Las consecuencias de ser padres permisivos
Qué triste que nuestros muchachos estén muriendo en nuestras narices, les estamos preparando la sala para dejarlos morir y no nos damos cuenta de ello, pues todo pareciera que lo que hacemos o dejamos de hacer por ellos, es por su bien y no siempre es así. Les evitamos a toda costa el sufrimiento, y desde bebés los llenamos de cosas o de comida para que no estén tristes, siendo que la frustración es parte del crecimiento del ser humano.
Viernes 5 de julio de 2019 | Lucía ZamoraHay ciertas cosas que uno no puede dejar pasar, cosas que deberíamos reflexionar a profundidad. Tal es el caso de Noa Pothoven una jovencita holandesa de 17 años que decide le practiquen la eutanasia porque padecía de una dramática depresión.
Ésta niña fue abusada a los 11 años por un amiguito y a los 14 violada por dos hombres, y lo triste es, que sus padres se enteraron cuando ella pública un libro (su diario) en el cual narra esas terribles experiencias. Ya para entonces contaba con 17 años, y en Holanda es edad suficiente para poder exigir el derecho a la "eutanasia".
Así fue como sus padres ya sin poder decir nada (según la ley holandesa), preparan la sala de su casa, para ver morir poco a poco a Noa, quien dejó de comer y beber para ir apagando su corazón. Ahora, el alegato es, que no fue eutanasia, sino más bien suicidio. Lo que haya sido, no puedo entender la insensibilidad de sus padres y de la sociedad holandesa al ver morir a una niña sin hacer nada para evitarlo, y peor aún... trasmitir su muerte en las redes sociales, pues se fue narrando su estado hasta que murió.
Esto me hace suponer que su reclamo fue contra el mundo. Gritó desde un sofá, que los jóvenes de hoy necesitan ¡amor!... ¡amor que pone límites, que mira a los ojos y que enseña la verdadera libertad! Ese amor que parece ya no existir, porque se está esfumando en la indiferencia o en el cariño desmedido.
Qué triste que nuestros muchachos estén muriendo en nuestras narices, les estamos preparando la sala para dejarlos morir y no nos damos cuenta de ello, pues todo pareciera que lo que hacemos o dejamos de hacer por ellos, es por su bien y no siempre es así. Les evitamos a toda costa el sufrimiento, y desde bebés los llenamos de cosas o de comida para que no estén tristes, siendo que la frustración es parte del crecimiento del ser humano.
A ciencia cierta, no sé qué es lo que nos pasó, quisiera tener una respuesta científica, o algún estudio psicológico, pero solo tengo mi experiencia de vida y mis humildes observaciones, por lo tanto, no sé si estén de acuerdo con mi teoría, pero creo que todo esto tiene que ver con lo permisivos que nos hemos vuelto los padres. -Si el niño (pequeño) no quiere ir a tal lugar...que no vaya; -que no quiere comer... que no coma; -que quiere un automóvil...se le compra; -que no quiere estudiar...que no estudie; y ahora... -que se quiere morir... ¡que se muera! La autoridad del adulto fue quedando como un juguete manipulado por las manos de un chiquillo.
Se habla mucho de los derechos de los niños y son buenos, pero no se habla de los derechos afectivos, pues un pequeño o un adolescente tiene derecho a ser guiado, supervisado, porque aún no tiene la madurez con la cual puede dirigir su vida. Tiene derecho a tener una educación y no solo escolar, también bien en el hogar; tiene derecho a tener a padres que se den cuenta de lo que le sucede tan sólo con mirarlo a los ojos; que con firmeza le muestren lo correcto y lo incorrecto; que lo llamen para saber donde está; que conozcan a sus amigos; que sepan cuáles son sus pasiones o sus inquietudes. Los niños y jóvenes necesitan ser ¡escuchados! en una palabra.... necesitan ¡Amor! y es justo lo que no les estamos dando, porque los muchachos gritan de mil maneras que necesitan atención y esa atención no sólo es para cubrir sus necesidades físicas, es entregarles nuestro corazón en un abrazo, una palmada en la espalda, en un regaño, en un "NO", en una charla etc.
Existen muchas maneras de expresar nuestro amor a nuestros chicos, pero es necesario que nosotros los adultos, también salgamos de esa sala, pues el mundo y la tecnología nos deslumbran, y pasamos más tiempo en lo virtual que en la realidad. Nos estamos perdiendo a nosotros mismos y nos llevamos de paso a las nuevas generaciones, solo que esta juventud no sabe distinguir entre realidad y fantasía porque ya se les dio desde bebés un celular como sonaja.
¿Qué hacer ante esta realidad?...Observemos más a nuestros muchachos, dediquemos más tiempo a charlar con ellos, ¡saquémoslos del sofá! aunque nos odien. Que vivan la vida en el estudio, en el trabajo, en las fiestas, en la calle, en el hogar, en cualquier lugar... con un corazón fuerte y dispuesto a vencer dificultades.
Hay que enseñarles a mirar a Dios en sus vidas, que se sientan amados por Él y que lo gocen en el servicio hacia los más necesitados. Abracemos a esta juventud con la sabiduría que sólo puede venir del Espíritu Santo. Imploremos nos llene de su amor para evitar más muertes desde un sofá y que sea la alegría la que dirija el corazón de cada uno de nosotros a pesar de la tristeza.
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Un final de la historia extraordinariamente escrita, con una vida totalmente desconocida. Como sólo supiéramos Cristo muerto en la Cruz.
Gracias Lucía.
FLRS
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SLP, MExico
Semejante al caso que comenta Lucia se dio uno en que un hijo denuncio a los tribunales a sus padres porque lo trajeron al mundo! Pedia que el juez prohibiera que trajeran mas seres al mundo!En verdad que estamos presenciando signos atroces de una cultura de muerte y del descarte..
Y el indice de suicidios aumenta.
Maria Madre de la Vida cobijanos y danos la alegria de vivir
Bendiciones
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Te felicito por esta profunda reflexión que nos compartes.
Sara Rincon
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