Usted puede ser un delincuente

Usted que tiene tres, cuatro o, incluso más hijos. Usted que cuida de su anciano padre que padece de demencia senil. Usted que pese a estar embaraza de un feto que presenta malformaciones, no quiere desprenderse de él. Usted que cuida de su hija que tras un accidente quedó en estado vegetativo persistente. Usted que, pese a tener un hijo con una grave enfermedad genética no quiere crear varios embriones para seleccionar al que sea compatible con el enfermo para conseguir un trasplante. Usted que pretende que su hija adolescente embarazada no aborte... Todas estas acciones, aunque pueda parecer mentira, no hace mucho tiempo eran consideradas como comportamientos normales. Después se dijo que, aunque admirables, no podían exigirse a todo el mundo y dejó de penalizarse el acabar con la vida más débil en determinadas circunstancias extremas. Pero la cosa no terminó ahí. Lo que se consideraba como una conducta no exigible pasó a ser un derecho y, lo que antes era normal y luego admirable, pasó a estar bajo sospecha...

| Pablo Crevillén (España) Pablo Crevillén (España)

 

Usted que tiene tres, cuatro o, incluso más hijos. Usted que cuida de su anciano padre que padece de demencia senil. Usted que pese a estar embaraza de un feto que presenta malformaciones, no quiere desprenderse de él. Usted que cuida de su hija que tras un accidente quedó en estado vegetativo persistente. Usted que, pese a tener un hijo con una grave enfermedad genética no quiere crear varios embriones para seleccionar al que sea compatible con el enfermo para conseguir un trasplante. Usted que pretende que su hija adolescente embarazada no aborte...

Todas estas acciones, aunque pueda parecer mentira, no hace mucho tiempo eran consideradas como comportamientos normales. Después se dijo que, aunque admirables, no podían exigirse a todo el mundo y dejó de penalizarse el acabar con la vida más débil en determinadas circunstancias extremas. Pero la cosa no terminó ahí. Lo que se consideraba como una conducta no exigible pasó a ser un derecho y, lo que antes era normal y luego admirable, pasó a estar bajo sospecha. Y así resulta moralmente reprobable que alguien se empeñe en mantener la vida biológica de un individuo que se encuentra en una situación indigna por haber perdido sus facultades mentales, o que traiga al mundo un niño enfermo condenándole a una vida sin valor significativo, o que arruine la de su hija adolescente obligándola a continuar su embarazo, o que se empeñe en aumentar desproporcionadamente el número de seres humanos en el planeta, acelerando el desastre ecológico que nos espera. Es curioso lo rápido que la valoración social ha cambiado en juzgar lo que antes era bueno como malo y viceversa. Hasta ahora nos movemos en un plano moral, pero me pregunto si esa concepción no se trasladará a la legislación castigando con la pérdida de patria potestad de los hijos o con pena de cárcel esos comportamientos que se juzgan movidos por un fundamentalismo fanático.

Y esta inversión de valores se extiende a otros campos. Es sabido que en Europa determinados grupos de presión están empeñados en eliminar cualquier presencia de la religión católica (no de otras, como la musulmana) del ámbito público. El último episodio en España se centra en las capillas existentes en las Universidades públicas. Determinados grupos impiden coactivamente la celebración del culto. El incidente más conocido se produjo en la capilla de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Un grupo de chicas interrumpió la Misa dando gritos y enseñando los pechos. Para un sector significativo de la opinión pública, la acción no se ha visto como un ataque injustificado a la libertad religiosa, sino como una reacción razonable frente a la imposición de ideas dogmáticas en el ámbito universitario.

Hace poco leía un artículo sobre un fenómeno llamado "ignorancia pluralista". Según contaba la autora, supone que la gente tiende a ocultar sus verdaderas opiniones porque cree que las personas de su entorno no piensan o sienten como ellos. Y citaba, entre otros, un ejemplo: un sociólogo descubrió a mediados de los 70 del pasado siglo que la población blanca del estado de Carolina del Sur era mayoritariamente contraria a la segregación racial, pero no se atrevía a manifestarlo. Sin embargo, en cuanto se enteraban de que eran muchos los que pensaban como ellos, se producía un cambio radical en su actitud porque el mero hecho de saber que existe una corriente de cambio ya propicia un cambio.

Me pregunto si en estos temas no habrá mucha gente que esté secretamente en contra de las corrientes aparentemente dominantes. Si esto fuera así, "sólo" habría que encontrar una fórmula para que esas ideas pudieran expresarse sin el temor de ser considerado reaccionario.

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