Los inocentes de María
Lunes 14 de octubre de 2019 | Lucía ZamoraEl aborto es un tema que no sólo habla sobre el asesinato de inocentes, también revela una deficiencia en el ser humano preocupante..."La indiferencia" el lado oscuro del hombre que no quiere mirar más allá de sus propios intereses. Estar o no estar a favor de la "interrupción del embarazo" no importa, da lo mismo. Y es justo en ésta apatía donde se nos escapa la misericordia.
Resulta difícil hablar de esperanza cuando se escribe sobre éste tema, si, el aborto, pues es sinónimo de muerte e injusticia, sin embargo, tal vez es ahí, donde Dios quiere que recuperemos la misericordia perdida a causa de esa frialdad que nos ha congelado el alma, y en ocasiones, para poder rescatarla, se tiene que mirar en donde nadie quiere ver, y es así como descubrimos que no todo está perdido, pues en la miseria humana también podemos encontrar corazones llenos de amor.
Cuando las mujeres abortan, ocurren una serie de cosas antes y después del acontecimiento. Se les hace creer que todo va a salir muy bien, y que van a continuar con su vida tal como la tenían planeada. Pero eso ¡no es cierto! porque ellas sufrirán esa pérdida toda su vida. Y no les importará a aquellos que sólo ven para sí mismos, porque todo lo que gira alrededor de esta acción generará grandes sumas de dinero.
Como vemos, el demonio pensó en todo, menos en la sepultura de los infantes, creyó que el basurero, los baños públicos y las alcantarillas eran suficientes. Pero es ahí, donde llega una luz de esperanza, y aparece un grupo de mujeres que acude a las autoridades y recupera los cuerpecitos de los bebés que no lograron vivir, para darles una sepultura digna, como si fueran sus propios hijos. Estas señoras ¡le dieron un revés al maligno! y volcaron su corazón misericordioso. El don olvidado por los hombres, que tiene un poder inimaginable.
En Guadalajara México, mujeres con un corazón de madre, deciden gritarle al mundo que estos niños ¡existen! ¡y qué nos hemos perdido de sus vidas!... y con dolor, los toman entre sus manos, los arropan con pequeñas cobijas tejidas por otras mujeres, que mientras las confeccionan, piensan en ellos... ¿cómo sería su rostro, su sonrisa etc.? También los rocían con perfume de nardo, recordando la eternidad, y los colocan en una pequeña cajita de madera blanca, con un sedoso listón, ya sea blanco, rosa o azul. Después, en un cementerio, un Sacerdote oficia una misa dedicada a ellos y se les da sepultura.
Estas señoras han despertado la conciencia de muchos de nosotros, nos han sacudido el corazón para que soltemos la indiferencia y dejemos entrar a la misericordia. Se nos olvida que ¡hay algo de Dios en nosotros! y ¡no lo dejamos salir! Pero el silencio de estos inocentes tiene que hablar, porque no son "nadie" ellos tenían mucho que decir al mundo pero fueron silenciados, y ahora, con unas delicadas y amorosas manos como instrumento ¡soltaron el llanto! ¡se hicieron escuchar!... si, lloran su muerte, lloran la injusticia y la miseria del ser humano. Y ese llanto imperceptible para muchos, tiene que ser el que detengan esta oleada de muerte, tiene que despertarnos al amor.
Éste es un llamado a reparar con valentía y misericordia, lo que no hemos podido frenar, gracias a la indiferencia de muchos. No basta con salir a las calles y llevar pancartas, o con los likes en las redes sociales ¡No es suficiente!...¡hay que actuar! salir y buscar en la pobreza del mundo, niños, mujeres y hombres muriendo a causa del mecanicismo. Esa es la epidemia que está destruyendo el espíritu de Dios que habita en nosotros. Si mostramos al mundo nuestra generosidad y nuestra solidaridad, con una mirada sincera y de amor, habremos contagiado a alguien de hacer lo mismo y estaremos inculcando una cultura de paz y de amor. Es un gran reto, es nadar contra corriente, sin embargo, será el inicio de una nueva forma de pensar y de sentir, será la llegada del Reino de Dios aquí en la tierra.
Gracias a la Asociación "Los Inocentes de María" por ser: María, Verónica, la Magdalena, Juan, el Cirineo y José de Arimatea juntos, porque a través de ustedes hemos visto a ¡Jesús Resucitado nuevamente! ya nos estábamos olvidando de Él.
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Rosa Elba Lopez Suro
Guadalajara, México.
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Mexico