Se apaga la luz de la casa Bundesheim
Hace unos días, nos enteramos que la casa de la Alianza "Bundesheim" en Schoesntatt Alemania, fue puesta a la venta, porque ya no hubo manera de solventar los gastos. ¿Qué nos pasó familia? ¿Qué estamos dejando de hacer para que nuestros recuerdos se pongan a la venta? ¿será que ya no somos capaces de generar luz en nuestra comunidad?
Sábado 22 de diciembre de 2018 | Lucía ZamoraHace unos días, nos enteramos que la casa de la Alianza "Bundesheim" en Schoesntatt Alemania, fue puesta a la venta, porque ya no hubo manera de solventar los gastos. Este edificio, para los que no han tenido la oportunidad de conocerlo, es una antigua construcción, desde donde el Padre podía observar el Santuario original a través de una pequeña ventana, la cual, por las noches aún permanece la luz encendida, como si él estuviera allí... mirando y disfrutando de los nuevos tiempos.
La casa donde se albergaron peregrinos que asistieron a los retiros del P. Kentenich se ha quedado sola, ha quedado en silencio, con mormullos de algunos cuantos peregrinos que ocasionalmente llegan con la emoción de poder conocer objetos, que nuestro fundador utilizó en su momento para continuar la obra de Dios. Una casa que lo vio partir en muchas ocasiones, pero también lo vio regresar para encender aquella pequeña luz, que hasta nuestros días ha permanecido encendida. Una luz viva y llena de esperanza; pero también llena de nostalgia, por la pérdida de aquellos años de prosperidad.
Ahora ya sin vida se ha puesto a la venta. Estamos a punto de apagar esa pequeña habitación donde el Padre escribió sus anhelos, sus tristezas y sus grandes alegrías. Una pequeña ventana iluminada, nos recordaba su mirada de amor, esa, que nos impulsaba a continuar, a luchar para seguir encendiendo más luces, para escribir más sueños y entrelazarlos con los de él.
¿Qué nos pasó familia? ¿Qué estamos dejando de hacer para que nuestros recuerdos se pongan a la venta? ¿será que ya no somos capaces de generar luz en nuestra comunidad? Me gustaría que la reflexión fuera más allá de la casa de la Alianza. Me gustaría que llegara a cada rama, a cada consejo y a cada grupo de nuestra familia de Schoenstatt. No sé si alguno de ustedes esté pasando por algo similar en su Santuario o en su rama, lo cierto, es que esto sucede, decae el ánimo, sin embargo, de nosotros depende continuar el camino o declinar. De nosotros depende crear nuevas generaciones que reviven la historia y enciendan nuevas luces.
Estamos dejando empolvar nuestras memorias, las cuales nos recuerdan que para edificar hay que trabajar duro y no quedarnos en el sofá de la bien amueblada "casa del movimiento". Queremos que nuestra rama crezca sin salir al encuentro con la gente. Nos limitamos a un código postal cómodo y fácil de llegar. Además, nuestro tiempo tiene límite, una hora a la semana y no más. Como ven, ese polvo es la conformidad, la indiferencia y la comodidad. El capital de gracias se puede quedar vacio, o lleno de oraciones sin acciones, podemos orar mucho para que lleguen peregrinos al Santuario, pero si no invitamos a la gente ¿cómo van a llegar? Así nos pasa, rezamos para que nuestros grupos continúen activos, pero no nos esforzamos creativamente para ello. Acá en mi México decimos "A Dios dando y con el mazo dando" o bien, Schoenstatt nos dice: "Nada sin Ti nada sin nosotros".
Creo que nos estamos ocupando más de las formas que del amor al prójimo. Estamos quedando encerrados en nosotros mismo, llenándonos de conocimiento, sin llegar a compartirlo en las calles. Podemos dar por misericordia muchas cosas: comida, ropa, zapatos, pero poco nos ilusiona instruir y sensibilizar corazones.
¿Qué otra cosa se pondrá a la venta? Corremos el riesgo de poner a la venta el Movimiento entero, si caminamos con las bombillas fundidas, si nos decimos schoenstattianos, estudiando en una "casa sin movimiento". Es tiempo de revisar, de mirar hacia adentro y hacia afuera, pero sobre todo, de decidir y actuar. Cambiemos esos focos opacos de nuestra habitación por unos nuevos, que sean más brillantes, para que esa luz deslumbre y sepan que allí mora Dios.
Ahora que estamos en este tiempo de Adviento, en esta época de encender luces, miremos con objetividad que es lo que estamos haciendo por nuestra familia de Schoenstatt, y dejémonos de falsas lucecitas de colores, que sólo nos pueden llevar a cerrar otra casa del movimiento.
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Mar.ia Isabel Herreros Herrera
Viña del Mar, Chile
HOY LA IGLESA requiere de pequenas comunidades ecesiasticas como lo hicieron los primeros cristianos.
Por lo demas que uso se le podría dar a esa colosal construcción a la espera de un predicador carismático y fieles que soliciten retiros?
Pidamos que el Padre Providente le de un destino de acuerdo al fin con que fue
programado.
JOHN HITCHMAN
CHINA