor papel había sido cuarto en Chile en 1960 y, hasta Sudáfrica, contaba con el dudoso honor de ser la selección del país organizador que había quedado en peor puesto)...
| Pablo Crevillén (Madrid, España) Pablo Crevillén (Madrid, España)No contaré, porque ya se sabe, que a pesar de que los rivales más que salir a jugar, intentaban que España no jugase (con la excepción de Chile), los futbolistas españoles se mantuvieron fieles a su estilo y fueron ganando partido tras partido. No insistiré en que ninguno fue fácil ni cómodo, se ganaron todos por la mínima; y el que menos, la final, que pareció más un combate de Kick Boxing que un partido de fútbol. Como todos lo conocen, no es necesario que mencione que la emoción y los nervios contenidos tras los noventa minutos de partido y veintisiete de prórroga, explotaron tras el gol de Iniesta y España fue una fiesta como no recordábamos durante unos días.
Tampoco hay que extenderse explicando que un seleccionador que, más que un elegante y sofisticado teórico de sistemas futbolísticos, parece un maestro de pueblo y un grupo de jugadores que no son estrellas endiosadas ni hacen anuncios de ropa interior, pero que han formado un equipo unido y solidario, lo había conseguido. Habían conseguido que todo un país abrumado por la crisis, agriamente dividido en lo político, con fuertes tensiones territoriales y con una Ley del aborto nueva que el Tribunal Constitucional no suspendió en su entrada en vigor por un solo voto, se sintiera por un momento orgulloso y feliz.
Este artículo lo iba a dedicar a una reflexión solemne; a cómo priman en nuestra sociedad explosiones masivas de sentimiento irracional. Piénsese en la multitudinaria reacción de pesar por la muerte de Lady Di y cómo se vivió la muerte de la Madre Teresa sucedida en las mismas fechas.
Pero no lo voy a hacer ¡qué caramba! La verdad es que es estupendo celebrar una alegría de vez en cuando. Y fue una celebración sana; pese a que pueda pensarse que fue excesiva o incluso, en algunos momentos, un poco ridícula, no se produjo ningún incidente violento de los que suelen producirse en concentraciones masivas (y más si participan hinchas de fútbol) y eso que en Madrid se concentraron para recibir a los campeones cientos de miles de personas. Y no está mal, es más está muy bien, que los medios de comunicación nos muestren un grupo de jóvenes no en un contexto de violencia, drogas o despersonalización, sino como ejemplo de entrega a una causa y compañerismo.
Una vez que se apaguen las luces de la celebración, volveremos a ocuparnos de las cosas importantes, pero mientras tanto, disfrutemos un rato.
Pablo Crevillén
Madrid, España